Las aventuras y desventuras de un fotógrafo español que, con apenas 30 años, hace proyectos documentales de largo aliento en el sureste asiático y publica en medios como Forbes, Le Monde, Spiegel, Time Magazine o National Geographic.
Entrevista por Óscar Colorado Nates*
Jordi Pizarro Torrel es un joven fotógrafo español con apenas 30 años, quien ha vivido el sueño de toda una generación: marcharse a vivir a un lugar exótico, exponer su trabajo y verse publicado en las páginas de las revistas de mayor prestigio en el mundo. No todo ha sido miel sobre hojuelas y Jordi comparte con nosotros su aprendizaje.
O.C. ¿Cómo te iniciaste en la fotografía?
Mi madre es escultora y durante toda su vida ha hecho exposiciones. Yo de pequeño siempre estuve entre el barro y haciendo cosas plásticas; me encantaba y me la pasaba muy bien.
Cuando llegó el momento, decidí hacer el bachillerato artístico porque tenía claro que no quería estar encerrado en una oficina. Ahí conocí la fotografía en proceso analógico, cuarto oscuro y me enamoré de eso.
Desde muy joven comencé a vivir solo. A los 19 años trabajaba por las noches para pagarme todo. Era muy complicado y me dormía en clase; así que solamente iba a las clases de fotografía.
Dejé los estudios y comencé a trabajar como fotógrafo de bodas, primero trabajando para alguien más y luego monté mi propia empresa y me fue muy bien. Una boda es un día especial en el que la gente te abre sus puertas, hay muchas emociones y tú tienes la oportunidad de fotografiarlo y encima eres bienvenido, es fácil tener acceso a donde quieras.

O.C. ¿Cómo pasas de la fotografía de bodas al fotoperiodismo?
Comencé cada semana a contactar a los periódicos; enviaba lo que ocurría en Barcelona (manifestaciones, cualquier cosa y de todo). Nunca me compraban nada, hasta que un día hice unas fotos que nadie tenía y que le interesaban a la prensa. Entonces empecé a colaborar con periódicos, de poco a poco.
Dos o tres años después ya tenía algunos encargos al año hasta que hice un trabajo en Marruecos sobre tráfico de hachís: Me surgió una oferta de trabajo en un periódico donde me ofrecieron un espacio fijo.

O.C. Hay una distancia entre la orden de trabajo fotográfico de un periódico a emprender proyectos de documental estrictamente personales. ¿Cómo llegaste ahí?
Comencé a descubrir la fotografía de autor y el fotoperiodismo cuando empecé a mandar fotos a los medios de comunicación y después de trabajar fijo con el periódico. Sin embargo, me desilusioné con la realidad de trabajar en una redacción. Era estar cada día de arriba a abajo haciendo encargos de fotos que caducaban y que al final no sirven para nada. Hay muchas presiones y no te dan el tiempo para hacer un proyecto serio.
En una ocasión me tocó hacer fotos de un desahucio de un padre con dos hijos. Yo tenía media hora para hacer las fotos cuando realmente a mí me tomaría tres meses entender el por qué ha sucedido una crisis y hacer un buen reportaje de eso. Comencé a pelearme con mi editor, de buen modo vamos. Él me ayudaba cuando yo le decía “me voy a Cuba a los cincuenta años de la revolución” y él me decía “anda, no pasa nada”. No tenía problemas para esas ausencias porque yo siempre estaba proponiendo temas y si me daban seis encargos entregaba diez.

En mis primeras vacaciones del periódico decidí ir a cubrir la crisis migratoria a los campos de refugiados de Túnez, frontera con Libia, donde se estaban cociendo las revoluciones árabes. Llegó un momento en el que compaginar el periódico y mis proyectos personales fue cada vez más difícil. Llegó un momento en que el mismo editor me dijo “Jordi, tienes que salir de aquí porque en España no vas a lograr nada […] puedes hacer buenas historias, buenos proyectos e intentar trabajar para la prensa internacional, yo te sugiero que te vayas: Inténtalo”. Eso me ayudó mucho y dejé todo. Abandoné el periódico cuando nadie tenía trabajo en España; habían echado a todos los fotógrafos de EFE, del diario El País y, paradójicamente, yo estaba en un momento álgido, me iba súper bien. Decidí empaquetar todo. Primero me fui con la idea de marcharme seis meses; pedí que me guardaran mi puesto de trabajo. Cuando llevaba cuatro o cinco meses vi que eso era inviable para ambas partes. Volver era ya algo difícil.

