William Eggleston y su mundo de color

Uno de los fotógrafos más influyentes de los últimos 40 años, el llamado “padre del color” nos invita a hurgar más allá de la superficie con sus fotografías.

Por Óscar Colorado Nates*

Las fotografías de William Eggleston parecen simples pero son extrañamente atrayentes. Al observarlas la gente a veces se pregunta: ¿Cómo es que estas imágenes pueden calificarse como arte? Y por supuesto que es fácil quedar desconcertado al saber que este artista provocó un giro espectacular en la fotografía a mediados de la década de 1970.

El origen

Eggleston nació en Memphis, Tennessee (Estados Unidos), en 1939. Es hijo de un ingeniero y nieto de un importante jurista. William creció al amparo de un aristocrático hogar sureño.

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William Eggleston

Su padre murió durante la II Guerra Mundial. La educación del pequeño quedó en manos del abuelo materno, Joseph Albert May, juez connotado con afición a la fotografía.[1] Eggleston recuerda: “Mi abuelo no era un fotógrafo serio, pero sabía del tema y gustaba de experimentar.”[2]

El pequeño William contaba 10 años cuando llegó a sus manos la primera cámara: una Kodak Brownie Hawkeye. Desafortunadamente se decepcionó rápidamente de sus propios resultados: “Todo lo que fotografiaba estaba borroso, lucía horrible.”[3]

Le frustraba que la escena luciera nítida en el visor pero difusa en la impresión.[4] El abuelo jurisconsulto murió al poco tiempo, cuando William contaba apenas 11 años.[5] Un año después el chico realizó experimentos en el cuarto oscuro del difunto abuelo. [6] La madre del infante lo matriculó entonces en la academia militar Buckle Webb School.[7] MAPA_EGGLESTON_USA

Tres universidades y una cámara

Eggleston asistió a tres universidades durante un período de 6 años sin obtener grado alguno.[8] La prosperidad económica familiar fue un factor para que nunca se graduara: ni siquiera se molestaba en realizar exámenes.[9]

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A pesar de todo, aquellos años universitarios dejaron su huella. En una clase de arte conoció el expresionismo abstracto de mediados de los cincuentas. [10] La pintura no figurativa le resultó muy atractiva. Desde entonces admira a Paul Klee y Vassily Kandinsky[11]. Eggleston confiesa que no podría llamar influencia la de estos pintores: “es más bien una afinidad.”[12]

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Durante su estancia en la Vanderbilt University ocurrió un hecho fundamental: un día su amigo Tom Buchan[13]tocó a la puerta y le dijo: “Vamos al centro por una cámara.”[14] Fueron a la tienda Dury’s de la calle Church.[15]  Buchanan insistió en que Eggleston comprase una telemétrica Canon[16].

Eggleston marchó hacia el Centennial Park con su cámara nueva. [17] Hizo algunas fotografías de la reproducción del Partenón.[18] Cuando vio las fotos reveladas se asombró de cuán perfectas habían resultado.

Las frustraciones fotográficas infantiles se vieron ampliamente recompensadas en esta nueva etapa: “En ese momento entendí que la fotografía era para mí.”[19] Pronto reemplazó la Canon por una Leica, marca a la que ha sido fiel durante medio siglo. Como resume Tim Sampson: “Quedó enganchado.”[20] “De inmediato perdí todo interés en mis otras clases. Dejé de asistir. Era 1957. Estuve en universidades durante más de cinco años sin graduarme: no veía la necesidad de obtener un título.” [21] A pesar de su dimisión, Eggleston terminaría como parte del equipo docente en la Universidad de Harvard donde llegaría a impartir clases de fotografía artística.[22]

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Hacia 1962 William Eggleston dejó Vanderbilt y se matriculó en la Universidad de Mississippi, conocida como Ole Miss. Tom Buchanan volvió a ser protagonista del siguiente episodio en la vida fotográfica de Eggleston cuando compró un libro de Magnum con el trabajo de Henri Cartier-Bresson.[23] William quedó impresionado con la obra del francés.[24]

Partisano autodidacta

Con la universidad abandonada, Eggleston se enfrascó en el dominio de su nuevo medio de expresión: “Estudié por mí mismo […] En aquel entonces realmente no se enseñaba fotografía, debías apañártelas por tu cuenta, como pudieras. Había muy pocos títulos publicados a los cuales referirse y busqué los que pude.”[25]

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En la década de 1950 se podía estudiar fotografía de modas o publicitaria “pero lo que me interesaba –llamémosle fotografía artística- no se enseñaba en ningún lado. Por eso acabé llegando a Harvard, para introducir la fotografía artística en el plan de estudios. Hice lo mejor que pude.”[26] william_eggleston_before_color_5 Por supuesto que al ver las fotografías que hacía Eggleston nadie podía comprender que aquello fuese, ni remotamente, arte. “A finales de 1950 Eggleston comenzó a fotografiar los suburbios de Memphis utilizando películas de 35mm blanco y negro de alta sensibilidad. Desarrollaba un estilo y motivos que se convertirían en su trabajo fundamental […] que incluía restaurantes, interiores domésticos y personas enfrascadas en situaciones aparentemente triviales, llenas de banalidad.”[27]

Primeras influencias

En sus primeras etapas, Eggleston hacía fotografía en blanco y negro. En aquella época los fotógrafos serios como Ansel Adams o Edward Weston trabajaban en monocromático. “Pero las fotografías de gente como Adams no me interesaban. Y lo que llamábamos fotoperiodismo, las fotos que se publican en la revista Life, tampoco me atraían. Simplemente no eran buenas, no había arte ahí. La primera persona a la que admiré inmensamente fue Henri Cartier-Bresson. Aún lo respeto.”[28]

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Por otra parte, y al igual que el resto de los fotógrafos de su generación, fue profundamente influido por Robert Frank. William también hacía eco a Walker Evans lo cual puede notarse en la fascinación de Eggleston por los textos.

Las primeras aproximaciones fotográficas del sureño no estaban lejos, como veremos más adelante, de Eugène Atget. La doctrina expresada por Cartier-Bresson sintetizada en su famoso Instante Decisivo se convirtió en el credo de Eggleston.[29]  Después de admirar los libros The Decisive Moment de Cartier-Bresson y American Photographs de Walker Evans, William resolvió finalmente dejar todo y dedicarse a la fotografía.[30]

“[El Instante Decisivo] fue el primer libro serio que encontré, de entre muchos volúmenes terribles. No entendía nada, pero me sumergí y finalmente comprendí asombrado: «¡Dios mío, es grandioso!»”[31]

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Banalidad cromática

William Eggleston pronto comenzó a trabajar a contrapelo. Rebelde hasta la médula, en lo fotográfico contravino dos reglas no escritas: si se quería hacer arte había que realizar fotografías de sujetos hermosos y en blanco y negro. Estos criterios le tuvieron a Eggleston sin cuidado.

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Trabajó las zonas cercanas a Memphis realizando fotografías en color de sujetos comunes y corrientes. A finales de la década de 1960 y principios de 1970 el reportaje era el formato fotográfico documental dominante.

