Uno de los primeros fotógrafos genuinamente postmodernos, Friedlander ha influido a toda una generación con su orden dentro del caos.
Por Óscar Colorado Nates*
Desde muy joven, Lee Friedlander, se había convertido en un trotamundos que había recorrido en auto materialmente todo su natal Estados Unidos. Pero cuando tuvieron que reemplazarle quirúrgicamente ambas rodillas debido a la osteoartritis en 1994 y 1995 se enfrentó a la peor tortura imaginable para un fotógrafo como él: quedarse atado en casa.
Quien hubiera visto a Friedlander haciendo estas fotos de floreros, quizá no habría podido creer que aquel hombre robusto había publicado más de 40 libros, recibido todos los galardones imaginables, incluido el Premio Hasselblad, obtenido becas, medallas y subvenciones para crear lo que a primera vista podría parecer un enorme conjunto de fotos extraídas de un álbum fotográfico poco afortunado. Ahí, arreglando tallos en un florero estaba un Doctor en Bellas Artes por Yale y la University of Pennsylvania.

Ese proyecto de flores, o mejor dicho de Tallos (Stems), se convirtió en uno de los escasos aportes en el género de la fotografía floral de los últimos años[1], y en él se plasmaba esa mezcla extraña de complejidad y caos en un sujeto simple a quien nadie le presta atención.
Con gran cuidado Lee Friedlander compuso las fotos y las impregnó con la visión que le ha caracterizado durante sesenta años de oficio.

Parecen fotografías ordinarias, un poco más abigarradas de lo normal y parecidas a las de alguien que no tiene ningún oficio ni arte. Pero estas estampas son acertijos mucho más profundos y complejos de lo que parece a simple vista.
Primera Parte: Los inicios
Lee (Norman) Friedlander nació un 14 de julio de 1934[2] en el pequeño poblado de Aberdeen, Washington, a una centena de kilómetros de Seattle. Hijo de inmigrantes, el padre era judío alemán y la madre luterana de origen finlandés.[3]
Primeras fotografías
Desde los 14 años[4], Friedlander quedó prendado de la fotografía: “Ser testigo del nacimiento sobre el papel en blanco del retrato de su padre […] cambió su vida. «Es una imagen indeleble en la memoria. Parte de la brujería a la que pertenezco», recuerda Friedlander. Así decidió ser fotógrafo.[5]”
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El propio artista abunda: “Fui al cuarto oscuro y alguien sumergió un papel en algo que parecía agua, hasta que una imagen apareció: Era magia pura. Mi familia tenía una cámara que yo empecé a usar. Desde entonces lo único que quise hacer fue tomar fotografías.[6]” Era 1948.
Su primer trabajo profesional llegó cuando una dama residente en Aberdeen le pagó para que hiciera las fotos de un perro que aparecería en una tarjeta navideña.[7]
Adiós, mi Aberdeen querido
Lee siguió trabajando como fotógrafo hasta que terminó la escuela media superior. Al graduarse emprendió la marcha hacia California[8] para estudiar en la escuela del Art Center. Sin embargo, el encuentro con la educación fotográfica formal no le sentó bien. Se aburría miserablemente: “No me interesaba hacer fotos de cubiertos ni vasos. Eso se suponía que era un requisito.” [9]
En lugar de eso, prefería sentarse en las clases avanzadas donde enseñaba Edward Kaminski, pintor y fotógrafo. “Faltaba a otras asignaturas para ir a su clase… Era un tipo interesante y me gustaba lo que decía. De alguna manera él promovía la experimentación[10]”, recuerda Lee.

La estancia en el Art Center fue breve. Abandonó la escuela y Kaminski alentó a Friedlander para que el joven se mudara a Nueva York. Lee empacó y se marchó al otro lado del país para comenzar una nueva etapa como fotógrafo freelance.
A mediados de la década de 1950 el foto-reportaje había alcanzado un punto álgido y Lee obtuvo buenas asignaciones fotográficas en publicaciones como Life o The New York Daily News[11].
Para 1955, Friedlander estaba bien asentado en el mundo editorial y publicaba regularmente en revistas como Esquire, Sports Illustrated, Holiday, McCall’s, Collier’s y Art in America.[12]
Aunque tendría un papel mucho más importante e interesante al convertirse en fotógrafo de portadas para Atlantic Records.
El fotógrafo de las portadas
En 1958 Friedlander se casó con María DiPaoli. Se mudaron a un pequeño poblado por el Río Hudson -donde todavía viven juntos[13]. Fue por aquellos años comenzó a realizar fotografías de músicos de Jazz y Rhythm & Blues para Atlantic Records. Realizaría incontables portadas para este sello grabador hasta entrada la década de 1970. Desde entonces el Jazz ha sido un elemento fundamental en la vida de Lee Friedlander[14].

Durante 20 años pasaron frente a la cámara de Friedlander luminarias como Duke Ellington, John Coltrane, Ray Charles, Charlie Mingus, Miles Davis o Joe Turner, por mencionar solamente algunos nombres[15].

Esta fue una actividad privilegiada y un testimonio del dominio de Friedlander había alcanzado en el manejo de la luz, la composición, pero muy especialmente, del contacto con el sujeto.
Joe Dorn, productor en Atlantic Records, ensalzó la habilidad de Friedlander por rescatar el lado íntimo del artista: “Las fotografías de Lee muestran a esta gente cuando no eran quienes eran.[16]”
Ron Howard explica que los retratos de Friedlander contribuyeron a darles a estos músicos excepcionales el respeto y admiración que merecían[17].
Algunas de las portadas con fotografías de Lee Friedlander:
Sin embargo, Lee no estaba centrado únicamente en las imágenes para revistas ni las fotos para portadas de disco. De hecho, estaba dedicado -en el fondo- a la fotografía de paisaje: Un paisaje llamado sociedad.
Segunda parte: Temas y Sujetos
Aunque los encargos comerciales pagaban las cuentas en el hogar de los Friedlander, lo que Lee realmente disfrutaba era salir y hacer fotos de aquello que atrapaba su atención: pantallas de televisión en hoteles, autorretratos, maniquíes en aparadores, monumentos, árboles, parques…

Eran fotografías personalísimas, íntimas, hechas como si nadie las fuera a ver nunca. Además de incluir sujetos banales, no se asemejaban a la obra de un profesional, sino el producto de un aficionado con sus errores más típicos. Eran imágenes que lucían descuidadas: No parecían dar pista alguna al observador de haber sido hechas por un artista que se ganaba la vida haciéndole fotos a las grandes luminarias del Jazz.
Pero con este trabajo personal, Lee Friedlander empezaba a construir un corpus temático y una gramática propia que le garantizarían un lugar entre los fotógrafos destacados de la historia.
Una forma de acercarse al universo visual de Lee Friedlander es revisar los temas y sujetos que ha explorado a lo largo de su prolífica carrera. Es importante tener en mente que no necesariamente existe un orden cronológico, pues en algunos casos una misma serie puede haber sido hecha de manera simultánea con otros y varios de estos ejes temáticos fueron tratados por Friedlander a lo largo de varios años, incluso décadas.
Las pantallas chicas
En el siglo XXI vivimos la llamada era de la conectividad donde las redes sociales, los dispositivos móviles y la permanente disponibilidad de Internet generan un ecosistema social, informativo y de entretenimiento como nunca antes había existido.
Ahora bien, en la década de 1960 el entorno era muy distinto y estaba dominado, al menos en Estados Unidos, por una nueva deidad que ocupaba los altares domésticos: la televisión.

Lee Friedlander realizó entre 1961 y 1969 un conjunto de fotografías aparecen televisiones encendidas en lo que parecen ser cuartos de hotel[18]. Es un conjunto enigmático donde aparecen rostros, a veces ojos, que más que ser vistos parecen mirar:
“Las pantallas televisivas son intrusas en la casa, donde actúan como voyeurs más que como objetos cuyo único propósito es el ser visto. Lo que provoca que cada fotografía [de Friedlander] sea aún más incómoda es la ausencia del televidente. Por otra parte, las imágenes que brillan en la pantalla parece que adquieren una cierta humanidad y, entonces, sustituyen al espectador.[19]”

Desde nuestro aquí y ahora, de teléfonos inteligentes y social media, tal vez las imágenes que aparecen en el tubo de rayos catódico puedan decirnos poco. Pero para el tiempo y sociedad de Friedlander eran un conjunto de imágenes de la cultura popular, rostros familiares que iban desde políticos hasta celebridades de su tiempo. Tal perecería que ofrecían “…casi una compañía al viajero. Esas habitaciones solitarias y anodinas de la década de 1960 (¿Son distintas ahora?) sirven como telón de fondo a las presencias espectrales de la televisión.[20]”