O.C. Tu proyecto Believers ha tenido un impacto importante en tu carrera. ¿Cómo lo comenzaste?
El viajar era una necesidad mía. Había algo de mí que me lo pedía. Fui a Cuba para hacer un proyecto sobre el aniversario de la revolución cubana. En ese momento escribía, ahora ya no lo hago para dedicarme a la fotografía. Fui con opositores del régimen, hice un álbum de una visión más global de Cuba. Salió en el periódico en el que estaba en el suplemento del domingo a 5 o 6 páginas.

Ahí fue donde me encontré con la religión de la santería que me conflictuó muchísimo. La primera que llegué me quedé a vivir con una familia cubana (yo no quería irme a un hotel). El padre de mi ex novia había vivido 3 años en Cuba y me dió el teléfono de la chica que le limpiaba la casa. Llegué a su casa, era una gente muy humilde. Conviví dos semanas con ellos y pude descubrir la realidad cubana. Me provocó sorpresa cómo le rezaban a san Lázaro, que para mí es una figura cristiana, pero para ellos es Babalú Ayé. En Cuba ocurrió un sincretismo peculiar porque los negros y mulatos tuvieron que disfrazar su religión Yoruba del África negra, del Niger, y le cambiaron el nombre a sus dioses. Me chocó muchísimo: me llevaron con un sacerdote de ellos y vi que todos creían en la santería. Me enteré que había un peregrinaje el 17 de diciembre a san Lázaro. Al siguiente año volví.

Comencé con este tema como un proyecto individual y luego se repitió una experiencia en torno a lo religioso en Jerusalén y Polonia. Aquí y allá siempre encontraba que había una similitud en religiones.
En la Ashura los musulmanes se flagelan y la primera vez que lo vi me quedé pasmado. Era horrible la gente llena de sangre. Pensaba «¿Qué pasa por la cabeza de estas personas para provocarse este sufrimiento?» O en Cuba cuando san Lázaro hay gente que carga 40 kilos durante dos semanas y de rodilla haciendo penitencia. Es muy muy fuerte y eso me fascinaba. Así nació el proyecto Believers. Yo no soy religioso pero para mí fue una búsqueda para entender.

Believers no es un proyecto foto-periodístico de mirar hacia afuera, es más algo muy personal: Una búsqueda mía interior del por qué el ser humano necesita creer en algo, el por qué de esas formas de penitencia. Como fue el primer proyecto lejos del periódico, de toda la foto a color que hacía y esos rollos, para mí fue un proceso de búsqueda de estilo y entenderme quién soy en mis fotografías.

Después fui a Jerusalén con los ortodoxos. Empecé a editar las fotografías y vi similitudes entre religiones. Me empecé a plantear el hacer un proyecto a largo plazo.

Ahora que estoy en México para la fotoWIK2015 en la Universidad Panamericana, aprovecho y hago algo de fotografía de día de muertos. investigo, busco con antropólogos y qué se ha hecho, intentar hacer algo diferente.

Muchos fotógrafos han trabajado el mundo de la religión, algo ligado al ser humano. Pero mi idea, cuando termine en cuatro, cinco o diez años estoy seguro de que podré tener un cuerpo de trabajo en un buen libro. No he querido seguir exponiendo este proyecto porque quiero terminarlo, publicarlo y luego retomar las exposiciones.
O.C. Y luego llegó el sureste asiático ¿Cómo fue que decidiste vivir y trabajar tus proyectos fotográficos en India, tu actual lugar de residencia?
Antes de ir a India no me atraí nada: al contrario. Recordaba a los ocho amigos que regresaban de India un poco flipados. Fui por el Maha Kumbh Mela, el peregrinaje más grande del mundo. Imagina 100 millones de personas durante 40 días en un solo lugar. En ese momento se vuelve la ciudad más grande del mundo. Hay dos días fuertes donde había unos 60 millones de personas en un solo lugar. Millones reunidos por la religión. Me parece increíble, una de las experiencias más locas durante 50 días en una tienda de campaña.

Luego con mis ahorros me fui de vacaciones: Había trabajado demasiado durante años. Hice un viaje por Malasia, por Nepal… más en plan mochilero y a disfrutar. Fue un viaje muy energético fuera de los circuitos habituales. Me alquilé una moto para recorrer en Nepal por todo los Himalayas. En Tailanda, por barco, llegué con mi pareja a unas islas pequeñas donde no había casi nadie y estuvimos casi un mes haciendo escalada, kayak, submarinismo… Descubrí ahí que lo mío no era una oficina, ni siquiera un estudio fotográfico. Me enamoré.