Eggleston eligió hacer fotografías de cuanto le rodeaba pero sin una intención registral, sino abiertamente artística. Sus fotografía son minuciosas, muchas de ellas realizadas “…desde ángulos extraños. Imagen tras imagen capturaba un Estados Unidos sureño, rural, donde convergían la comida rápida, el plástico y el neón.”[32]

A pesar de que terminó viajando y fotografiando por todo el mundo, en esta primera etapa, y fundamental, trabajó desde Memphis mostrando el “el banal día a día.”[33]

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Como expone Ian Jeffrey:  “ Eggleston siguió la táctica de dejarse cautivar por la capacidad que un hecho pudiera tener para contar una historia de la clase que fuese.”[34]

Sus fotos desde entonces “…tratan sobre el potencial estético de lo cotidiano.”[35] William_Eggleston_44Sus composiciones parecen no obedecer a un plan ni a un diseño deliberado. En una primera revisión parecen estar más cerca de la instantánea familiar que de la fotografía artística. Mediante los objetos ordinarios desarrolló “una habilidad para acceder a una intimidad y una voz narrativa.”[36] Sin embargo, como se explicará adelante, esto es un engaño.

En las fotografías de Eggleston, detrás de los objetos mundanos, se esconden decisiones y disciplinas fotográficas que, en realidad, están muy lejos de ser vulgares o improvisadas.

Respecto de sus motivos fotográficos no podían ser más corrientes: unos zapatos viejos bajo la cama, el congelador repleto de comida, una chaqueta colgada, el interior de un baño, un camión lodoso…  Y sin embargo son fotografías que no tienen nada de corrientes, y aunque apelan al a vida ordinaria, la elevan de un modo enigmático. Eggleston pronto mostró que tenía un ojo capaz de convertir lo sencillo en excelso: podía lograr “…que un triciclo infantil luciera casi monumental.”[37]

Efectivamente, como bien reconoce Eudora Welty, las fotografías de Eggleston “se enfocan en el mundo trivial” pero “¡No existe ningún sujeto más lleno de implicaciones que lo mundano!”[38] En las fotografías de Eggleston “Lo banal sigue siendo banal, pero ahora es apasionante… La banalidad es la materia de la vida misma.”[39] Estas fotografías son un desafío para el observador, tanto el de su tiempo como el actual.

Por una parte es un extraño conjunto de imágenes que aparentan no tener valor alguno, de motivos aburridos y hasta feos. Así como Diane Arbus rebasó las fronteras de lo que era aceptable fotografiar cuando dirigió su cámara hacia los llamados freaks, Eggleston desafió la noción de un fotógrafo que apunta su cámara hacia un extraordinario paisaje, una impactante historia plasmada en un reportaje gráfico o las típicas abstracciones tan propias del modernismo.

Si Marcel Duchamp decidió que un urinal podía convertirse en una obra de arte simplemente porque él lo decía, William Eggleston escogió que sus fotografías de bombillas o ciudadanos comunes y corrientes eran arte porque él así lo había determinado.

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En este punto valdría la pena reflexionar en la relación entre Eugène Atget y William Eggleston. El primero se consideraba solamente un productor de “documentos para artistas”; jamás se consideró un creador, se reducía sí mismo a un mero “registrador”. Con el tiempo Berenice Abbott (fotógrafa) y John Szarkowski (director de fotografía del MoMA) verían en el corpus de la obra del francés una profunda noción de arte, a pesar de lo que pretendía o decía su autor. William_Eggleston_13

Por su parte Eggleston es peculiar porque puede leerse igualmente, pero a contrario sensu. Es decir, William vio en sus fotografías arte pero también documentó profusamente el sur estadounidense de la década de 1970. Su intención no era registral, sino artística, y sin embargo subyace en su trabajo una vena documental, aunque sea de forma involuntaria.

Eggleston no se interesa en los aspectos documentales de sus fotografías, tratan simplemente sobre “La vida hoy.”[40] Como veremos más adelante, resulta curioso que haya sido el curador del Museum of Modern Art, John Szarkowski, el mismo en rescatar el trabajo de Atget y de Eggleston para exhibirlo en la catedral del arte neoyorkino. La obra de Eggleston se dirige a los sujetos más humildes con un amor indecible.[41]  

A pesar de que Eggleston podría pensarse como un artista sureño, el fotógrafo no se considera así. Rachel Kushner expone que en el caso de William  “Su temática se extiende mucho más allá de la lengua vernácula del sur; sus fotografías encarnan cualidades emotivas que no tienen su origen en lo coloquial. Más bien parece una refracción única de lo banal y lo evocador.”[42]

William_Eggleston_2Este fotógrafo “monumentaliza la rutina: estacionamientos, restaurantes, habitaciones de moteles y las vidas de la gente en su entorno nativo. Detrás de la engañosa apariencia de casualidad en estas fotos subyace un intenso sentido de la forma, el color y su mirada dota de un potente significado a lo ordinario.”[43]

Eggleston logra penetrar en la superficie del mundo. Sus imágenes pueden parecer retratar la rutina vulgar, incluso despreciable. Pero es con el paso de los años cuando recuperamos la importancia de los hechos y espacios cotidianos.

La fotografía misma centra mucho de su poder en la capacidad para suspender tiempo y espacio y revelar la conexión emocional que tenemos con la existencia. Dicho de otro modo, cuando se recuerda el propio patio de la escuela puede evocarse, con bastante precisión incluso, detalles que podrían parecer nimios como una pequeña grieta, una superficie oxidada o un neumático viejo colgado de un árbol. Una fotografía de tales sujetos podría lucir insípida, pero guarda un inmenso valor.

Estos lugares ordinarios, con sus escenas aparentemente banales, se convierten en algo mucho más profundo, donde la belleza no se encuentra sola ni necesariamente en la capa icónica. Su valor no es únicamente visual, sino histórico, social y emocional –por supuesto. Es un símbolo y, al mismo tiempo un signo, la huella de la vida, la que hemos dejado en el mundo y la que el mundo nos ha impuesto. Una de las grandes llaves para descifrar los enigmas incrustados en las fotografías de Eggleston está en la semiótica.

Sus fotografías apelan a este valor humano en lo mundano, los fundamental escondido en lo aparentemente insulso. William dota la cotidianidad de valor sin apelar a sensiblerías. Sus fotografías son de lo ordinario, que no de la ordinariez.

Josu Bilabou Fullaondo lo descifra así: “Aparentemente pueden resultar fotos banales, sin embargo, son reflexiones profundas hechas con sencillez icónica. Las tonos y figuras son indisociables de la cultura de los años 70. Un declarado interés por los emblemas de la sociedad de consumo americana, propagan un estilo compartido por Andy Warhol y otros autores coetáneos.” [44]

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Es cierto, la obra de Eggleston nos lleva a los setentas y a la Factory de Warhol, pero no hay que olvidar que “Son imágenes que en su primera lectura adoptamos como propias, las sentimos fáciles de digerir y las quitamos importancia.” [45]

Si es cierto que el gran engaño de la fotografía está en su aparente accesibilidad, entonces es doblemente cierto que Eggleston es un fotógrafo del despiste. En un primer intento de lectura la imagen podría parecer insulsa porque el sujeto lo es pero, dice bien Fullaondo, “Después descubrimos su verdadero peso, el rechazo por el formalismo precedente. Una preocupación estética que marca tendencia, donde el color es centro del que emergen dimensiones descriptivas, simbólicas, expresivas, e incluso una manera de vivir.” [46]

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Gerry Badger sostiene que “Probablemente sólo Lee Friedlander y Robert Adams han igualado a Eggleston en su labor de definir la forma en que tanto nosotros, los espectadores, como otros fotógrafos ven lo cotidiano y ordinario.”[47]

Cuando se observan los imágenes de William Eggleston es fácil preguntarse ¿Se trata de una estética kitsch o simplemente se ha registrado en una fotografía un objeto kitsch? “Las tácticas del kitsch impiden un contacto excesivo con la realidad, que podría resultar muy duro, y al mismo tiempo nos ayuda a seguir adelante sugiriéndonos que la vida puede ser un juego.”[48]

El color

William_Eggleston_10d70v2_bEggleston rompió el paradigma de su tiempo al realizar fotografía con intención artística pero en color, que estaba reservado para la publicidad y la fotografía de aficionados.