La serie terminó publicándose con el título Little Screens, prologado nada menos que por Walker Evans quien escribió: “Friedlander humaniza el brillo constante de la pantalla de modo que la gente en las imágenes se convierte en un sustituto de las personas que no están ahí.[21]”
Estas fotografías aparentemente sencillas de un sujeto casi aburrido, cobran una relevancia totalmente distinta cuando se entiende que no se trata de lo que está ahí, sino de lo ausente: El cuarto de hotel manifiesta el vacío, lo solitario y melancólico. Hablan de lejanía. Y la televisión lo único que hace es subrayar la ausencia.
Un paréntesis sobre la composición en Friedlander
Cuando se observan las fotografías de pantallas de Friedlander parecen imágenes sin mayor alcance, no una de esas escenas oportunamente atrapadas por Cartier-Bresson y su Momento Decisivo. Pero subyacen un conjunto de elecciones y decisiones formales de gran cuidado. Por eso, merece la pena hacer un breve paréntesis sobre una de las estrategias de composición en Lee Friedlander que nos irán dando elementos para comprender mejor su trabajo y profundizar en sus fotografías, a veces aparentemente incomprensibles.
De los puntos áureos al Rabatment
Desde la antigua Grecia la divina proporción derivó en los famosos puntos áureos, que a su vez se convirtieron en la muy conocida “regla de los tercios”, estrategia de composición muy socorrida en fotografía.
Como todo fotógrafo ha de saber, la regla de los tercios es una guía de composición muy útil que brinda armonía y dinamismo a la organización de los elementos en el encuadre.
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Sin embargo, cuando Oskar Barnack diseño las cámaras Leica y utilizó una película de cine de 35mm, la proporción del rectángulo es más alargado en su base que el de la Divina Proporción. Así, la regla de los tercios no siempre se puede aplicar de manera afortunada al formato de 35mm, que -por cierto- es el utilizado en todas las cámaras réflex digitales actuales.
Lee Friedlander emplea en esta primera etapa de su vida el formato pequeño de las Leica de 35mm y, por tanto, debió enfrentarse a los problemas que supone tratar de usar la regla de los tercios con este formato.
Afortunadamente el fotógrafo había estudiado con Edward Kaminski, quien también era pintor. Aunque es mera elucubración, no sería extraño que el mentor hubiera enseñado a su pupilo una manera más sofisticada de composición, utilizada en la pintura, que es la del Rabatment. En fotografía Edwin Westhoff ha preconizado el uso de esta técnica compositiva en lo que él llama el Método de las Diagonales[22].
El Método de las Diagonales, o componer con el Rabatment, implica trazar una diagonal de 45º desde las esquinas del encuadre y alinear el punto de interés justo donde esté situada la diagonal. Esto logra una composición dinámica, pero que se ajusta mejor a los formato más alargados (como los panorámicos) o a los cuadrados.
Al observar detenidamente las fotografías de Lee Friedlander, nos hemos encontrado con relativa frecuencia disposiciones de los elementos en el cuadro que sugieren una composición más cercana al rabatment que a la proporción áurea.
No es posible saber si Friedlander aplica conscientemente o no el rabatment; no ha escrito nada sobre el tema y él, tan renuente a las entrevistas, seguramente tampoco nos lo diría. La reincidencia en un tipo de arreglo específico indica una intención.
De modo que las fotografías de Lee Friedlander están muy lejos de ser imágenes silvestres, vernáculas. Las fotografías de pantalla cobran una nueva dimensión cuando se trazan, imaginariamente, las diagonales y se descubre que los elementos esenciales de la imagen se encuentran alineados con ellas.
Friedlander resulta ser, entonces, un fotógrafo especialmente refinado que utiliza herramientas de composición más sofisticadas que lo usual.
Del snapshot a la trasgresión de reglas
Al analizar otros proyectos de Friedlander podremos ir viendo en qué medida desafía a las reglas y cómo va convirtiéndose en un autor cada vez más complejo.
Quizá lo que mas engaña al observador es la elección temática pues en los sujetos de Lee Friedlander no hay nada grandilocuente. Es muy fácil ver una foto hecha por él del trompetista Miles Davis y apreciar ese aire de dignidad con el que dota al gran master of cool.

Pero cuando se observa una fotografía de Lee con una calle atestada de signos, un autorretrato de su reflejo en una vitrina o una simple fotografía de la pantalla de una televisión en un hotel, es mucho más desafiante para el observador por lo mundano del sujeto. Es una trampa porque, al asumir que es un tema sencillo, la foto lo será, cuando es todo lo contrario.

Y precisamente ese es uno de los aportes fundamentales de Lee Friedlander: da la espalda a los criterios de valoración fotográfica propios de las vanguardias y post-vanguardias modernistas para iniciar una etapa auténticamente post-moderna.
Friedlander se alejó del resto de sus contemporáneos al buscar sus propias estrategias temáticas y compositivas, que implican un dialecto distinto dentro del lenguaje fotográfico.

Si Paul Strand había ensalzado los méritos de la fotografía directa, Friedlander llevaba al extremo la visión de lo mundano que había iniciado Walker Evans.
En resumen, es importante al leer las fotografías de Friedlander que no son ejercicios casuales, ni fotografías “instantáneas” (snap shots).

Tal vez Lee Friedlander no podría ser considerado el primer generador del post-modernismo fotográfico, pero ciertamente fue uno de sus impulsores iniciales.
De las pantallas a los coches
Una parte crucial de la cultura estadounidense de mediados de la década de 1960 era el culto al automóvil: La presentación de los nuevos modelos era todo un evento que anticipaba con ansia la industria mediática porque era una enorme fuente de ingresos publicitarios.
“Los automovilistas veían a sus autos, a mediados de 1950, como una extensión de sí mismos. Los cambios en el diseño presionaban al consumidor a reemplazar sus autos cada año no por falta de desempeño, sino por falta e estilo. El diseño automotriz, con sus distintivas aletas y énfasis en el cromo, así como como la publicidad reflejaban el enamoramiento de Estados Unidos con la nueva tecnología, los aviones jet y la era atómica.[23]”
El imaginario que incluía los jets y la tecnología atómica eran parte de lo que esperaban los editores de la Harper’s Bazaar para la presentación de los nuevos modelos 1964.
No resulta, pues, extraño que la famosa revista Harper’s Bazaar realizara un especial para la presentación de los modelos 1964. Ruth Ansel y Bea Feitler, jóvenes directivos en esa revista, contrataron a Lee Friedlander -para entonces bastante reconocido en el mundo editorial- y le encargaron construir una serie fotográfica para mostrar los nuevos automóviles[24].
Lo que nunca esperaron Ansel y Feitler fue que el fotógrafo se pusiera “creativo” y decidiera aplicar dos estrategias nunca antes vistas: aparentar que el sujeto principal de la fotografía resulta secundario mediante la inclusión de elementos que “estorban” en el primer plano, y dotar de contexto urbano a las imágenes.

Normalmente se espera que en una fotografía de producto sea el objeto a promover el centro de atención: se ha de eliminar cualquier elemento distractor. Por otro lado, en esta clase de fotografía prima el carácter aspiracional: se coloca al producto en un entorno que provoque la proyección del espectador, es decir, que el observador quiera estar ahí. Suelen ser imágenes impecables en ambientes idealizados donde querría verse a sí mismo el comprador potencial.
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Friedlander hizo todo lo contrario: puso en segundo término a los autos y los colocó en los entornos urbanos más banales[25] donde realmente serían utilizados, de modo que alteró absolutamente los cánones más elementales de la fotografía publicitaria. Sin embargo, trastocó estas reglas de forma intencional y con una estrategia.

Evidentemente las fotografías fueron rechazadas por los editores de Harper’s Bazaar[26]: Temieron que los fabricantes de autos se ofendieran y retiraran su publicidad. De modo que pagaron por las fotografías y las guardaron en el cajón más recóndito que pudieron encontrar[27]. Muchos años después, hasta 2011, esta serie saldría a la luz publicada como libro con el título The New Cars 1964.

Sean O’Hagan esclarece que “Estas fotografías son brillantemente subversivas, no solamente porque con frecuencia los autos están escondidos detrás de objetos en el primer plano o porque se ven detrás del reflejo en algún aparador. En una, el coche luce detrás de una gran pila de neumáticos; en otra, el capó es apenas visible desde la ventana de una cabina telefónica. Es fácil entender el punto de Harper’s Bazaar, pero como evidencia de la precoz imaginación fotográfica de Friedlander, la serie The New Cars es una revelación.[28]”
Así como el rabatment es una de las estrategias compositivas de Lee, vale la pena tomar nota de estas dos maniobras (colocar al sujeto principal en segundo término y explicar el contexto banal), van conformando el vocabulario particular en la gramática fotográfica de Friedlander.
Autorretratos: entre sombras, reflejos, acechos y estrategias
Durante la década de 1960, Lee Friedlander trabajó diferentes temas en la calle, algunos los repetiría a lo largo de su vida, como es el caso de autorretratos peculiares. Muchas veces recurrió a mostrarse en el reflejo de una vitrina o entrometiendo su propia sombra en el cuadro.

La inclusión de la sombra del fotógrafo fue explorada durante el modernismo por László Moholy-Nagy, Umbo o André Kertész. En aquel momento era claramente una transgresión que había sido condenada como una falta de pericia fotográfica desde principios de siglo. Incluso ya en 1905 el Annuaire général et international de photographie existían catálogos de errores fotográficos[29].
Muchos fotógrafos han explorado su propia sombra:

Dice Clément Chéroux que “Toda fotografía es juzgada de manera diferente según el lugar en el cual se muestra la imagen, según las manos en las que se encuentra y sobre todo de los ojos que la miran. Así una misma imagen puede parecerle fallida a un aficionado, irrecuperable a un profesional, pero ser interesante para un artista.[30]”
Y es que la sombra “De ser considerada como un indicio molesto, que traicionaba la objetividad del proceso de producción, se convirtió en el signo reivindicado de un autor que se afirma…[31]”

Michael Kimmelman explica que Lee Friedlander “convierte un error común de amateurs en un leitmotiv sublime e interesante. Su sombra juega un papel de alter ego: Sobrepuesta a la espalda de una mujer envuelta en pieles, colgando de una lámpara mientras pasa un desfile, reclinado como un muñeco de peluche en una silla, o capturada en una puerta giratoria. Un ángulo conceptual involucra el realismo en la sombra de Friedlander poniendo en juicio la noción de que las fotografías son ventanas hacia el mundo mudas y sin intervención.[32]”
La sombra misma se convirtió en centro de interés con fotógrafos de las vanguardias como Istvan Hanga, quien utiliza este elemento como parte crucial de su quehacer artístico. Lee Friedlander juega con la ambigüedad, pues utiliza su sombra de modo que es, en el fondo, el sujeto de su fotografía como en el caso de Istvan Hanga, pero que se incluye de un modo tal que aparenta ser un error para el observador casual.