En ese momento decidí quedarme a rentar un piso en Nueva Delhi por unos 120€. Los ingresos como freelance son muy irregulares. No es fácil, hay momentos en los que estás muy arriba y otros muy abajo y necesitas siempre encontrar formas de motivarte. A veces durante cuatro meses no se vende nada y no puedes permitirte ningún lujo.
Es una experiencia muy chula el vivir esto, el estar ahí y vivir en un apartamento de indios con indios, el tener monos en casa y que te roben la comida, yo qué sé; que te ocurren las cosas que le pasan a la gente local porque al final para eso te vas allí, no para vivir como un corresponsal con cinco sirvientes en su casa. Para eso no me voy a Nueva Delhi.

Vivir en India implica para mí la posibilidad para trabajar en Asia. India me parece un sitio increíble, hay mil historias qué contar, no hay tantos fotógrafos internacionales trabajando ahí. Puede ser muy duro, a veces no es un sitio agradable; mucha gente viene y va, llega unos meses para hacer un reportaje y se van. Pero al final me he dado cuenta en estos dos años que ahora puedo coger el mapa de India y situarme. Puedo entender bien muchas cosas que necesitan que estés ahí un tiempo.

O.C. Para muchos fotógrafos el gran sueño es publicar en grandes medios internacionales. Tú lo has hecho en The New York Times, Le monde, The Caravan, Der Spiegel, National Geographic, Cáñamo Magazine, Time Magazine, Forbes… ¿Cómo fué?
Es algo que no ha ocurrido simplemente porque me hayan llamado las grandes revistas. Ha sido el fruto de trabajar. Me he inscrito a premios y solicitado becas. Me he ido a festivales de fotografía a conocer editores y me he armado una hoja de Excel bien hecha con países, periódicos, contactos…

Creo que es importante cuidar tus relaciones con los medios de comunicación, presentar tu trabajo cada vez que lo terminas y proponerles temas de vez en cuando, si un editor le gusta tu trabajo los assignments te llegan, pero para eso tiene primero que conocer como trabajas y cómo eres tú como fotógrafo.

O.C. Para eso están las agencias, al menos en teoría ¿No?
Las agencias en principio se encargan de esta parte más corporativa. Yo entré a la agencia italiana Contrasto, con sede en Roma. En principio no me importaba que se quedaran con el 40% de las ventas porque se supone que ellos llegan a sitios donde tú no puedes llegar como museos, o lograr un proyecto corporate. Decidí salir de la agencia porque no era la relación laboral que yo esperaba, me va mejor ahora como freelance. Armaba un reportaje, lo mandaba al Sunday Times (cuando ya lo tenía mi agente); algún editor me llamaba y me decía “Yeah man, I want this work, is amazing!” Y le decía “Oye, pero este trabajo ¿No te lo ha mandado mi agencia?” “No, I never saw that man… My friend, it’s incredible we want to run it this week…” Entonces me pregunté ¿Mi agencia qué hace? Llamaba a Newsweek o al New York Times y era lo mismo. ¿Qué sentido tenía entonces trabajar con una agencia? Al final me salí y me va muchísimo mejor ahora que estoy solo. Hay agencias importantes como Magnum, pero tampoco son una garantía de nada. Cuando entras te ayuda porque te sitúa en el mapa, saben quién eres, es como un premio. Pero ningún premio, ninguna agencia, te va a hacer mejor fotógrafo.
O.C. Estamos en un momento en el que la fotografía digital y los medios sociales nos hacen poner en duda cualquier fotografía. Antes una foto era evidencia de la realidad (aunque siempre fue una construcción cultural, lo sabemos). ¿Qué opinas tú de esto?
Nos hemos acostumbrado a que todo lo queremos ya, lo queremos ahora y lo queremos fácil. Somos una generación que ha aprendido esto. A veces le damos demasiada importancia nosotros mismo como fotógrafos al reconocimiento exterior, a los premios, etcétera, cuando lo realmente importante no es que tu ganes un premio y enriquezcas tu ego, sino el transmitir el mensaje que quieres dar con tus fotos y la gente que fotografías. Hay demasiada competición, demasiados premios, demasiado rockstar. Que al final eso no es así, como decía, ningún premio te hará mejor fotógrafo y por supuesto no te hará mejor persona.