Durante años se había considerado que la fotografía artística debía ser monocromática y que “La película blanco y negro significaba «arte», especialmente según los dictados del grupo F.64.”[49]

William Eggleston, padre de la fotografía a color ¿o su nieto?

Vale la pena recordar brevemente que la fotografía a color no es nada nuevo. Ya en 1861 James Clerk Maxwell demostró que era posible realizar fotografías polícromas utilizando una combinación de filtros rojo, verde y azul.

En el siglo XIX se exploró y mejoró paulatinamente la fotografía cromática, en distintas etapas y gracias a los aportes de hombres como Mungo Ponton, Alphonse Poitevin o John Pouncy (sin mencionar al mismísimo William Henry Fox Talbot, creador de la calotipia). La técnica de la goma bicromatada es un testimonio del interés por realizar fotografías a color desde momentos relativamente tempranos en la historia del medio.

Algunos ejemplos de fotografías de época en color:

Sin embargo la fotografía a color se convierte en un fenómeno de masas cuando en 1935, y prácticamente al mismo tiempo, Agfa desarrolla su película Agfacolor en Alemania y Kodak presenta su clásica Kodachrome. Ésta se adoptó primero para fotografía en movimiento en formato de 16mm para luego ser aplicada, en 1936, a la fotografía fija. Al inicio no era barata, cada rollo de película costaba $3.50 dólares, equivalentes a unos 30€ de hoy.[50] La popularidad de la película Kodachrome alcanzó su máximo auge a finales de la década de 1960 y era el medio por excelencia de la fotografía vernácula y la ambivalencia entre los momentos cruciales y ordinarios de la vida.

 Beaumont Newhall nos recuerda que “La fotografía en color como medio creativo, tras un largo desdén por casi todos […] disfruta ahora de una mayor popularidad. Dentro de la tradición de Eliot Porter y de Edward Weston, otros contemporáneos como William Eggleston, Stephen Shore y Joel Meyerowitz se deleitan en los brillantes matices que pueden ser expresados por los actuales materiales del color, aportándonos un mundo transformado.”[51]

Para 1965 William había mudado a la película en color de forma definitiva.[52] Las fotografías egglestonianas de esa época son una interesante experiencia pues es como asomarse al mundo de Robert Frank, pero en color.

Probablemente el precursor contemporáneo más temprano de la fotografía en color y la estética snapshot es Stephen Shore, quien parece no haber tenido el reconocimiento que merece: el peso de William Eggleston ha prevalecido. Sin embargo la importancia de Shore es reconocida por Charlotte Cotton en The Photography as Contemporary Art: “Mientras que muchos fotógrafos contribuyeron a este cambio [hacia el color] los dos más prominentes son los americanos William Eggleston y Stephen Shore.”[53]

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Retornando al desprecio histórico del color, ya en 1959 Walker Evans había calificado la fotografía policromática como “vulgar”[54], aunque este autor clásico experimentaría con el color mediante una Polaroid SX-70 en los últimos años de su vida.

Ciertamente, “El color era una prerrogativa del vendedor, del comerciante del cliché y la trivialidad. Eggleston vio un uso para el color exaltado; de hecho, sus colores pueden llegar al punto cercano a la histeria […] con tonalidades estridentes. Está perdidamente enamorado de las posibilidades imaginativas de lo común. Quiere lavar nuestros ojos hasta que veamos, sin perjuicio, la exquisita intensidad de las aparentes frivolidades en la vida cotidiana.”[55] William_Eggleston_12

Eggleston se enfrentó al rechazo de la crítica, y aún su gran ídolo, Cartier-Bresson le dijo en una reunión: “William, el color es una mierda.”[56]

Afortunadamente ni la detractora actitud del fotógrafo más influyente del siglo XX pudo disuadir a Eggleston de experimentar con el color. William explica que Cartier-Bresson “No entendía mi trabajo en color. Me decía algo así como «¿No se te hace ridículo?» Si esto fuera cierto, entonces tal vez he desperdiciado mi tiempo de forma espantosa durante años.”[57]

Pero Eggleston no estaba interesado en trabajar para el contentillo ajeno: “…sus imágenes mostraban un cariño por la realización de las fotografías que no estaba en sintonía ni con el ambiente de crítica del momento ni con la tradición de la fotografía artística en blanco y negro.”[58] Sí, tal vez “…algunos creían que el blanco y negro confería una nostalgia instantánea a las fotografías.”[59] Pero Eggleston deseaba hablar del presente, del hoy y veía el color como el tratamiento más claro para presentar lo que tenía frente a sí.

Hilde van Gelder y Helen Westgeest explican que Eggleston introdujo el color no tanto con un afán pictorialista como para “escapar del sobrevalorado legado de la fotografía documental.”[60] Aunque hoy parezca lo contrario, durante años se consideró que la evidencia más cercana a la realidad era la fotografía en blanco y negro, pues se le asociaba con las ideas de veracidad y objetividad con las que se había mitificado el foto-reportaje al estilo Life y Look. 

La percepción del color también es un constructo cultural: durante la primera mitad del siglo XX la fotografía en blanco y negro se consideraba lo más parecido a la realidad y la imagen colorida era vista como una suerte de falsedad. Por el contrario, en el siglo XXI interpretamos que el blanco y negro es una abstracción y el color una mímesis (μίμηση) más perfecta de la realidad. Este último acuerdo social, simbólico, posmoderno, existe en parte por la obra del sureño. Eggleston constituye en tal sentido un cambio de paradigma perceptivo-cultural. “Mis fotos son de la vida hoy. Veo más en color que en blanco y negro.”[61] Y reitera: “Siempre he visto el mundo en color.”[62]

La siguiente presentación muestra los diferentes grados de iconicidad. (Se toma como ejemplo una figura pública altamente reconocible para ilustrar mejor mímesis y abstracción:

Martin Parr es uno de los artistas contemporáneos que reconocen la influencia de Eggleston en su obra y lo califica como “el colorista supremo de la fotografía estadounidense.”[63]

Efectivamente, a William se le ha considerado como “el progenitor de la aceptación de la fotografía en color como una forma de arte.”[64] El color en Eggleston es un componente definitivo. William se convirtió en una figura central en la llamada Nueva Fotografía Americana a Color de la década de 1970 “junto con figuras como Stephen Shore, Joel Meyerowitz, Joel Sternfeld y Richard Misrach.”[65]

William_Eggleston_36Cuando William Eggleston recibió el Premio Hasselblad 1988, Thomas Weski dijo: “El uso que Eggleston hace del color en sus fotografías es discreto, secundario. Lo utiliza de una forma tan sutil toque ya no lo podemos ver como un componente independiente del proceso de percepción visual”[66]

Weski acierta: Reducir el trabajo de Eggleston a simplemente haber cambiado la película del blanco negro al color y colocar sus obras en una galería de arte es mermarlo. “La obra de Eggleston no trata sobre el color, sino que emplea el color y todo cuanto éste aporta a los elementos formales y psicológicos de una imagen, sin permitir que éste se imponga por encima del contenido.”[67]

Efectivamente, “El color era un elemento adicional que otorgaba otro nivel de significado…”[68] Por si el punto no había quedado suficientemente aclarado, Badger Gerry subraya: “Insistimos: la obra de Eggleston no trata del color, es color.”[69] Como veremos al deconstruir el estilo de William, el no sobreestimar el color en su fotografía es crucial para apreciar el resto de capas de valor que este autor impone a sus imágenes.