Este elemento es muy importante en la estrategia de Lee Friedlander: más que romper la regla, la pasa por alto. Esta exploración del supuesto “error fotográfico” también inspiraría a otros artistas como Bertrand Lavier, Sigmar Polke, Jean-Michel Othoniel o Gerhard Richter[33].
Lee juega con lo mucho que revelan la sombras y lo que esconden los reflejos.
Del error al acecho
Merece la pena revisar aquella fotografía en la que Lee Friedlander proyecta su sombra sobre la espalda de una mujer que porta un abrigo de pieles.

Además de lo ya dicho acerca de la sombra, en esta escena podemos encontrar a un cazador al acecho, a punto de abalanzarse sobre su presa. Habría que recordar entonces a Susan Sontag cuando dice que “Hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente.[34]”
Pero este acecho no es atemorizante; en Friedlander siempre existe un elemento lúdico. Él mismo explica: “Los fotógrafos siempre luchan por evitar su propia sombra y yo siempre he creído que es una criatura graciosa, de modo que le deje entrar por un tiempo.[35]” Y abunda: “Al principio mi propia presencia en las fotos era, a un tiempo, fascinante y perturbadora. Pero conforme pasó el tiempo y comencé a explorar otras ideas en mis fotos, pude reírme un poco de esos sentimientos.[36]”

Aunque sus primeros autorretratos se remontan a los inicios de la década de 1960, resulta interesante que es un tema que ha permanecido en el trabajo de Lee Friedlander durante más de cincuenta años.

Maniquíes
Dentro de la escena urbana, unos sujetos que atraparon la atención de Lee Friedlander a principios de la misma década de 1960 fueron las vitrinas con mercaderías y sus reflejos.
Ya desde Eugène Atget el sujeto había sido tratado extensamente y fue, también, explorado por Lisette Model o John Deakin.

Friedlander hizo, por su parte, fotografías de escaparates en San Francisco, Los Ángeles, Tucson, Nueva Orleans, Newport, Nueva York[37]. Al hacerlo reflexionaba sobre el sexo, la moda, el consumismo y recobraba algo del surrealismo involuntario de Atget[38].
Con este sujeto, Friedlander explora un elemento nuevo en su dialecto personal: la yuxtaposición de planos.

El escaparate tiene una doble capacidad de transparencia y reflexión donde pueden confluir dos escenas dispares. Pueden parecer una exposición múltiple y dan pie a numerosos juegos de percepción: Mediante una operación mental, el observador puede jugar a ver dos escenas totalmente distintas o combinarlas como una sola imagen.
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“Friedlander manipula los reflejos de las vitrinas de forma retozona. Un torso se convierte en un edificio, una cabeza se disipa en la nubes…[39]”

Norman Borden explica que “Para este cuerpo de obra, Friedlander superpone los reflejos de un edificio o el horizonte sobre los maniquíes o vice versa. Muchas de estas imágenes incluyen muchas de las huellas típicas de Friedlander; su propio reflejo y autorretrato en la vitrina, el abigarramiento y el caos. Con frecuencia hace tomas contra picadas de modo que los modelos lucen enormes…[40]”
Nuevamente, el fotógrafo transgrede los cánones: “La compresión de planos, tan común en las fotos de Friedlander, viola la regla tácita en la que la fotografía ha de representar la profundidad como es percibida por el ojo humano.[41]”

Aunque estas exuberantes imágenes de Friedlander podrían parecer, en ocasiones, un completo caos, siempre existe una lógica subyacente, un juego perceptivo, alguna superposición o yuxtaposición. Son imágenes jeroglíficas donde suele haber una adivinanza. El observador apresurado se perderá este juego, pero el paciente tendrá una doble satisfacción en esta y otras fotografías de Friedlander: la de dar con la pregunta escondida y, por supuesto, hallar la respuesta.
El Paisaje Social
La década de 1960 implicó para Estados Unidos, una poderosa convulsión social. La fotografía encaró en ese tiempo su propia revolución: Los fotógrafos comenzaron a buscar lenguajes propios, temas poco explorados. El modernismo de las vanguardias y post-vanguardias había dotado a la fotografía de un lenguaje propio y de una categoría aparte en el mundo del arte. Sin embargo, aquellas reglas comenzaban a convertirse en apretados corsés que, en la década de la minifalda, estaban de sobra.

Liberados del formalismo post-vanguardista y con una revaluación palpable del trabajo de artistas como Eugène Atget o Walker Evans, los fotógrafos de la década de 1960 comenzaron a experimentar en todos los ámbitos: Desde la adopción de temas cotidianos, paisajes aparentemente insípidos, la propia turbulencia social hasta transgredir las fronteras de lo fotográficamente aceptable, fue un tiempo donde la sociedad dio un salto al vacío.
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El trabajo del suizo Robert Frank en Estados Unidos, a mediados de la década de 1950 inició la revuelta más importante en la historia de la fotografía documental. Su trabajo Les Américains inspiró a toda una generación de fotógrafos y su influencia hoy sigue siendo un testimonio del legado e impronta de esta obra esencial.
Frank inauguraba un nuevo tiempo. La década de 1960 vería cómo Garry Winogrand salía a la calle a fotografiar compulsivamente mientras que Diane Arbus buscaba toda clase de fenómenos y deformes para retratarlos. Era un momento en el que Robert Adams creaba paisajes impasibles o Lewis Baltz hacía fotos de una nueva e insípida topografía estadounidense.

Y entre esos creadores Lee Friedlander, con un ojo en el Jazz y otro en la sociedad, conformó eso que él mismo denominó el Paisaje Social[42].
“Friedlander se ha convertido en una figura central en el concepto del «paisaje social» al registrar la vida cotidiana mediante una observación crítica. Su obra implica un «nuevo paradigma documental» donde la innovación formal y la libertad hacia el establishment estético ha influido en el trabajo de numerosas generaciones de fotógrafos quienes le han sucedido.[43]”

Cuando Friedlander se acerca a este paisaje social nos lleva a un concepto que implica mucho más que observación: invita a la contemplación.
El término paisaje es afortunado porque así como el observador obtiene un cierto movimiento interior cuando contempla un paisaje, unas montañas por ejemplo, al hacerlo frente a la sociedad no se puede ser un ente pasivo.

Por otra parte el paisaje implica un cierto distanciamiento: hay que alejarse para contemplarlo. Si las fotografías de Garry Winogrand se hacían, parafraseando a Francisco Mata Rosas, “a bayoneta calada[44]” las de Lee Friedlander implican, necesariamente una distancia que se convertía en la capacidad de observar el conjunto a través de sus manifestaciones.

“La obra de Friedlander se ha interpretado a la luz del concepto de «paisaje social», no se refiere a su arte de ser un arte de la fotografía de paisaje, sino a la interacción entre los seres humanos y su medio ambiente. Él encuentra sus temas principalmente en espacios públicos como las calles de ciudades, aeropuertos y parques, y también ha fotografiado la naturaleza, marcada por la humanidad. Sus temas preferidos son los más cotidiano. Friedlander rehuye la sensacional y el efectismo.[45]”
Curiosamente este fotógrafo crea un paisaje social desprovisto de personas en la escena.
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New Documents
La exposición que puso a Friedlander en la mira del mundo fue, a no dudarlo New Documents de 1967, donde compartió cartel con Garry Winogrand y Diane Arbus.

Esta exposición fue organizada por el curador de fotografía del Museum of Modern Art de Nueva York, John Szarkowski.
Con New Documents, el documental ya no trataba acerca de reformas políticas ni sociales, sino registros “introvertidos”, como los llama Steve Edwards[46]. Con esta exposición, Szarkowski inicia una nueva era en el documental donde inicia un nuevo acercamiento donde se transfunden sujeto y fotógrafo. “El resultado es tan directo que introduce al observador en la imagen.[47]”

El curador puso en riesgo su reputación, pues la exposición transitaba por el “filo de la navaja[48]” al apoyar una estética totalmente divergente a los cánones que tanto había costado establecer durante el modernismo. La muestra fue recibida fríamente: Críticos como Jacob Deschin, del New York Times, se sumaron a la estupefacción del público[49].
La influencia de esta exposición sería enorme: el trabajo del trío Arbus-Friedlander-Winogrand impactaría las siguientes generaciones de creadores como Eugene Richards, Alex Webb, Bastienne Schmidt, Larry Fink, Ranghubir Singh, Donna Ferrato o Nick Waplington[50], por mencionar solamente algunos nombres.