En la fotografía siempre ha habido una manipulación, aún antes del Photoshop en el cuarto oscuro se habían podido hacer cosas increíbles y se publicaban; la gente creía lo que veía. Se debe tener una ética y yo en eso soy muy preciso y nunca muevo nada. Intento interferir lo mínimo posible, ser lo más invisible y no mover nada ni hacer nada. Sé que hay muchos fotógrafos que trabajan así como yo.

O.C. Otro de los retos actuales es que todo el mundo tiene hoy una cámara en el teléfono… ¿Dónde cabemos, en tu opinión, los fotógrafos en este ecosistema actual?
Cualquiera puede escribir pero no cualquier es escritor. Es lo mismo con el Instagram y el iPhone. Por ejemplo, en un accidente si alguien hace una foto con su teléfono, eso tiene ya un valor testimonial, pero no todo el mundo es fotógrafo. Es necesaria una cultura visual, una ética para saber resolver situaciones que alguien con un smartphone no podría.
O.C. Finalmente, ¿Qué consejo le darías a los fotógrafos emergentes?
Que se enamoren.
O.C. ¿Que se enamoren?
Sí, que se enamoren.
Jordi Pizarro en la fotoWIK2015
Jordi impartirá una conferencia magistral el 9 de noviembre a las 9:00 a.m. en el Auditorio de la Universidad Panamericana (Augusto Rodin 460, Col. Insurgentes Mixcoac, Ciudad de México); la entrada es libre.
Se puede seguir la pista de la carrera de Jordi en su web www.jordipizarro.com

* Óscar Colorado Nates es Profesor/Investigador titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (Ciudad de México).
Es autor de los libros:
- Ideas Decisivas: 800 reflexiones fotográficas (2a. Edición)
- Fotografía 3.0 Y después de la Postfotografía ¿Qué?
- Instagram, el ojo del mundo
- Fotografía de documentalismo social
- Fotografía Artística Contemporánea
- El Mejor Fotógrafo del Mundo.
Columnista en el periódico El Universal (Cd. de México).
Editor y Director General de la revista fotográfica MIRADAS.
Co-fundador de la Sociedad Mexicana de Daguerrotipia y miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY).
Las opiniones vertidas en los artículos son personales y no reflejan necesariamente las posturas de la Universidad Panamericana.
© Texto Copyright 2015 by Óscar Colorado Nates. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción de este artículo por cualquier medio sin el permiso por escrito de su autor
Agradecemos la amabilidad de Jordi Pizarro por el permiso otorgado para reproducir sus fotografías en esta entrevista. Todas las fotografías © Copyright by Jordi Pizarro. All rights reserved. Todos los derechos reservados. Prohibido reproducir estas fotografías sin permiso del autor.
Información legal: Todas las fotografías se presentan sin fines de lucro y con propósitos de enseñanza e investigación científica bajo lo previsto en la legislación vigente por conducto de los tratados internacionales en materia de derechos de autor. Consulte en este enlace el aviso legal respecto del uso de imágenes fijas, video y audio en este sitio. Los íconos utilizados en este sitio son cortesía de www.flaticon.com
Fair Use Notice: The presentation in this blog of photographs, movies, recordings or written material is used for purposes of criticism, comment, news reporting, teaching and/or research, and as such, it qualifies as fair use as forseen at 17 U.S. Code § 107 and it is not an infringement of copyright. For more information, please check the following link with our Legal Notice regarding copyright.
Vaya historia la de este hombre. Me complace enormemente que en Cuba, mi tierra, haya encontrado el camino. Saludos
Gracias Ernesto. Efectivamente, una historia admirable y es que la tierra tuya, con tanta riqueza humana es un sitio excepcional. ¡Un abrazo!
La verdad es que este fotógrafo es un ejemplo de humildad y trabajo concienzudo. Un trabajo alejado de los «rockstar» (jejeje) que le está dando sus frutos. No conocía su historia, ni sus fotografías. Desde ahora intentaré seguirle, su historia es motivadora, sobre todo para los que comenzamos a atisbar como buenas unas líneas de trabajo y una actitud frente al mundo fotográfico, en las que Jordi Pizarro parece ya un maestro. Gracias por el aporte.
Gracias por el comentario Braulio. Efectivamente lo que impacta de Jordi es la calidad de su trabajo y la humildad con la que lo afronta. Personalmente lo he encontrado como un ejemplo inspirador. Gracias por seguir este espacio. ¡Un abrazo fuerte!
Hermoso artículo y maravillosas fotografías. Abrazos.
Enhorabuena por la entrevista, transmite emoción, y por tu magnífico trabajo divulgativo en esta web.
Mil gracias 🙂