William_Eggleston_38Ahora bien, “El estilo de Eggleston ha sido monumental para allanar el camino para los fotógrafos modernos en color, tanto en su contenido como en su uso del proceso de transferencia de colorantes, que crea impresiones de extraordinaria belleza a color. Sus fotografías son venerables no sólo por su contenido sino también por la filosofía de Eggleston en la percepción de la fotografía.”[70]

Cuando recibió el Premio Hasselblad se reconoció que Eggleston “Con su visión específica del mundo real, particularmente del sur estadounidense, ha desarrollado la fotografía a color como in medio independiente. También a utilizado el potencial cromático al máximo, viendo en él una característica fundamental de la percepción. […]Introdujo una nueva estética, una nueva manera «democrática» de ver, más influida por su visión personal que por otros modelos estilísticos previos. Así como Robert Frank estableció la informal estética «beat» en la década de 1950, en la de 1970 William Eggleston transformó el potencial de lo que podía ser expresado con el color.”[71]

Cielo rojo: banalidad colorida

De entre todas las fotografías de William Eggleston, tal vez no exista otra más emblemática y que permita comprender su visión de lo ordinario de manera más clara que la pieza titulada Greenwood, Mississippi, 1973. William_Eggleston_oenf_34 Esta icónica fotografía de un techo rojo con un bombilla, también conocida como The Red Ceiling (El techo rojo) es un gran ejemplo de una cámara alta donde la imagen es aparentemente sencilla pero, en el fondo, interminablemente compleja.

El poderoso color rojo es un amenazante símbolo de opresión donde lo mismo parece teñido de sangre que un eco visual que extiende la idea de sexualidad contenida en el cartel de la esquina inferior derecha. Los cables de color blanco que conectan la bombilla dividen el área fotográfica creando formas inorgánicas de una geometría compleja.

Aunque parece en un primer momento una imagen sencilla, es tremendamente sofisticada y esta es una clave fundamental al leer las fotografías de Eggleston: parecen imágenes vernáculas, fotos de álbum, y sin embargo nadie colocaría ese cielo ensangrentado de Greenwood, Mississippi, 1973 entre los recuerdos familiares.

El propio Eggleston ha dicho que es una imagen tan poderosa “que nunca la he visto reproducida en papel [con técnicas tradicionales] a mi entera satisfacción.”[72] Esto le ha llevado a experimentar con diferentes técnicas que se han convertido en una parte integral de su proceso creativo, como la impresión mediante transferencia de tintes. 

La transferencia de tintes (Dye Transfer)

Eggleston tenía en la mente una visión en la que los colores se exaltaban de una manera que excedía a la realidad y a las posibilidades de la impresión fotográfica ordinaria.

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En 1973 William descubre el proceso conocido como transferencia de tintes o transferencia de colorantes (en inglés Dye Transfer). “Basado en la formación del color mediante el sistema substractivo, es un procedimiento de copia obtenido mediante la incorporación en la capa de gelatina de una película de impresión matricial sobre papel baritado, no sensible a la luz, o sobre poliéster. A partir de un negativo en color o de una diapositiva, y utilizando máscaras para controlar el contraste y la sobreexposición, se obtienen tres negativos de separación de color exponiendo el original a través de filtros rojo, verde y azul, respectivamente, sobre tres negativos en blanco y negro, de los cuales se realiza una matriz capaz de absorber los colorantes. La superposición sucesiva sobre el papel o el plástico tendrá como resultado la transferencia de los colorantes a estos materiales de soporte.”[73]

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dye_transfer2Además “Este procedimiento se caracteriza por una excelente reproducción de colores y tonalidades, por lo que es utilizado principalmente en fotografía artística.”[74]

Desgraciadamente esta técnica podría estar en peligro de extinción, pues requiere, necesariamente, de viejos materiales fabricados por Kodak.[75]

Eggleston encontró en la transferencia de tintes la manera ideal para plasmar su visión cromática. Al utilizar la transferencia de colorantes “pudo lograr una saturación de color sin paralelo, una intensidad especial, que le otorgaba al color un sentido de dimensión o sustancia.”[76]

Haga clic en el infográfico para agrandar:

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En Nueva York: Diane Arbus, Lee Friedlander, Garry Winogrand

Antes de proseguir con el análisis del estilo de William Eggleston ha de explicarse cómo fue que el sureño logró penetrar en el ámbito de la fotografía artística posmoderna.

Diane Arbus
Diane Arbus

William viajaba frecuentemente a Nueva York donde hizo amistad con los tres fotógrafos más importantes de finales de la década de 1960 y principios de 1970: Diane ArbusGarry Winogrand  y Lee Friedlander. Este trío le impulsó para que mostrara su trabajo a John Szarkowski,[77] entonces curador de fotografía del Museum of Modern Art en Nueva York. Szarkowski recibió el trabajo de Eggleston con entusiasmo: nunca había conocido a nadie usando el color en un trabajo serio.[78]

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John Szarkowski

En la obra de Eggleston, el legendario curador de fotografía del MoMA “vio lo que muchos otros no podían, o no querían: una nueva y radical estética en nacimiento.”[79] William recuerda que “Muchos de mis amigos trabajaban en blanco y negro como Lee Friedlander, Diane ArbusGarry Winogrand  y otros. Intercambiábamos copias y ellos apoyaban mucho mi obra. Lo que trabajábamos era, fotográficamente, muy distinto, pero todos proveníamos de un mismo lugar, éramos como una suerte de club.”[80]

Garry Winogrand
Garry Winogrand

Anteriormente habíamos anticipado el diálogo ínter-textual con Diane Arbus: “Nadie antes que él había pensado en fotografiar unos zapatos bajo una cama, el contenido de un frigorífico, una bombilla roja o un edificio industrial de cinc pintado de blanco, del que destaca un destello rojo.”[81] Diane Arbus estaba rompiendo las reglas de lo que se podía o no fotografiar. Su revolución era una extensión del tiempo que compartía con Friedlander, Winogrand y, por supuesto, Eggleston.

Garry Winogrand y William Eggleston
Garry Winogrand y William Eggleston

No hay que olvidar que en 1972 Vietnam ardía y Nixon era presidente. Los terroristas palestinos habían secuestrado y matado a 11 atletas israelíes en las olimpiadas de Múnich. “Había escasez de petróleo con grandes filas en las gasolineras, y el Apolo 16 había salido hacia la luna. Los grandes hechos son más fáciles de recordar, pero frecuentemente son los pequeños, los aparentemente insignificantes detalles y momentos los que nos ayudan a conectar pasado y presente. Y es a través de este reconocimiento de la vida que compartimos la que nos hace ser quienes somos.”[82] Szarkowski supo ver todo esto en las fotografías de William Eggleston. Juntos, fotógrafo y curador, trabajaron para crear una exposición  en el Museum of Modern Art. Era 1976.[83]

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Lee Friedlander

En la fotografía han existido hechos de relevancia especialmente notable como la figura del propio Walker Evans o Cartier-Bresson, la fundación de Magnum Photos, la publicación de Les Américains de Robert Frank, la exposición New Documents con el trío Arbus-Winogrand-Friedlander, la obra monumental de Bernd y Hilla Becher, las exploraciones del snapshot íntimo de Nan Goldin o incluso el libro Workers del controvertido Sebastião Salgado.[84] Y dentro de estos hitos se encuentra, indudablemente, la exposición William Eggleston’s Guide.