D. Coleman explica que a partir de esta exposición, “Arbus, Friedlander y Winogrand replantearon la manera en que los fotógrafos usaban sus cámaras, lo que alteró cómo lucían las imágenes, donde el papel participativo del creador en el evento fotográfico transformó la manera de interpretar su trabajo.[51]”

De los tres creadores en la exposición, Friedlander parecía desmarcarse de forma más evidente al enfocarse más en el problema específico de crear una imagen y donde mostraba el paisaje social de una forma mucho más sutil, a partir de los objetos y lugares cotidianos. La humanidad en la fotografía de Lee es más una emanación que una explicitación.
En cierta forma, el trabajo de Lee Friedlander se refería más al “amueblado cultural[52]” que a la sociedad misma.

La exposición New Documents ponía de manifiesto una nueva manera de comprender a la fotografía como un medio que no era, de ninguna manera, neutral. Se asumía que la fotografía es el registro de las opiniones de sus autores, de modo que se creaba una tensión “entre sus aspectos descriptivos, traslativos, interpretativos y transcriptores.[53]”
La sociedad de Lee Friedlander se refleja en sus monumentos, sus autos, sus aparadores, sus pantallas de televisión.

En Friedlander queda manifiesta una opinión. Ya no es la fotografía “ventana” de la que hablaba el propio Szarkowski, donde el autor es un mero testigo; se trata de un espejo donde el artista se incluye a sí mismo. Si con Robert Frank se había rozado la frontera documentador/opinador, Lee Friedlander rebasaría estos bordes sin empacho. Sus fotos ya no pueden leerse como documentos ni registros, sino como opiniones idiosincráticas, plagadas de decisiones personales tanto en la elección del sujeto como en su tratamiento formal.
Casas y monumentos
Uno de los fotógrafos que más han influido en la obra de Lee Friedlander es Walker Evans. El influjo de este creador en la obra de Lee Friedlander es más patente en dos cuerpos de obra: American Monument y Stick & Stones.
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El primero, como su nombre lo anticipa, es una colección de monumentos a los que Friedlander otorga un tratamiento similar al de los New Cars 1964. En este proyecto Friedlander superpone el plano de fondo con el primer término de manera deliberada. Esta serie, de 1976, explora los monumentos estadounidenses y, nuevamente, brotan las extrañezas: Friedlander coloca, intencionalmente, su punto de interés alineado exactamente con alguna forma en el plano de fondo.

Es un error típico de principiante cuya mente le hace una jugarreta: observa el punto central y se desinteresa por todo lo que le rodea. Aunque Friedlander no es un novato y estas yuxtaposiciones son desafíos claros a las normativas fotográficas.

Por otra parte, los monumentos incluyen el contexto de la América frívola que le rodea. El fotógrafo no está dignificando al monumento, sino que lo está incluyendo en la banalidad estadounidense. Puede ser un aguda crítica o una interesante mirada irónica. Friedlander deja siempre la puerta abierta. Sus fotografías no son como historias cerradas con un “y fueron felices para siempre”.
No es posible pronunciarse y pontificar sobre ellas: Cada quien obtendrá de esta obra lo que quiera. No se trata tanto de leer como de dialogar con las fotos de Friedlander. Esta es una aportación importante que puede tenerse en mente al leer estas fotografías: el observador deja de tener un papel pasivo y es invitado por el autor a descubrir lo que le venga mejor, sin imposiciones.

En cierta medida, la fotografía de Lee Friedlander no puede ser tasada con medidas “intencionalistas”, es decir, hay la posibilidad de dejar un poco de lado la pretensión del autor para dejar en manos del observador la interpretación no de lo que quiso decir el autor, sino de lo que está en la foto.
Stick & Stones
Stick & Stones no es un recuento de la arquitectura urbana estadounidenese ni la preservación de un espacio físico: parece tratarse, más bien, de un ejercicio lúdico de composición. Encontramos arreglos bidimensionales donde el autor siempre juega con un techo cortado, alguna forma que “estorba” en el primer plano.
El mundo orgánico de Lee Friedlander
Apple & Olives
Existen cuatro proyectos de Lee Friedlander que tienen al mundo orgánico como columna vertebral. Algunos de ellos fueron realizados a lo largo de años, mientras que otros son de corto aliento.
Se trata de Apple & Olives, donde el fotógrafo retrata olivos y manzanos, Blossom Time in Japan con el florecimiento de los cerezos, Stems que rescata la belleza de los tallos en la fotografía floral y Frederick Law Olmsted, donde retrata los rincones de parques diseñados por uno de los arquitectos de paisaje más importantes de Norteamérica.

En el caso de Apples & Olives podemos apreciar un trabajo realizado durante siete años (1997-2004) en Francia, Italia y España[54]. En esta época Lee Friedlander deja a un lado su Leica de 35mm para adoptar un formato distinto al usar una Hasselblad Superwide[55].
Esta elección le permite saturar totalmente el cuadro. Tampoco debería pasarse por alto que en el formato mediano el negativo es mucho más grande que el de 35mm y, por tanto, permite crear imágenes mucho más detalladas.

Friedlander ha sofisticado su mirada cada vez más. Si con sus maniquíes ya jugaba con la compresión de los planos visuales para generar una realidad bidimensional más aparente, con estas fotografías lleva esta idea al extremo y, además, trabaja con la complejidad de luces y sombras como una expresión plana.
Dice Friedlander que: “Las fotografías siempre muestran el modo en el que la cámara ve. La cámara hace algo distinto a lo que nosotros vemos. […] cuando tengo una cámara nueva me puede tomar años hasta que me siento realmente en sintonía con ella.[56]”

“A lo largo de su carrera, Friedlander ha utilizado, consistentemente, a un sujeto específico (como el paisaje urbano, el desierto, o los manzanos y olivos) para explorar la dimensión plana de la fotografía. De manera más específica, en estas obras se trata de una bidimensionalidad fotográfica con la que él juega de forma sofisticada. Friedlander es un maestro en la creación de unidad de una diversidad de formas y tonos para reducirlas al plano de las dos dimensiones. En este nivel el sujeto es arbitrario e irrelevante[57].”

Al observar estos trabajos de Lee Friedlander se descubre que hay un eco al trabajo del expresionista abstracto estadounidense Jackson Pollock. Si se convierten las fotos de Friedlander en expresiones en blanco y negro puro, al ponerlas junto a los drippings de Pollock existe una similitud insospechada. El trabajo de Lee “se vuelve más caótico y claustrofóbico.[58]” En Pollock existe una nueva forma de trabajo donde no se utiliza el espacio desde la perspectiva, lo cual pude generar una sensación de inestabilidad en el observador.
Nuevamente, el sujeto pasa a tener una importancia secundaria. No se trata de fotos de jardines o árboles, se trata de juegos de formas yuxtapuestos que generan textura.
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Hace falta un ejercicio mental para abstraerse de la naturaleza del sujeto y concentrarse en las formas.
Frederick Law Olmsted
Respecto de su trabajo en Frederick Law Olmsted, hace fotografías en Nueva York y su famoso Central Park, pero también viaja hasta las Cataratas del Niagara, Louisville en Kentucky o el parque World’s End en Massachussetts.[59] En este trabajo también juega con las formas orgánicas de ramas y hojas con los elementos fabricados por el ser humano.

Como en el resto de estas colecciones hay un desconcierto sobre el sujeto: ¿Cómo pueden ser estas ramas y hojarascas algo digno de ser fotografiado? Y esa es una pregunta que subyace en todo momento al observar la fotografía de Friedlander: ¿Por qué fotografío esto? ¿Y por qué de esta manera?
Blossom Time in Japan
Blossom Time in Japan Friedlander combina el “… comprimir una naturaleza caótica en el espacio abstracto formal y contenido con una sensibilidad Zen menos intrusiva. Estas imágenes de Friedlander son evocadores de pinturas japonesas del desplazamiento de la pluma y tinta. Las ramas de los árboles se convierten en movimientos de la caligrafía. Son reflexiones árboles de cerezo en el agua, donde las flores flotan delicadamente sobre la superficie; debajo nadan los peces Koi para crear una profundidad brillante y delicada que invita al lector a formar parte de la hermosa serenidad del jardín japonés[60]… ”
Stems
Dentro de lo que podríamos llamar la “obra orgánica” de Friedlander tenemos un último cuerpo de trabajo donde hay un motivo y un desarrollo totalmente distinto. Realizado entre 1994 y 1999, el proyecto inició cuando el fotógrafo fue diagnosticado con artritis, lo que le ató a su hogar durante la recuperación de los procedimientos quirúrgicos necesarios para reemplazar sus rodillas[61].”

Es un trabajo inusitado. El propio fotógrafo explica: “No sólo es que los tallos caigan en un arreglo caótico; los floreros producen una suerte de resplandor óptico que agrega una nota perversa a las cualidades ópticas de las lentes finas para cámara fotográfica. Las refracciones, exageraciones y atropellos de luz ocurrieron de forma natural, con una especie de efecto hostil[62].”
Desde el coche
Uno de los cuerpos de obra de Lee Freidlander que se han exhibido recientemente es America by Car. Se trata de un conjunto de escenas y paisajes estadounidenses realizadas desde el asiento de un auto.

Viajó por 50 estados[63] y desde coches rentados[64] hizo fotografías donde incluyó volante, espejos retrovisores, salpicaderos. En este trabajo lleva al extremo la complejidad de las composiciones con un encuadre natural obtenido dentro de triángulos provocados por los postes y elementos del automóvil.
Entre espejos, postes y volantes se cuelan puentes, monumentos, iglesias, moteles, bares[65].

