Cuando los héroes se van

¿Qué hacer cuando nuestros maestros, aquellos grandes héroes, nos han dejado para siempre?

Por Óscar Colorado Nates*

Debo confesar que no pude escribir esto antes porque estaba perdido, triste y desorientado. Hace un par de meses murió mi maestro, mentor y entrañable amigo, Eniac Martínez, uno de los mejores fotógrafos mexicanos. En mayo se había ido ya Michael Wolf, en julio Ida Wyman. El mismo día partieron Robert Frank y Fred Herzog. No en balde Fernando Sánchez le ha llamado «el verano negro para la fotografía».  Y en esa negritud me he sentido solo, totalmente vulnerable, absolutamente desguarnecido, creativamente huérfano; como niños pequeños que han perdido a su padre sin saber, todavía, cómo andar solos y menos en un callejón oscuro.

Estoy en el momento de saberme desamparado. Comprendo, con horror, que nunca, jamás, podré preguntarse aquello que me intrigaba y me intriga. Quizá por pudor, porque pudiera parecer una obviedad, o porque los maestros simplemente me dieron las respuestas a todas mis necias preguntas con sus fotografías… Lo que dije, lo que no pregunté, se ha ido para siempre.

Y claro, cuando ya nada puedo hacer, me invade el alma aquella rabia inconmensurable contra mí mismo por haber sido un alumno inútil, que nunca estuvo a la altura de sus maestros. Furia por no preguntar más, por no ser impertinente y, al mismo tiempo, por no  haber sido más dócil. Enojo de haber dado por hecho que todo es eterno, y de sumergirme ilusamente en el carpe diem sin pensar que esas guías algún día podrían no estar más. Como si el simple hecho de ser gigantescos los volviera irrompibles, eternos. Y luego la irritación contra quien ha partido porque me abandonó a mi suerte miserable. Coraje contra esos ausentes, porque teniendo el tamaño de talento que les tocó, no hicieron más, no trabajaron todavía más. Como niño pequeño soy un auténtico tirano: no me importa cuánto hubieran hecho, no fue suficiente. Me importa muy poco que fueran también personas, vulnerables, en su propio camino y que caían en la cama agotados todos los días de sus vidas. Me sabe a poco que hayan creado un cuerpo de obra sin paralelo. Y los demonios internos de mis héroes, de esos de los que casi nunca hablaban, ¿cómo lidiaron con eso? Soy codiciosos, egocéntrico: solamente me importo yo mismo. Nada ha cambiado, como cuando me tenía sin cuidado si mi padre habían dejado de comer algo para que yo lo hiciera, o que yo despreciara los zapatos que me había comprado por capricho mientras los suyos tenían un agujero que nadie veía. Y es que, en el fondo, no dejo de ser un infante que no piensa que detrás de la leyenda de mis maestros hubo seres humanos frágiles, a quienes les afectaba la crítica, que se sintieron frecuentemente incomprendidos, que también fueron abandonados por sus propios mentores y que quedaron a la deriva y en búsqueda de sus propias respuesta. Me lleno de furia contra mi cortedad y parecería que no tengo más remedio que el de sumirme, desconsoladamente, a llorar. y están a la deriva buscando sus propias respuestas en los caminos más insospechados.  Nos enoja nuestra poquedad, pero nos asusta la fragilidad de nuestros héroes. No hay más remedio, que sumirme desconsolado en el llanto.

-0-

Pero, a veces, olvido que mis grandes maestros no siempre fueron especialmente elocuentes, y que su deber era exigirme.  Criticaban duramente lo que yo creía, ingenuamente, grandioso. Paso por alto, con facilidad, que sus mayores enseñanzas ya me las dejaron en sus fotografías. Que esas imágenes dicen lo que tienen que decir, porque las hicieron grandes codificadores de mensajes visuales. Sus palabras sobraban cuando ya habían dicho con la maestría inigualable de sus ojos lo que sus bocas no podían o no debían. Cuando yo apenas balbuceo, inepto y risible aprendiz de brujo, ellos ya eran versados hechiceros supremos de lo iconográfico.

Entonces, quizá aquellas preguntas que se quedaron en el aire no había que formulárselas a sus creadores, sino hay que dirigirlas a las propias fotos porque ahí están las respuestas. En ellas están destiladas todas mis preguntas, los consuelos y los miedos de mis  maestros idos.

Algo me legaron: aquella luminiscencia resguardada en cada una de sus fotografías. Esas imágenes son auténticas farolas que puedo llevar cuando recorro las sendas más oscuras.

A pesar de todo, de un modo u otro soy descendencia creativa de nuestros héroes. Me guste o no, lo acepte o no, me sienta indigno, soy obra también, fruto de esos mentores. Porque la grandeza de un ser humano no solo se mide en la obra que dejó, sino en su modo de inspirar a los demás. Soy, también, legado suyo. Es mi obligación hacer que mis maestros vivan con dignidad y honra a través de mi propia cámara, de mis ojos. Y que mis propios pupilos conozcan y respeten a sus ancestros, aquellos predecesores que tuvieron una visión particular, única, del mundo, y que ahí estuvo su inmensidad. Ahora, me toca tomar prestado algo de su mirada, pero he de asumir mi camino, de saber andar mis propias calzadas, de enfrentar mis propios peligros. Y hacerlo como nadie más puede.