William Eggleston’s Guide

Como dice Charlotte Cotton, “…tal vez sea una sobre-simplificación el aducir que una sola exposición puede cambiar la dirección de la fotografía artística, sin embargo la exhibición [William Eggleston’s Guide] fue un temprano y puntual indicador de la fuerza que tendría el trabajo de este fotógrafo en el futuro. Treinta años después, su reputación nunca ha sido mayor. Todavía considerado como «fotógrafo de los fotógrafos» sigue siendo el autor de importantes libros y exposiciones al rededor del mundo y aún realiza importantes contribuciones en su campo.”[85]

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Szarkowski explicó que “estas fotografías son fascinantes en parte porque contradicen nuestras expectativas. Se nos ha dicho tanto de lo insulso y artificial de la suave vida americana que casi lo hemos creído, y nos asombramos y nos sentimos exultantes cuando vemos estas fotografías de entornos familiares pero que parecen rodeadas por espíritus, y no todos ellos benignos.”[86]

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Ciertamente, una de las razones por las que William Eggleston recibió el prestigioso Premio Hasselblad, auténtico Nobel de la fotografía, es que, cuando se presentó en 1976 la William Eggleston’s Guide, la exposición “marcó un punto de inflexión para la fotografía a color, que había figurado fundamentalmente en el contexto comercial. El trabajo de Eggleston que mostraba lo simple, a veces solitario, del sur americano fue elevado al terreno de las bellas artes.”[87] Pero aunque hoy aquilatamos la importancia de esta exposición, la crítica de su tiempo fue demoledora. William_Eggleston_guide_a

John Szarkowski describió el estilo de Eggleston como perfecto. Hilton Kramer, crítico de arte, disintió con unas célebres palabras: ¿Perfecto? Perfectamente banal, tal vez. Perfectamente aburrido, sin duda.” [88] Incluso en el New York Times se calificó la William Eggleston’s Guide como “la exposición más odiada del año.”[89]

Los críticos de 1976 necesitaban sujetos y discursos claros, predecibles, que proporcionaran certezas en un mundo tambaleante. Sin embargo Eggleston mostró en sus fotografías un tipo de mensaje que nadie esperaba. [90] Puede comprenderse la sorpresa de la crítica.

Todavía hoy “La Guía podría describirse como hermética, y supone un reto para sus lectores.”[91] La respuesta de Eggleston fue peculiar: “Los críticos, pobres chicos, simplemente no entendieron nada. Sentí pena por ello, pero no me importó un comino.”[92] Y es que la crítica se enfrentaba a un auténtico enfant terrible.

La crítica: Eggleston a su aire

Juergen Teller dice que “Lo que siempre me ha intrigado de Eggleston es que parece totalmente libre” y agrega “Pareciera que no le importara un rábano nada, y lo que la gente piensa mucho menos aún. Es casi arrogante, pero realmente es mucho más que eso. Es verdaderamente excepcional ser tan independiente, y eso puede sentirse en su trabajo.”[93] William_Eggleston_troubled_waters_b

El que William Eggleston provenga de una familia aristocrática es un hecho mayúsculo en su obra. Cuando se le ha preguntado si considera la fotografía más un hobby que una carrera ha asentido: “Sí, quizás algo hay de eso.”[94]

Este sureño realmente nunca ha tenido que trabajar un día en su vida. “No necesita complacer a nadie sino a sí mismo.”[95] Eggleston tiene una confianza en sí mismo a toda prueba, lo cual se notó en su indiferencia ante las críticas negativas a su Guide. William Christenberry, su amigo durante 40 años incluso dice que el artista puede llegar al punto de ser presumido.[96]

Estilo

A pesar de las diatribas de la crítica en su época, el tiempo le ha dado la razón. Anteriormente se explicó la importancia de la captura de sujetos ordinarios y su uso del color. Sin embargo existen otras características en la obra de William que vale la pena descifrar.

La organización formal

William Eggleston “pone atención a la complejidad de la organización formal en el encuadre, donde rescata fuertes líneas diagonales y reflejos y  se regodea en los intensos rojos, verdes y azules.”[97]

Fotógrafo disciplinado, jamás presiona dos veces el obturador: “Solamente hago una fotografía de cada cosa. Literalmente. Nunca dos.”[98] Y abunda “Realmente no sé cuándo ocurrió, pero en cierto punto adopté la disciplina personal de hacer una sola exposición de cada cosa.”[99] William_Eggleston_10d70v2_c

Tampoco re encuadra en el cuarto oscuro. Llega al punto de pensar que al cortar “hay algo siniestro. Cuando re encuadras ya no es tuyo. Esa es una de las razones por las cuales no lo hago. Es, simplemente, una de esas disciplinas personales. Acaso la recogí originalmente de Henri Cartier-Bresson, quien fue fantástico en jamás re encuadrar.”[100] Hombre disciplinado, hace fotografías todos los días, [101] armado con alguna de sus proverbiales cámaras Leica.[102]

Rachel Kushner dice sobre Eggleston que “…sus fotografías tienen todo que ver con la dignidad y la capacidad de percepción así como una conciencia sutil que la exaltación que buscamos desde las artes visuales, el mundo visual, está en todas partes, en todo momento.”[103]

Amante de los cambios en la altura de cámara, suele modificar el punto de vista o buscando “ángulos que causan diferentes sensaciones y hacer que el observador mire desde otra perspectivas.”[104]


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Al componer suele colocar el punto de interés en el centro geométrico, de la manera que suelen hacer los fotógrafos amateur. Esta decisión aparentemente simplista es un engaño: “En un segundo vistazo, puede apreciarse que las composiciones de Eggleston son, de hecho, muy complejas y pulcramente planeadas.”[105]

“Me temo que mucha gente simplemente ve en mis fotografías un objeto en el centro del cuadro. No les importa lo que está alrededor del objeto, siempre y cuando no interfiera con el objeto en sí mismo, justo en el centro. Incluso después de las lecciones de Winogrand y Friedlander, parecen no comprenderlo. Buscan algo obvio: Estoy en guerra contra lo obvio.”[106]

Tim Davis nos da una pista para comprender a Eggleston: “El poeta Robert Kelly aconseja a los jóvenes escritores a leer sus obras como si las hubieran descubierto como garabatos garrapateados con su propia letra después de una noche de borrachera. La fotografías de Eggleston, incluso las primeras, pueden leerse en tal sentido.”[107]

Mucho más que “solo mirar”

Para leer una fotografía de Eggleston, el periodista Michael Glover nos invita a “resistir la tentación de ver demasiado rápida y superficialmente una imagen cruda de un objeto reconocible. Al contrario, ha de comenzarse por observar la forma y el encuadre de la pieza, el ángulo de vista, el juego de color contra sombra… De otro modo se agotan las posibilidades imaginativas del trabajo de Eggleston incluso antes de comenzar.”[108]

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Glover acierta: En las fotografías de Eggleston el primer traspié para el observador puede verse en asumir y descartar la imagen automáticamente debido a la familiaridad del sujeto. Simplemente se ve una calle, un callejón, un letrero, una persona o un grupo.