El paragrinaje ha generado una fascinación desde el Éxodo de Moisés hasta los Diarios de Lewis & Clark que eran ya en 1814 un enorme éxito. La ruta motorizada fascinó a Robert Frank, encontró una expresión postmoderna con Stephen Shore y contemporánea, por supuesto, con Lee Friedlander.

“Debido a que Friedlander tiene un sofisticado sentido de la composición y un gran chispa visual, son fotografías que no aburren. Las ventanas recuerdan que, no importa qué lugar de Estados Unidos estemos viendo, somos turistas y estamos simplemente de paso.[66]”
Más que tratarse de un trabajo de paisaje, más bien es una tipología en la línea de 26 Gasoline Stations de Ed Ruscha[67].
Cuatro fotos de la serie 26 Gasoline Stations de Ed Ruscha:
Confluencias con otros fotógrafos
En sus primeros momentos, Lee Friedlander tuvo una cierta influencia de fotógrafos como Eugène Atget, Walker Evans y Robert Frank[68].
Atget y Evans suelen tener un aire de seriedad en contraposición a la actitud más ligera e incluso burlona de Friedlander quien, a veces, puede burlarse de sus sujetos[69].

Al mudarse a Nueva York, Friedlander conoció y se hizo amigo de los fotógrafos con los que confluyó anímica y fotográficamente como Robert Frank, Helen Levitt, Richard Avedon[70], Walker Evans y, por supuesto, Diane Arbus y Garry Winogrand[71].
La inspiración de Walker Evans y Robert Frank hicieron que Lee volviera la mirada a los tranvías, automóviles, escaparates y carteleras[72].

Otra de sus confluencias importantes fue el descubrimiento que hizo, en 1958, del fotógrafo E. J. Bellocq, quien capturó las escenas de los burdeles en Nueva Órleans a principios del siglo XX[73].
A lo largo de su carrera, Friedlander también ha confluido en temas y acercamientos con otros creadores como Josef Sudek y sus escenas hogareñas, August Sander y sus tipologías sociales o Jeff Brows y sus caminos con gasolineras.
La confluencia con Garry Winogrand y Diane Arbus
Desde la exposición New Documents organizada por Szarkowski, se suele comparar a Friedlander con Diane Arbus y Garry Winogrand.
Michael Kimmelman dice que “Con el apetito y aplomo de Winogrand pero con menos de las neurosis de Garry o Diane Arbus; sin la ira y cáustica ironía de Evans – simplemente con ser mucho más tranquilo y ligero, ha logrado a lo largo de los años, refinar un estilo travieso pero inmisericorde. ¿Es aquella una cama en medio de la calle, o un reflejo de la calle en una vitrina de una tienda de muebles? Sus mejores trabajos siempre han requerido un segundo o tercer vistazo, que es -no cabe duda- el punto central en muchas de sus fotografías.[74]”

Y es que “Mientras Winogrand atesoraba fragmentos de realidad y Arbus diseccionaba a la sociedad de la época, Friedlander decidió investigar el mobiliario cultural, los símbolos. La iconografía es el mensaje[75].”

Friedlander se concentró en el sujeto y el objeto común, en lugar de los raros y los fenómenos de Arbus. Si Diane buscaba que entendiéramos y tuviéramos empatía con los relegados, Friedlander hacía lo mismo con el objeto ordinario.
Tercera parte: ¿Un “estilo” Friedlander?
Lee Friedlander tiene una manera específica de trabajar; ha generado un tono propio y, aunque parezcan un desorden total, son rápidamente reconocibles.
Aliteraciones y algoritmos
Este fotógrafo es un maestro de la aliteración, esa repetición notoria de un fonema que suma a la expresividad del verso. “De la misma manera, cuando Lee Friedlander comienza una secuencia de imágenes con una textura o una linea, la repite sobre una serie de páginas con discretas alteraciones.[76]”
Como dice Martha Rosler, el trabajo de Friedlander se convierte casi en un algoritmo visual de elementos que generan ecos en un repertorio conceptual y formal, de imágenes engañosamente simples “pero colmadas con información sobre la vida americana.[77]”
Instantes decisivo
Con Lee Friedlander no necesitamos buscar un Momento Decisivo a lo Cartier-Bresson. Más bien parecería, como dice Mark Stevens, que se trata de lo que ocurrió después del instante crucial[78].
Las fotos de Friedlander invitan a una repetida lectura, a pesar de que al principio no se reconozca nada especial. Mientras que en Winogrand siempre había algo impactante, en las placas de Lee no aparece nada espectacular. Sin embargo, después de una observación minuciosa, comienzan a aparecer giros[79]. En realidad parecería que el Instante Decisivo se da cuando el observador descubre el guiño que quiso hacerle Lee Friedlander.
Lo mundano
Como diría Olivier Duong, la fotografía de Friedlander puede ser de sujetos mundano, pero no es un trabajo trivial[80]. Para Friedlander no se trata únicamente de documentar el mundo. Peter Galassi indica: “La fotografía no es simplemente una forma de atrapar imágenes, sino una forma de relacionarnos con el mundo[81].”

Yuxtaposiciones
Uno de los elementos que aparecen con mucha frecuencia en las fotos de Lee Friedlander son las yuxtaposiciones visuales, es decir, el modo en el que pone una forma junto a otra. Friedlander combina signos, reflejos, sombras, texturas, las encima, las compara, las confunde. Son combinaciones complejas y dinámicas hechas con sujetos banales.

Sus fotografías más que registros son comentarios del paisaje social “que revelan los absurdos y fallas de la vida urbana. Son imágenes que entregan una visión ingeniosa pero incómoda del Estados Unidos contemporáneo.[82]”
El caos
Las imágenes de Lee Friedlander parecen caóticas, pero esconden realmente un sistema. “Del caos ha construido imágenes repletas de capas, frecuentemente con yuxtaposiciones caprichosas y espacios comprimidos y fracturados que coinciden, brillantemente, con nuestra experiencia visual de la vida actual.[83]”

Ciertamente, no cualquiera es capaz de transformar el desorden en sistemas, pero Friedlander lo logra[84].
El encuadre de Friedlander está densamente empaquetado, casi parecería que no aísla nada, que lo incluye todo. Pero hay un momento en el que se entiende su lógica interna. No se logra con una sola fotografía, es como una palabra dicha fuera de contexto. Hasta que se observan el conjunto se empiezan a reconocer tratamientos y repeticiones: el obstáculo vertical que se interpone, la superposición de planos, los reflejos, los encuadres naturales…

“Friedlander hace consciente al observador del proceso mediante el cual el caos se transforma en patrones y formas del mundo tridimensional para traducirse a formas de un plano pictórico bidimensional.[85]”
Aunque luzcan confusas, estas fotografías tienen una organización que las aglutina y, más aún, en cierta medida cada imagen es como una molécula que va conformando un corpus más grande donde existe una articulación y un sentido. Ciertamente, el todo es más grande que la suma de las partes.
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Aunque Lee captura lo azaroso y lo caótico, no lo hace de forma arbitraria ni desordenada; paradójicamente, es un fotógrafo sistemático y disciplinado. De sus universos visuales surgen patrones que terminan manifestándose en publicaciones que agrupan maniquíes, paisajes desde el auto, reflejos en los escaparates…

En un primer vistazo, Lee Friedlander da la impresión trabajar series[86]. Empero el propio fotógrafo confiesa que dichas progresiones aparecen a posteriori y no necesariamente con una primera intención: “Cualquier cosa que parezca en la idea es simplemente algo que se ha acumulado, como el polvo. […] A veces al ver una pila de fotografías me doy cuenta que es un tema que me interesaba: Las propias imágenes me revelan que había un tópica que llamaba mi atención[87].”

De modo que podría argüirse que las series de Lee Friedlander son como una especie de escritora automática, tan socorrida por los surrealistas y su obsesión con el subconsciente.
Un vocabulario propio
Lee Friedlander “crea un nuevo abecedario de signos y metáforas. Exige un esfuerzo. No lo pone fácil, pero es que ésa no es la intención.[88]”

A lo largo de una carrera de 65 años, “Friedlander ha desarrollado un estilo propio, que es ingenioso, directo y claro, al tiempo que es de un final abierto en términos de interpretación.[89]”

Como dice Barbara Celis: “Describir la heterogénea mirada del fotógrafo estadounidense Lee Friedlander significa sumergirse en su particular forma de combinar realidad, ficción, belleza e ironía[90].”
Cuarta parte: La trascendencia de Lee Friedlander
Publicaciones, becas y exposiciones
Exposiciones
Lee Friedlander ha expuesto su trabajo en 79 exposiciones individuales y 271 colectivas. Sus fotografías forman parte de la colección permanente en 34 museos y galerías[91].
Libros
Friedlander opina que la fotografía encuentra en los libros su auténtico medio[92]. Él mismo escoge las secuencias y realiza la edición fotográfica.
Aunque siempre se ha pensado en Garry Winogrand como el fotógrafo prolífico por excelencia, Friedlander no se queda atrás y es difícil imaginar el número de fotografías que ha sido necesario crear para poder publicar decenas de libros. “Al principio, a Friedlander no le resultó fácil conseguir que los editores se interesasen por su obra, pero, gracias a los beneficios obtenidos en 1969 con una carpeta que reunía fotografías suyas y grabados de Jim Dine, pudo preparar su primer libro, Self Portrait (Autorretrato, 1970). […]Desde un principio, Friedlander ha disfrutado transformando sus libros en ediciones de lujo, algunas bastante fastuosas, y produciendo otras publicaciones especiales.[93]”
Muchos de sus libros han sido publicados por su propia firma, Haywire Press[94].
Premios y becas
Lee Friedlander ha sido multigalardonado: Cosechó tres veces la apreciada beca Guggenheim (1960, 1962 y 1977). También se hizo acreedor a los fondos del National Endowment for the Arts (1972, 1977, 1978, 1979); obtuvo las medallas de la Ciudad de París (1981), Edward MacDowell (1986) y MacArthur Foundation (1990[95]).
En 2005 recibió el prestigioso Hasselblad Award, equivalente al premio Nobel en el mundo de la fotografía.
En 2006 recibió el Lifetime Achievement Award, máxima distinción otorgada por el International Center of Photography (ICP) de Nueva York[96].
Fue nombrado Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Yale (2004), la Universidad de Pennsylvania (2004) y el Art Center School of Design (2005)[97].
Legado
Las alabanzas al trabajo de Friedlander no solamente se ponen de manifiesto con las exposiciones, los libros publicados o las medallas. Los estudiosos y críticos, especialmente los estadounidenses, han apreciado y elogiado el trabajo de, quien hoy es considerado, uno de los grandes maestros de la fotografía.