No hay manera de evitar el quebranto de haberlos perdido. Pero gracias a ellos la fotografía es más vasta, más plena, más grande. Su trabajo ha ensanchado los panoramas de la imagen, han desafiados los límites del medio; han conquistado terras ignotas a las que nadie se había atrevido ni siquiera a asomarse.

Estos héroes, los de corazones grandes, seguramente no querrían mi tristeza. Peor aún: de nada les serviría mi desdicha. Es el momento de alegrarme porque pude compartir un trecho del camino con ellos y saber que si no he tropezado más es gracias a la luz que me compartieron durante un trecho del camino. No es el momento de nostalgias ni tribulaciones, sino de seguir mi ruta y honrarlos con mis fotos, aunque no valgan nada. Con esas fotos que no puede hacer nadie más que yo mismo. Porque eso es lo que toca hacer cuando los héroes se van.

(Para Valeria Caballero, con afecto.)


dr_oscar_colorado_2

* Dr. Óscar Colorado Nates,
(Ciudad de México, 1969)

Académico, crítico, analista y promotor de la fotografía.

Doctor «cum laude» en Ciencias de la Documentación por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Narrativa y Producción Digital por la Universidad Panamericana (Cd. de México) donde es Investigador de Tiempo Completo y Profesor Titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada así como Docente de Posgrado en Narrativa y Nuevas Tecnologías

Autor de libros como Fotografía 3.0; El Mejor Fotógrafo del Mundo; Instagram, el ojo del mundo; Fotografía de Documentalismo Social; Fotografía Artística Contemporánea; El Mejor Fotógrafo del Mundo Pensamientos Decisivos: 650 reflexiones fotográficas.

Miembro del Seminario de Imagen y Cultura, la Asociación Mexicana de Estudios de Estética, el Seminario Permanente de Análisis y Crítica Cinematográfica (SEPANCINE) y de The Photographic Historical Society (Rochester, NY), entre otras agrupaciones académicas.


Las opiniones vertidas en los artículos y producciones audio-visuales son personales.
© 2011-2019 by Óscar Colorado Nates. Todos los Derechos Reservados. Esta publicación se realiza sin fines de lucro y con fines de investigación, enseñanza y/o crítica académica, artística y/o científica. 


150px-Fair_use_logo.svgThe presentation in this blog of photographs, movies, recordings or written material is used for purposes of criticism, comment, news reporting, teaching and/or research, and as such, it qualifies as fair use  as forseen at 17 U.S. Code § 107 and it is not an infringement of copyright.

For more information, please check the following link with our Legal Notice regarding copyright.

 

12 comentarios sobre “Cuando los héroes se van”

  1. No es lo que se va (o lo que pudiera haber sido), es lo que se queda. La obra, la enseñanza, y su proyección en uno mismo (y en los demás)…

  2. Bonitas palabras maestro, en ellas hay admiración y respeto hacia estos grandes maestros de la fotografía. Su obra es su legado, mucho es lo que podemos aprender de sus miradas, de su valentía expresiva. Que ello nos guíe, nos mueva, nos ilumine, para que siguiendo nuestro propio camino, seamos capaces de seguir explorando y avanzando en este bonito medio. Con humildad, con curiosidad, siguiendo la luz que esas dos nuevas estrellas del firmamento, ahora pueblan el inabarcable universo de la fotografía.

    Bonitas palabras hacia tus maestros que te honran como buen aprendiz y como buen maestro.

    Un fuerte abrazo Óscar.

    Braulio

  3. Eso que has escrito Óscar es muy emotivo muy hermoso, y es justamente lo que muchos pensamos de ti, pues tú también eres héroe para muchos que te admiramos y que aún sin tener el gusto de conocerte has influenciado nuestra vida, nuestra manera de reinterpretar nuestro entorno, de educar nuestra manera de mirar y contemplar, de reflexionar de dialogar antes de disparar, que en paz descansen los grandes maestros, y que bendecidos los que aún tenemos vivos a grandes maestros cómo tú. Gracias Maestro Óscar… gracias grandes maestros por compartir su saber.

    Saludos!

    1. Muchas gracias Armando. Yo creo que siempre somos parte de una cadena (el «circle of life» ese del Rey León) y de una forma u otra es bueno saber que hay quienes nos han precedido y que tenemos una responsabilidad con la siguiente generación. A mí me da mucho gusto el poder compartir mi pasión por la fotografía, inspirar y mover a otros para aprovechar el potencial que tienen y si eso sirve, me doy por satisfecho. Por eso recibir mensajes como el tuyo, y el saber que hay amigos que están del otro lado de mi computadora leyendo este material me motiva a seguir adelante y sentir que de algo está sirviendo mi trabajo. Te agradezco mucho tus palabras y te mando un muy sincero agradecimiento por estar siempre al pendiente de este espacio y de mis locuras. ¡Te mando un abrazo muy fuerte!

  4. Apabullantes tus palabras!! Pero como dijo José Martí: “LA MUERTE NO ES VERDAD CUANDO SE HA CUMPLIDO BIEN LA OBRA DE LA VIDA” Esto es una gran verdad y también un gran consuelo. Un abrazo!

  5. bueno hace tiempo lo leo y le sigo sus pòsteos , son de lo mejor para seguir haciendo nuestro trabajo en cada trinchera y aplicar esa teoria o filososfis de la filososfia a nuestro trabajo , el por que lo hacemos y hacia donde podemos ir ¡

Responder a Óscar Colorado NatesCancelar respuesta