Cuando el cerebro del observador identifica los sujetos los etiqueta y en lugar de observar las formas, los valores tonales o las interrelaciones espaciales de cada forma en el cuadro, la da por hecho y la descarta. Le coloca una etiqueta que dice “árbol, persona, coche, cielo” y se ocupa de cualquier otra cosa, menos la fotografía.

Es necesario crear una estrategia para observar y cuestionar estas fotografías quitándole el componente de familiaridad. Para hacerlo se emplean a continuación dos tácticas: primero, sustraer el color de las imágenes y, segundo, abstraer las formas creando equivalentes menos icónicos y alterando los colores y tonos. side_by_side_2_eggleston_b Al cotejar estas imágenes primero hay que comparar la colorida con la monocromática donde cabría preguntar ¿Qué gana o qué pierde la imagen? ¿Qué agrega el color? ¿Por qué Eggleston decidió que esta imagen funcionaría en color? ¿Qué se mantiene en la fotografía aún cuando se elimina el color? ¿Qué sostiene a la imagen más allá del color? side_by_side_1_eggleston_a En segundo lugar, vale la pena observar las abstracciones de formas para comprender mejor la estructura que subyace y luego retornar a la imagen original. William_Eggleston_graceland_fEntre más familiar el sujeto, por ejemplo una persona, más importante es tratar de abstraer sus formas.

El cerebro humano es tan eficiente en el reconocimiento de rostros y personas que es muy difícil simplificar una figura humana para convertirla simplemente en bloques de sombras y luz, en formas. Por eso se prueba a continuación el agregar un matiz adicional a la abstracción al colocar el cuadro de cabeza, y entonces espacios negativos como el cielo y su interrelación con los árboles se hace evidente: side_by_side_3_eggleston

  Para toda persona dedicada a la creación fotográfica, William Eggleston constituye una lección múltiple: primero, al retornar a esa mirada silvestre que ha llevado a muchas personas a la fotografía en primera instancia. Eggleston nos lleva de la mano al mundo del posmodernismo, donde el hecho de hacer la fotografía de un objeto aparentemente banal hace que, precisamente, el creador ponga una atención superlativa a otros aspectos como la organización de elementos en el cuadro.[109]

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Eggleston, mediante su obra, recuerda a todo fotógrafo que la fotografía es una constante elección cultural donde podemos escoger sujetos trascendentes o intrascendentes, pero que conforme el artista se va sofisticando deja de ver las formas y las cosas simples de la vida. El costo es elevado: pasar por alto la vida cotidiana y todas las oportunidades que ofrece, desde lo estrictamente fotográfico hasta lo vivencial.

William_Eggleston_oenf_16Ya se explicaba anteriormente que no había que asumir que el único valor en las fotografías de Eggleston era el color. Uno de los grandes aportes de este autor es la reconsideración del color en el mundo. Resulta a veces tan transparente el color que en verdad deja de apreciarse. Cuando existe un objeto de colores sobresaturados, chillantes, se pone atención a este aspecto, pero hay una estética en el color mucho más profunda, menos efectista.

Cuando se analizan las imágenes de Eggleston, el mundo recupera su color porque el observador vuelve a hacerse consciente de esta capa estético-informativo-cultural.

Como paréntesis valdría la pena subrayar cómo William Eggleston nos ofrece una visión que trasciende al cuadro fotográfico, es decir, gracias a sus propias obras, podemos retomar en nuestra visión de la realidad una revaloración de los objetos y las escenas ordinarias, pero también la consciencia del color en cuanto nos rodea.

Las elecciones formales de Eggleston no son baladíes, aunque sus fotografías lo aparenten. Cuando un artista fotográfico asume la mirada de Eggleston y sus disciplinas, se da cuenta del rigor que exige el disparar una sola imagen.

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Entre algunos melómanos circula el chiste en el que se cuenta que Vivaldi no escribió 400 conciertos, sino que repitió un solo concierto 400 veces. En la era de la fotografía digital es fácil que ocurra algo similar: la facilidad para accionar el botón de disparo del obturador y la ausencia de los costos de tiempo y dinero asociados a cada exposición han hecho que el fotógrafo repita la misma imagen de manera incesante y, aún peor, con el peligro de generar muchas copias casi idénticas con las mismas deficiencias o incluso errores. En otras palabras, en fotografía William Eggleston ilustra claramente que es más importante la calidad que la cantidad.

El aristócrata sureño enseña la importancia de ser un avaro fotográfico: no disparar demasiado, pero tampoco escatimar nada que al ojo le resulte de interés. William_Eggleston_los_alamos_cPor otra parte, para el fotógrafo experimentado que ha logrado imbuir en su ADN los puntos áureos, Eggleston es un provocador cuando induce a volver al origen y colocar el punto de interés en el centro del cuadro.

Al final, cada fotógrafo ha de tomar la decisión crucial de qué camino seguir, si el ideal matemático de la belleza presentado por Pitágoras, o la trasgresión a los cánones a la Marcel Duchamp. Y es que una de las grandes consecuencias que pueden obtenerse a partir de la obra de Eggleston es a recuperar la inocencia original, la del fotógrafo casual.

Es fácil olvidar el origen y pasar por alto las transformaciones que sufre un creador durante su camino. Las enseñanzas de los grandes maestros y sus propias búsquedas pueden hacerle perder aquella inocencia primigenia donde simplemente le gustaba apuntar la cámara a cualquier objeto que cautivara al ojo, sin importar si era un motivo bello o feo, interesante o aburrido. William_Eggleston_graceland_m

William nos devuelve la oportunidad de volver al punto de origen. Pero, en la carrera del héroe, el camino es transformador por sí mismo.

Se pueden volver a esa inocencia original, pero el creador ha sido mutado por la senda, los obstáculos, los maestros y el aprendizaje. Uno de los grandes valores de Eggleston es ayudar al fotógrafo a recuperar su origen sin menospreciar su crecimiento.

Efectivamente, el fotógrafo puede hacer la imagen de una flor, un cartel urbano, una bolsa de frituras, una fuente, pero a esa mirada vernácula se le agrega un componente riguroso y disciplinado con ingredientes como el no repetir una exposición y no re encuadrar.

La fotografía de Eggleston aparenta ser silvestre, cuando en realidad es el producto de un exquisito refinamiento. Eggleston es un creador complejo que esconde y revela, que explicita e implícita, que denota y connota.

Como los grandes fotógrafos de la historia, Eggleston es el autor de fotografías sugerentes, cuya subyacencia se oculta bajo numerosas y engañosas capas icónicas y culturales.

Narrativas misteriosas. Eggleston “cinematográfico

No se puede pasar por alto que las fotografías de Eggleston tienen un cierto componente cinematográfico[110] y entre los cineastas a quienes ha inspirado pueden contarse a Dennis Hopper, Sofía Coppola, David Byrne, Gus Van Sant[111] o Alex Prager.