La revista Esquire lo califica como “uno de los genios vivos más grandes de la fotografía americana[98]…” y Douglas Sloan lo considera “uno de los fotógrafos más influyentes de nuestro tiempo.[99]”
La National Gallery of Art de Washington ha incluido el trabajo de este fotógrafo aduciendo que, “Desde la década de 1960 Friedlander ha sido reconocido como un infatigable e intenso cronista de su propio mundo y nuestro entornos. En una fotografía blanco y negro sofisticada, analiza de forma juguetona la experiencia visual familiar. Una y otra vez muestra aspectos inesperados e importantes de la vida cotidiana. […] [Es] uno de los maestros de la fotografía americana del siglo XX, alabado por sus innovadoras fotografías del estilo de vida estadounidense.[100] ”

Charles Hagen explica que “El juego del «gato y el ratón» que ha sido central en los fotógrafos contemporáneos se le debe a la maestría del señor Friedlander.[101]”
Martha Rosler remata sobre Friedlander: “…al ver estas fotos, nos encontramos igual que la Caperucita Roja cuando nota algunos rasgos de lobo en el rostro de la abuela y se confunde. Nuestra encantadora y sencilla visita entonces sugiere que estamos ante un encuentro mucho más relevante.[102]”
El aporte de Lee Friedlander
Quizá lo que ha dotado a Lee Friedlander de una influencia tan importante a lo largo de cinco décadas de trabajo en el mundo de la fotografía es el haber cruzado, voluntaria y definitivamente, la frontera entre la fotografía documental y la autoral.

Dice Peter Galassi que “Mucho antes del debate actual sobre la fotografía, Friedlander borró los límites entre la invención y la reproducción de la realidad. Ha estado renovando la tradición durante 50 años y sigue haciéndolo[103].”
El primer antecedente en esta porosidad entre el testigo y el autor fue Robert Frank con sus opiniones sobre los americanos, empero el trabajo del suizo seguía claramente enraizado en la tradición documental donde se “colaban” sus juicios sobre la sociedad estadounidense.

John Szarkowski califica el trabajo del trío Arbus-Friedlander-Winogrand de “Nuevos Documentos”, pero en el caso de Friedlander no nos enfrentamos a un trabajo documental ni en intención del autor ni en la forma en la que fue realizado.
Una de las razones por las que la obra de Friedlander se desmarca tanto de los otros dos autores de la New Documents es que sus fotos no tenían, nunca lo tuvieron, un propósito registral.

Veamos los New Cars 1964 como un ejemplo: Friedlander tenía un encargo editorial, casi publicitario. Sin embargo lo convirtió en una transgresión, un cuerpo de obra que era, realmente, un concepto, casi un manifiesto postmoderno.
En otro proyecto, Friedlander asiste a los parques y no solamente elige lo que nadie más vería, aquellos espacios donde no hay un sujeto aparente, solamente ramas y yerba. Pero en el fondo está creando, como ya se dijo antes, una suerte de drippings a los Jackson Pollock y convierte una escena tridimensional en una interpretación bidimensional, subrayando la conversión del mundo que provoca la cámara fotográfica. El comentario de Friedlander no es social, sino plástico.

Lee Friedlander abre la puerta del trabajo puramente personal que impregnaría exploraciones como las de Nan Goldin. Ya no se trata de un registro de hechos, historias o vidas. Ni siquiera importa si el sujeto es un monumento, una casa o un reflejo. Lo que hace Friedlander es modelar y poco afecta si lo hace con barro o masa. El sujeto no es el barro, es lo que Lee Friedlander ha conformado con el material. De la misma manera, no interesa si lo que ha fotografiado es un monumento o una escena vista desde el asiento de un coche, es el resultado final el que tiene relevancia, más allá del sujeto.

Friedlander crea su propio canon temático y su manera personalísima de afrontarlo al tiempo que teje un auténtico idioma, no solamente un dialecto. Y los fonemas y morfemas de esta nueva gramática están escondidos entre ramas, pantallas de televisión, maniquíes, sombras y reflejos.
Friedlander explicita con su obra que toda fotografía es mucho más que su apariencia, que su iconicidad. Cuando tenemos enfrente una foto hermosa de un sujeto hermoso es fácil darla por hecho, observarla un par de segundos y seguir adelante: es una imagen que pierde rápidamente su sabor. La obra de Friedlander exige la contemplación. Si se le da el mismo tratamiento típico que se le otorga a una foto bonita (es decir, admirarla unos segundos y dejarla de lado) simplemente no tenemos posibilidad alguna de comprender la profundidad de lo que tenemos frente a los ojos.

Diane Arbus nos propone sujetos intrigantes, fenómenos de excepción que excitan la curiosidad. Winogrand se regodea en la crítica social y nos coloca en el papel de voyeurs de mujeres guapas que transita por la calle. Pero Friedlander trabaja en una dimensión diferente: Puede estar en la calle pero no está haciendo fotos urbanas, tiene un concepto en la mente y está moldeándolo con las sombras, los reflejos y las vitrinas. En definitiva, su trabajo no puede calificarse como fotografía callejera, simplemente está en una esfera totalmente distinta, aunque sea realizada en el ambiente urbano.

Las fotografías de Friedlander a veces pueden ser sencillas, pero nunca fáciles. Sus sujetos pueden parecer mundanos, pero sus fotos no lo son. Al apreciarlas, hace falta comprender el conjunto, indagar por qué ha escogido tal o cual sujeto, cómo ha querido transformarlo a través de su cámara. Es un trabajo en el que subyacen numerosas capas de información y significados.

Lee Friedlander invita al observador a descubrir bromas, sutilezas e ingenio. Sus fotografías son como mares donde hay que sumergirse y nadar profundamente, a esos lugares donde ya casi no hay luz, donde la presión aumenta. Ahí, escondidas, hay perlas y tesoros preciosos entre los arrecifes y corales. Solamente el buceador paciente y aguerrido podrá hacerse de las riquezas escondidas en las fotografías de Lee Friedlander.
* Óscar Colorado Nates es Profesor/Investigador titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (Ciudad de México).
Es autor de los libros:
- Ideas Decisivas: 650 reflexiones fotográficas
- Fotografía 3.0 Y después de la Postfotografía ¿Qué?
- Instagram, el ojo del mundo
- Fotografía de documentalismo social
- Fotografía Artística Contemporánea
- El Mejor Fotógrafo del Mundo.
Co-fundador de la Sociedad Mexicana de Daguerrotipia y miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY).
Las opiniones vertidas en los artículos son personales y no reflejan necesariamente las posturas de la Universidad Panamericana.
Fuentes de investigación
Bibliografía
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Fuentes Audiovisuales
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- UNM Art Museum, James Enyeart – UNM Art Museum Distinguished Lecture Series. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=JNGYlIBxgM0&list=PL95ixxmN8S1mESIsDj_UuZeJ3o36tmHJI&index=3 Consultada el 16 de diciembre de 2014
- Zac Santore. Art 180: Lee Friedlander. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=0q-DactVez0 Consultada el 16 de diciembre de 2014
Notas
[1] Knoblauch Loring. Lee Friedlander, Sems. Disponible en http://collectordaily.com/book-lee-friedlander-stems/ Consultada el 17 de diciembre de 2014
[2] Hasselblad Foundation. Lee Friedlander. Disponible en http://www.hasselbladfoundation.org/lee-friedlander/en/ Consultada el 15 diciembre de 2014
[3] Litt Steven. Lee Friedlander exhibit at Cleveland Museum of Art speaks volumes. Disponible en http://www.cleveland.com/arts/index.ssf/2009/03/lee_friedlander_exhibit_at_cle.html Consultada el 15 de diciembre de 2014
[4] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[5] Celis Barbara. El MOMA dedica una retrospectiva a la heterogénea mirada de Lee Friedlander. Disponible en http://elpais.com/diario/2005/06/06/cultura/1118008807_850215.html Consultada el 15 de diciembre de 2014
[6] Forester Abigail, Friedlander`s Witty And Disquieting Scenes. Disponible en http://articles.chicagotribune.com/1989-10-27/entertainment/8901260063_1_lee-friedlander-edwynn-houk-gallery-exhibit Consultada el 15 de diciembre de 2014
[7] Museum of Contemporary Photography. Lee Friedlander: Sticks and Stones and At Work Mar 11 — May 14, 2005. Disponible en http://www.mocp.org/exhibitions/2005/03/lee-friedlander-sticks-and-stones-and-at-work.php Consultada el 15 de diciembre de 2014
[8] Forester Abigail, Op. Cit.
[9] Apple Ford Steve, Taking It All In : When photographer Lee Friedlander opens his shutter, he records images filled with an array of objects, people and even his own shadow. Disponible en http://articles.latimes.com/1993-04-25/entertainment/ca-27258_1_photographer-lee-friedlander Consultada el 15 de diciembre de 2014
[10] Ibídem
[11] Kieffer Michèle. Lee Friedlander: Composing the Real. Disponible en http://theculturetrip.com/north-america/usa/washington/articles/lee-friedlander-composing-the-real/ Consultada el 15 de diciembre de 2014
[12] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[13] Museum of Contemporary Photography. Op. Cit.
[14] Icontent | Douglas Sloan. Lee Friedlander. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=9I2asDXS0h8 Consultada el 16 de diciembre de 2014
[15] After Image Gallery. Lee Friedlander: Jazz Portraits. Disponible en http://www.afterimagegallery.com/friedlander.htm Consultada el 21 de diciembre de 2014.
[16] Kim Eric, 10 Lessons Lee Friedlander Has Taught Me About Street Photography. Disponible en http://erickimphotography.com/blog/2013/03/29/10-lessons-lee-friedlander-has-taught-me-about-street-photography/ Consultada el 22 de diciembre de 2014
[17] Reich Howard, Unique Pictures of Unique sounds. Lee Friedlander’s Lens Captured A Critical Period In American Music. Disponible en http://articles.chicagotribune.com/2000-03-19/news/0003190356_1_lee-friedlander-jazz-life-jazz-artists Consultada el 15 de diciembre de 2014
[18] Google Books. Lee Friedlander: the little screens. Disponible en http://books.google.com.mx/books/about/Lee_Friedlander.html?id=3dNTAAAAMAAJ&redir_esc=y Consultada el 17 de diciembre de 2014
[19] Regine, The Little Screens. Disponible en http://we-make-money-not-art.com/archives/2011/04/the-little-screens.php Consultada el 17 de diciembre de 2014
[20] Photo-Eye Bookstore. The Little Screens. Disponible en http://www.photoeye.com/bookstore/citation.cfm?catalog=pk678&i=&i2= Consultada el 17 de diciembre de 2014
[21] Churner Rachel, The Little Screens: Lee Friedlander at Franekel Gallery. Disponible en http://www.sfstation.com/the-little-screens-lee-friedlander-at-fraenkel-gallery-a1770 Consultada el 17 de diciembre de 2014
[22] West Edwin, The Diagonal Method. Disponible en https://sites.google.com/site/diagonalmethod/home Consultada el 23 de diciembre de 2014
[23] Advertising Age. History: 1950s. Disponible en http://adage.com/article/adage-encyclopedia/history-1950s/98701/ Consultada el 26 de diciembre de 2014
[24] Good Reads. The New Cars, 1964. Disponible en http://www.goodreads.com/book/show/11539113-the-new-cars-1964 Consultada el 17 de diciembre de 2014
[25] FOAM. Lee Friedlander – America by Car. Disponible en http://www.foam.org/visit-foam/calendar/2013-exhibitions/lee-friedlander Consultada el 17 de diciembre de 2014
[26] Ibídem
[27] Photo-eye Bookstore. The New Cars 1964. Disponible en http://www.photoeye.com/bookstore/citation.cfm?catalog=DQ793 Consultada el 17 de diciembre de 2014
[28] O’Hagan Sean, Lee Friedlander: America By Car & The New Cars 1964. Disponible en http://www.theguardian.com/artanddesign/2011/sep/04/lee-friedlander-photography-review Consultada el 17 de diciembre de 2014
[29] Chéroux Clément, Breve historia del error fotográfico, Edit. Ediciones Ve/Conaculta/UNAM, México, 2009, Pág. 35
[30] Chéroux Clément, Op. Cit., Pág. 47
[31] Chéroux Clément, Op. Cit., Pág. 79
[32] Kimmelman Michael. A Sly Virtuoso in Praise of Just Plain America. Disponible en http://www.nytimes.com/2005/06/03/arts/design/03kimm.html?pagewanted=print Consultada el 15 de diciembre de 2014
[33] Chéroux Clément, Op. Cit., Pág. 47
[34] Sontag Susan, Sobre la fotografía, Edit. DeBolsillo (Random House Mondadori), México, 2013, Pág. 24
[35] Apple Ford Steve, Op. Cit.
[36] American SuburbX. Lee Friendlander: Self portrait. Disponible en http://www.americansuburbx.com/series-2/l/lee-friedlander-self-portrait Consultada el 15 de diciembre de 2014
[37] Wender Jessi, Lee Friedlander’s New York City Mannequins. Disponible en http://www.newyorker.com/culture/photo-booth/lee-friedlanders-new-york-city-mannequins Consultada el 17 de diciembre de 2014
[38] ArtBook, Le Friedlander: Mannequin. Disponible en http://www.artbook.com/9781881337324.html Consultada el 17 de diciembre de 2014
[39] Gallagher Lauren, Lee Friedlander create surrealistic storefronts. Disponible en http://www.sfexaminer.com/sanfrancisco/lee-friedlander-creates-surrealistic-storefronts/Content?oid=2198594 Consultada el 17 de diciembre de 2014
[40] Borden Norman, Lee Friedlander: Mannequin. Disponible en http://www.nyphotoreview.com/NYPR_REVS/NYPR_REV2623.html Consultada el 15 de diciembre de 2014
[41] Caponigro John Paul. Lee Friedlander. Disponible en http://www.johnpaulcaponigro.com/photographers/conversations/lee-friedlander/ Consultada el 15 de diciembre de 2014
[42] ArtBook. Lee Friedlander. Disponible en http://www.artbook.com/catalog–photography–monographs–friedlander–lee.html Consultada el 21 de diciembre de 2014
[43] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[44] Colorado Nates Óscar. Francisco Mata Rosas: El punto de vista en construcción. Disponible en http://oscarenfotos.com/2014/05/26/francisco-mata-rosas-el-punto-de-vista-en-construccion/ Consultada el 29 de diciembre de 2014
[45] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[46] Edwards Steven, Photography. A Very Short Introduction. (Kindle Ed.), Oxford University Press, Oxford, 2006, Pos. 965
[47] Bosworth Patricia, Diane Arbus: a Biography, (Kindle Ed.) Open Road, New York, 2012, Pos. 61
[48] Coleman A. D., Diane Arbus, Lee Friedlander, and Garry Winogrand at Century’s End. Disponible en http://www.nearbycafe.com/artandphoto/cspeed/essays/Coleman_MoCA.pdf Consultada el 23 de diciembre de 2014
[49] Allikas Greg, Looking Back at “New Documents”. Disponible en https://streetshooter45.wordpress.com/2012/07/06/looking-back-at-new-documents/ Consultada el 23 de diciembre de 2014
[50] Coleman A. D., Op. Cit.
[51] Ibídem
[52] Metropolitan Museum of Art. The New Documentary Tradition in Photography. Disponible en http://www.metmuseum.org/toah/hd/ndoc/hd_ndoc.htm Consultada el 23 de diciembre de 2014
[53] Coleman A. D., Op. Cit.
[54] ArtBook. Lee Friedlander: Apples & Olives. Disponible en http://www.artbook.com/1933045329.html Consultada el 17 de diciembre de 2014
[55] Andrew Smith Gallery. Lee Friedlander. Disponible en http://www.andrewsmithgallery.com/exhibitions/leefriedlander/newmexico/leefriedlander.html Consultada el 15 de diciembre de 2014
[56] Caponigro John Paul. Op. Cit.
[57] Photo-eye. Apples and Olives. Disponible en http://www.photoeye.com/bookstore/citation.cfm?catalog=ZC670 Consultada el 17 de diciembre de 2014
[58] Mr. Whiskets. Lee Friedlander Photographs Frederick Law Olmsted Landscapes. Disponible en http://5b4.blogspot.mx/2008/02/lee-friedlander-photographs-frederick.html Consultada el 17 de diciembre de 2014