Las fotografías de Eggleston no constituyen una narrativa en el sentido estricto, más bien “son misteriosamente evocadoras, que apuntan hacia una historia.”[112] «A menudo su fotografías realmente grandes son un reflejo de sí mismo, misteriosas y sugestivas que aluden a un relato más oscuro se desarrolla fuera del encuadre.»[113]


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Martin Sandler coincide “sus imágenes son tanto líricas como  frecuentemente misteriosas.”[114] “Las fotografías del sr. Eggleston no son como una película en secuencia linear […] No hay antes ni después lo que provoca que estas fotografías sean provocativamente enigmáticas, repletas de resonancias líricas.”[115] “Su control de la forma y la forma en la que encuadra sus motivos informan a sus fotografías con una cierta teatralidad.”[116]

El legado de William Eggleston

La influencia de William Eggleston es profunda. Creadores de la talla de Martin Parr, Nan Goldin o Jeff Wall deben una parte de su estilo e influencia a este fotógrafo sureño.[117] Michael Glover dice que Eggleston es, y no Cartier-Bresson, el auténtico revolucionario.[118] William_Eggleston_cadillac_c“William Eggleston tuvo un papel pionero en la fotografía en color, pero su arte no sólo debe ser visto como un gesto formal. Sus cuadros hablan sobre el color, pero sin duda también representan el mundo «fáctico» en la tradición de la fotografía documental más importante, igual que los maestros clásicos y su propia visión especial .”[119]

Juergen Teller escribió, en la edición inglesa de Vogue, que Eggleston “…tiene una manera diferente de ver que es totalmente natural, sin forzar nada. Y nunca le importa si una imagen sale o no. Nunca he conocido a un hombre más libre, la sensación de independencia que tiene en cada pensamiento, decisión…” [120]

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Se le ha llamado “el fotógrafo más innovador de los últimos 50 años”.[121] Sin duda una de sus habilidades importantes ha sido “encontrar la belleza en lo banal y cambiar la manera como vemos al mundo.”[122] Su influencia es tan grande que casi podría pasar desapercibida den la cultura popular contemporánea.[123]

Cada fotografía de Eggleston es un auténtico libro que nos develará significados distintos conforme más se le lea. “Incluso las fotografías más simples [de Eggleston] pueden revelar capas de complejidad adicional.”[124]

Efectivamente, Eggleston tiene esa capacidad poderosa para crear y “evocar algo de la nada, en otras palabras, destilar la esencia fundamental de entre el caos que nos rodea […porque] sus imágenes poseen un poder misterioso, subterráneo, que hurga bajo la superficie de las cosas, escarbando un estado de ánimo de otra manera indistinguible.”[125] Antes que él muy pocos creadores hubieran hecho una fotografía de una bombilla eléctrica y le hubieran llamado arte. William_Eggleston_los_alamos_s“No existe una perspectiva política en el trabajo de Eggleston.

No es una fotografía de protesta o de consciencia social. No busca una historia, ni siquiera un motivo. Sus sujetos –una lámpara oxidada, un techo- difícilmente lo son. La mayoría de las veces no son mas que objetos solitarios, vistos desde un ángulo inusual que los dota de un sentimiento vertiginoso cuando los vemos.”[126]

William Jr. y Winston, los dos hijos de Eggleston, se han dedicado a preservar el trabajo de su padre mediante el Eggleston Artistic Trust en Memphis. Winston ha pasado una década digitalizando las fotografías de su padre y clasificando de forma ordenada y sistemática el corpus egglestoniano.[127]

Las aportaciones de William Eggleston durante cinco décadas de carrera son encomiables: “validó la fotografía a color como un medio artístico legítimo”;[128] “este maestro fotógrafo ha realizado la crónica de la cotidianidad de forma lírica sin caer en el sentimentalismo.”[129] Es el iniciador de una “nueva era, alterando el modo en el que la fotografía a color era percibida tanto por la comunidad artística como por el público.”[130]

Junto con Stephen Shore, Eggleston rescató en la década de 1970  la cultura vernácula estadounidense[131] con una nueva manera de apreciar el mundo corriente. Eggleston inundó con su estética buena parte de la fotografía posmoderna y cruzó la frontera de la imagen fija para influir en la cine-fotografía. El color en el lenguaje visual posmoderno no podria entenderse igual sin las aportaciones de William Eggleston.

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Su obra se ha convertido en una de las más influyentes en la segunda mitad del siglo XX.[132] Ian Jeffrey nos recuerda que “Eggleston ha sido uno de los fotógrafos en color más admirados del medio”[133] y Gunilla Knape explica: “Su trato personal con lo diario y lo banal asociado a su renuncia a la fotografía convencional configura una engañosa apariencia de «casualidad» en sus imágenes.”[134]

Mientras Diane ArbusGarry Winogrand y Lee Friedlander generaban una manera alternativa de ver el mundo, William Eggleston “formó parte de una generación de fotógrafos de la posguerra cuyo trabajo liberó al medio de las restrictivas reglas y convenciones de su tiempo.”[135]

Heredero de las tradiciones de gigantes como Eugène Atget, Walker Evans, Henri Cartier-Bresson o Robert Frank, Eggleston recuperó para el mundo las cosas simples de la vida, que a la larga, son las verdaderamente fundamentales aunque estén escondidas bajo su camuflaje de banalidad.


ocn_smallÓscar Colorado Nates es Profesor/Investigador titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (Ciudad de México).

Es autor de los libros:

  •  Ideas Decisivas: 650 reflexiones fotográficas
  •  Fotografía 3.0 Y después de la Postfotografía ¿Qué?
  • Instagram, el ojo del mundo
  •  Fotografía de documentalismo social
  • Fotografía Artística Contemporánea
  • El Mejor Fotógrafo del Mundo.

Co-fundador de la Sociedad Mexicana de Daguerrotipia y miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY).

Las opiniones vertidas en los artículos son personales y no reflejan necesariamente las posturas de la Universidad Panamericana.

Texto  e infografías © Copyright 2013 by Óscar Colorado Nates. Todos los derechos reservados.
Todas las fotografías de William Eggleston/All photographs by William Eggleston © Copyright by The Eggleston Artist Trust. Presented in this academic paper without gainful intent and for the purposes of academic research and art criticism. More information regarding copyright available through the following link: >>Legal Notice. 

Bibliografía

  • Badger Gerry, La genialidad de la fotografía: Cómo la fotografía ha cambiado nuestras vidas, Blume, Barcelona 2009
  • Campany David, Arte y fotografía, Edit. Phaidon, Londres, 2006
  • Castellanos, Paloma, Diccionario histórico de la fotografía. Edit. Istmo, Madrid, 1999
  • Cotton Charlotte, The Photography as contemporary art, 2ª Edición, Edit. Thames & Hudson, London, 2009
  • Dickie Chris, Photography: The 50 most influential photographers of all time. Edit. Barron’s, Londres, 2010
  • Emerling Jae, Photography History and Theory, (Edición Kindle) Edit. Routledge, New York, 2012
  • Gunthert André, Poivert Michel, El arte de la fotografía. Edit. Lunwerg Editores, S.A., Barcelona, 2009
  • Jeffrey Ian, Cómo leer la fotografía: Entender y disfrutar los grandes fotógrafos de Stieglitz a Doisneau, Edit. Electa, Barcelona, 2009
  • Jeffrey Ian, Los grandes fotógrafos, Edit. Debate, Madrid, 2000
  • Koetzle Hans-Michael, Fotógrafos de la A a la Z, Edit. Taschen, Colonia, 2011
  • Newhall Beaumont, Historia de la Fotografía, 2ª edición, Edit. Gustavo Gili, Barcelona, 2006
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  • Shore Stephen, American Surfaces, Edit. Phaidon, London, 2005
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  • van Gelder Hilde, Westgeest Helen, Photography Theory in Historical Perspective, (Edición Kindle), Edit. Wiley-Blackwell, West Sussex, 2011

Fuentes de Internet

Fuentes videográficas

eggleston_cita_640x Notas


[1] O’Hagan Sean, Out of the ordinary, Disponible en http://www.theguardian.com/artanddesign/2004/jul/25/photography1 Consultada el 11 de octubre de 2013

[2] Sandberg Patrik, William Eggleston by Drew Barrymore, Disponible en http://patriksandberg.com/2011/09/23/william-eggleston-by-drew-barrymore/ Consultada el 13 de octubre de 2013

[3] Booth Stanley,William Eggleston, Disponible en http://www.salon.com/1999/09/07/eggleston/ Consultada el 13 de octubre de 2013

[4] Sandberg Patrik, Op. Cit.