[59] Kennedy Randy. Compositions That Come Naturally. Disponible en http://www.nytimes.com/2008/01/03/arts/design/03frie.html Consultada el 17 de diciembre de 2014
[60] PhotoEye. Cherry Blossom Time in Japan. Disponible en http://www.photoeye.com/bookstore/citation.cfm?catalog=DP595&i=&i2= Consultada el 17 de diciembre de 2014
[61] Famous Photographers. Lee Friedlander. Disponible en http://www.famousphotographers.net/lee-friedlander Consultada el 15 de diciembre de 2014.
[62] Photo-Eye. Lee Friedlander: Stems. Disponible en http://www.photoeye.com/bookstore/citation.cfm?catalog=PK889&i=&i2= Consultada el 17 de diciembre de 2014
[63] Whitney Museum of American Art. Lee Friedlander: America by car. Sept 4- Nov 28, 2010. Disponible en http://whitney.org/Exhibitions/LeeFriedlander Consultada el 15 de diciembre de 2014
[64] Brainer Liesl, The Photo File: Lee Friedlander takes aim at the passing scenery. Disponible en http://articles.latimes.com/2010/sep/26/entertainment/la-ca-car-20100926 Consultada el 15 de diciembre de 2015
[65] Whitney Museum of American Art. Op. Cit.
[66] Meyers William. A Windshield View of the Road. Disponible en http://www.wsj.com/news/articles/SB10001424052748703713504575475492690581832 Consultada el 15 de diciembre de 2014
[67] Rosenberg Karen, Landscapes Framed by a Chevy. Disponible en http://www.nytimes.com/2010/09/03/arts/design/03car.html?_r=0 Consultada el 15 de diciembre de 2014
[68] Metropolitan Museum of Art. Lee Friedlander (American, Born 1934). Disponible en http://www.moma.org/collection/artist.php?artist_id=2002 Consultada el 15 de diciembre de 2014
[69] Rosler Martha, Decoys & Disruptions: Selected writings, 1975-2001. Edit. October Books The MIT Press, Cambridge (Massachusetts), 2004. Pág. 127
[70] Museum of Contemporary Photography. Op. Cit.
[71] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[72] San Francisco Museum of Art. Friedlander. Disponible en http://www.sfmoma.org/exhib_events/exhibitions/304 Consultada el 15 de diciembre de 2014
[73] Metropolitan Museum of Art, Op. Cit.
[74] Kimmelman Michael. Op. Cit.
[75] Fundación Mapfre. Lee Friedlander. Disponible en http://www.coleccionesfundacionmapfre.org/artistas/lee_friedlander Consultada el 15 de diciembre de 2014
[76] Karapetian Farrah. Lee Friedlander. Disponible en http://www.brooklynrail.org/2005/07/art/lee-friedlander Consultada el 15 de diciembre de 2014
[77] Rosler Martha, Op. Cit., Pág. 123
[78] Stevens Mark. Surrealism U.S.A. The enormous Lee Friedlander retrospective show us America in all its garish glee. Disponible en http://nymag.com/nymetro/arts/art/reviews/11997/ Consultada el 15 de diciembre de 2014
[79] Duong Olivier. Insights Gleaned from Lee Frielander’s Photography. Disponible en http://www.f-stopeight.com/insights-gleaned-from-lee-friedlanders-photography/ Consultada el 15 de diciembre de 2014
[80] Ibídem
[81] Celis Barbara. Op. Cit.
[82] Forester Abigail, Op. Cit.
[83] National Gallery of Art. Lee Friedlander Accession at National Gallery in Washington D.C. Disponible en http://www.tfaoi.com/aa/2aa/2aa468.htm Consultada el 15 de diciembre de 2014
[84] Karapetian Farrah. Op. Cit.
[85] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[86] Karapetian Farrah, Op. Cit.
[87] Caponigro John Paul, Op. Cit.
[88] Fundación Mapfre. Op. Cit.
[89] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[90] Celis Barbara. Op. Cit.
[91] Artfacts, Lee Friedlander 1934, US. Disponible en
http://www.artfacts.net/en/artist/lee-friedlander-7589/profile.html Consultada el 29 de diciembre de 2014
[92] Karapetian Farrah. Op. Cit.
[93] Obra social “la Caixa”. Lee Friedlander. Disponible en http://prensa.lacaixa.es/obrasocial/lee-friedlander__816-c-2392__.html Consultada el 15 de diciembre de 2014
[94] Metropolitan Museum of Art. Op. Cit.
[95] Hasselblad Foundation. Op. Cit.
[96] Pace/MacGuill Gallery. Lee Friedlander. Disponible en http://www.pacemacgill.com/site_PDFs/biographies/Lee-Friedlander-CV.pdf Consultada el 15 de diciembre de 2014
[97] Ibídem
[98] Esquire. Lee Friedlander: America by Car. Disponible en http://www.esquire.com/the-side/feature/lee-friedlander-america-by-car-photos#slide-1 Consultada el 15 de diciembre de 2014
[99] Icontent | Douglas Sloan. Op. Cit.
[100] National Gallery of Art. Op. Cit.
[101] Hagen Charles. PHOTOGRAPHY REVIEW; A Master of the Frame: Intricate Compositions From Lee Friedlander. Disponible en http://www.nytimes.com/1994/08/05/arts/photography-review-master-frame-intricate-compositions-lee-friedlander.html Consultada el 17 de diciembre de 2014
[102] Rosler Martha, Op. Cit., Pág. 130
[103] Bosco Roberta. La retrospectiva de Lee Friedlander finaliza su gira en Caixaforum. Disponible en http://elpais.com/diario/2007/04/14/cultura/1176501611_850215.html Consultada el 15 de diciembre de 2014
Información legal: Todas las fotografías se presentan sin intención de lucro y con fines de crítica y/o investigación científica, literaria y/o artística bajo lo previsto en la legislación vigente por conducto de los tratados internacionales en materia de derechos de autor.Consulte en este enlace la información legal respecto del uso de imágenes fijas, video y audio en este sitio.
Ahora si me gusta Friedlander.
Fantástico artículo, que me ha reencontrado con Friedlander y ha conseguido que ahora todavía me guste más. ¡Muchísimas gracias por compartir todo este conocimiento y documentación!
Al contrario, gracias a ti por visitar este espacio. Friedlander es un fotógrafo con el que pueden haber muchos reencuentros, qué bueno que te ha servido. ¡Muchos saludos!
Excelente artículo, como siempre muy, muy completo.
Enhorabuena ya conocemos mucho mejor a este grande.
Pepe, muchas gracias. Siempre creo que dar un nuevo vistazo a los clásicos siempre nos ofrece nuevas facetas y eso, la posibilidad de releerlos y encontrar nuevos significados, es en buena parte lo que los hace grandes. ¡Mil gracias y un abrazo!
Encantada una vez más de encontrarme en mi primera búsqueda de conocer un fotógrafo a tan ejemplar artista. Desde el inicio me enganché con la frase “un paisaje llamado sociedad” ya que como antropólogo de formación pero paisajista en la fotografía siempre me ha costado fusionarlos, sin embargo éste estilo me abre los ojos a muchas posibilidades que sin pensarlo dos veces pondré en práctica durante mis viajes de trabajo de campo.
Nuevamente, muchísimas gracias, el recorrido ha iniciado y ¡vaya que con tan buen inicio!
Impresionante documento documentando la vida de un maestro de la fotografía. Gracias Oscar por tu trabajo.
Mil gracias José por estar siempre al pendiente de este trabajo. ¡Un abrazo!
Tus artículos son muy completos … gracias …
Muchas gracias Alfonso 🙂
Hola Oscar. Aunque conozco tu blog de haber caído aquí de vez en cuando buscando obra de algunos autores, en este caso he aterrizado en este post exhaustivo (y maravilloso) de investigación sobre Friedlander (el cual estoy leyendo y disfrutando de poco en poco para digerirlo adecuadamente) gracias a Leire Etxazarra y su, también magnífico, blog “Cartier-Bresson no es un reloj”.
Quería preguntarte algo que comentas a lo largo del artículo. Concretamente cuando escribes “Este elemento es muy importante en la estrategia de Lee Friedlander: más que romper la regla, la pasa por alto” ¿Cuál es para ti la diferencia sustancial entre romper una regla o simplemente pasarla por alto? ¿Cuál sería, en el caso específico de Lee Friedlander, esa diferencia entre romper o ignorar?
Este punto me parece muy interesante y me encantaría saber tu opinión.
Muchas gracias por tu trabajo. Lo estoy disfrutando de lo lindo.
PD: Todavía me queda muuuuuucho artículo por leer, así que lo mismo aparezco con nuevas preguntas 😉
Estimado José, perdón por tardar tanto en responder tu comentario. Te agradezco mucho lo que me dices sobre mi blog y espero que sigas encontrando cosas que te interesen. Dicho lo anterior, lo que comentas sobre las reglas, escribí un artículo largo sobre eso que puedes leer aquí:
https://oscarenfotos.com/2019/10/05/crea-tus-propias-reglas/
Independientemente de lo anterior, me parece que la intención del fotógrafo puede ponerlo en dos ánimos: uno de confrontación, de darle la espalda a las reglas y romperlas con ánimo de abolirlas, como si se fuera un esclavo que busca su libertad. Pero hay otra posibilidad, la de tener la maestría de esas reglas como para apreciarlas, saber su sentido, saber cuándo importan pero también cuando se toma la decisión de pasarlas por alto, no como si se fuera esclavo o prisionero de ellas. Pasar por alto una regla me parece, en lo personal, un ánimo conciliatorio donde no se busca destruir las reglas, pero reconociendo su valor, decidir darles el sitio de herramientas y no de preceptos o leyes. Entonces es como tener un desarmador: uno puede querer romper el desarmador, destruirlo, o simplemente no elegirlo para la tarea que se tiene a la mano. El desarmador seguirá ahí, y si se necesita se usará. Personalmente me parece que esa es la diferencia entre pasar por alto una regla o romperal. Como te escribí antes, el artículo que te comparto trata más sobre un tema y el diálogo siempre será apasionante, de modo que sigo aquí a tus órdenes para seguir reflexionando juntos. ¡Un abrazo y gracias por visitar mi blog y también por el comentario!
Como siempre, excelente trabajo en profundidad de uno de los grandes. Tras su lectura aún me gusta más su obra. Muchas gracias por compartirlo, Oscar. Un saludo desde España!
Muchas gracias Jaume. Lee Friedlander es un autor francamente complejo, pero he querido encontrar aquellos elementos distintivos en su estilo y qué bueno que mi texto te ha sido de utilidad. ¡Muchos saludos hasta España!