[5] Booth Stanley, Op. Cit.

[6] Booth Stanley, Op. Cit.

[7] O’Hagan Sean, Op. Cit.

[8] Dickie Chris, Photography: The 50 most influential photographers of all time. Edit. Barron’s, Londres, 2010, Pág. 50

[9] (Traducida) Belcove Julie L.,  William Eggleston, Disponible en http://www.wmagazine.com/culture/art-and-design/2008/11/william_eggleston/ Consultada el 13 de octubre de 2013

[10] Dickie Chris, Op. Cit., Pág. 50

[11] Eubank Donald, Colorful memories from William Eggleston’s world, Disponible en http://www.japantimes.co.jp/culture/2010/06/18/arts/colorful-memories-from-william-egglestons-world/#.UljATGRaaAp Consultada el 11 de octubre de 2013

[12] Booth Stanley, Op. Cit

[13] Ibídem

[14] Sandberg Patrik,Op. Cit.

[15] Korine Harmony, William Eggleston, Disponible en http://www.interviewmagazine.com/art/william-eggleston/#_ Consultada el 13 de octubre de 2013

[16] Booth Stanley, Op. Cit.

[17] Sampson Tim, The Art of Being William Eggleston, Disponible en http://www.memphismagazine.com/Memphis-Magazine/June-2012/The-art-of-being-William-Eggleston/ Consultada el 11 de octubre de 2013

[18] Lacayo Richard, A Talk With: William Eggleston, Disponible en http://entertainment.time.com/2008/10/30/a-talk-with-william-eggleston/ Consultada el 11 de octubre de 2013

[19] Ibídem

[20] Sampson Tim, Op. Cit.

[21] (Traducida) Sandberg Patrik, Op. Cit.

[22] Ibídem

[23] Booth Stanley, Op. Cit.

[24] Ibídem

[25] Eskildsen Ute, Conversation with William Eggleston, Disponible en http://www.egglestontrust.com/hasselblad_interview.html Consultada el 12 de octubre de 2013

[26] Sandberg Patrik,Op. Cit.

[27] Steidl, Before Color by William Eggleston, Disponible en http://www.steidlville.com/books/1096-Before-Color.html Consultada el 13 de octubre de 2013

[28] Korine Harmony, Op. Cit.

[29] Dickie Chris, Op. Cit., Pág. 50

[30] Sampson Tim, Op. Cit.

[31] Belcove Julie L., Op. Cit.

[32] O’Hagan Sean, Op. Cit.

[33] Tate, William Eggleston,  Disponible en http://www.tate.org.uk/whats-on/tate-modern/display/william-eggleston Consultada el 13 de octubre de 2013

[34] Jeffrey Ian, Los grandes fotógrafos, Edit. Debate, Madrid, 2000, Pág. 133

[35] Badger Gerry, La genialidad de la fotografía: Cómo la fotografía ha cambiado nuestras vidas, Blume, Barcelona 2009, Pág. 143

[36] Victoria Miro Gallery, William Eggleston, Disponible en http://www.victoria-miro.com/exhibitions/_404/ Consultada el 13 de octubre de 2013

[37] O’Hagan Sean, Op. Cit.,

[38] Booth Stanley, Op. Cit.

[39] Ibídem

[40] Tate, Op. Cit.

[41] Booth Stanley, Op. Cit.

[42] Kushner Rachel, William Eggleston by Rachel Kusner BOMB 76/Summer 2001, ART, Disponible en http://bombsite.com/issues/76/articles/2405 Consultada el 13 de octubre de 2013

[43] Victoria Miro Gallery, Op. Cit.

[44] Bilbaou Fullaondo Josu, El despertar del color, Disponible en http://elpais.com/diario/1999/08/23/paisvasco/935437205_850215.html Consultada el 13 de octubre de 2013

[45] Ibídem

[46] Ibídem

[47] Badger Gerry, Op. Cit., Pág. 148

[48] Jeffrey Ian, Cómo leer la fotografía: Entender y disfrutar los grandes fotógrafos de Stieglitz a Doisneau, Edit. Electa, Barcelona, 2009, Pág. 328

[49] Emerling Jae, Photography History and Theory, (Edición Kindle) Edit. Routledge, New York, 2012, Pos. 6244

[50] Suddath Claire, A Brief History of Kodachrome, disponible en http://content.time.com/time/arts/article/0,8599,1906503,00.html Consultada el 19 de octubre de 2013

[51] Newhall Beaumont, Historia de la Fotografía, 2ª edición, Edit. Gustavo Gili, Barcelona, 2006, Pág. 293

[52] Glover Michael, Genius in color: Why William Eggleston is the world’s greatest photographer, Disponible en http://www.independent.co.uk/arts-entertainment/art/features/genius-in-colour-why-william-eggleston-is-the-worlds-greatest-photographer-8577202.html Consultada el 13 de octubre de 2013

[53] Cotton Charlotte, The Photography as contemporary art, 2ª Edición, Edit. Thames & Hudson, London, 2009, Pág. 12

[54] Booth Stanley, Op. Cit.

[55] Glover Michael, Op. Cit.

[56] Sandberg Patrik,Op. Cit.

[57] Korine Harmony, Op. Cit.

[58] Campany David, Arte y fotografía, Edit. Phaidon, Londres, 2006, Pág. 80

[59] Badger Gerry, Op. Cit., Pág. 143

[60] van Gelder Hilde, Westgeest Helen, Photography Theory in Historical Perspective, (Edición Kindle), Edit. Wiley-Blackwell, West Sussex, 2011, Pos. 3735

[61] Aguilar Andrea, William Eggleston, padre de la fotografía artística en color, premiado por PHE04, Disponible en http://elpais.com/diario/2004/06/18/cultura/1087509611_850215.html Consultada el 13 de octubre de 2013

[62] Eskildsen Ute, Op. Cit.

[63] O’Hagan Sean, Op. Cit.,

[64] Village Voice contributor, Interview: Whitney Curator Elasabeth Sussman on William Eggleston: Democratica Camera, Disponible en http://blogs.villagevoice.com/music/2008/12/interview_whitn.php Consultada el 11 de octubre de 2013

[65] Dickie Chris, Op. Cit., Pág. 51

[66] Campany David, Op. Cit., Pág. 80

[67] Badger Gerry, Op. Cit., Pág. 143

[68] Ibídem

[69] Badger Gerry, Op. Cit., Pág. 148

[70] Journal, The Masters: William Eggleston, Disponible en http://vsco.co/blog/the-masters-william-eggleston Consultada el 13 de octubre de 2013

[71] Hasselblad Foundation, 1998 Hasselblad Award William Eggleston, Disponible en http://www.hasselbladfoundation.org/william-eggleston/ Consultada el 11 de octubre de 2013

[72] O’Hagan Sean, Op. Cit.,

[73] Centro de Fotografía de Montevideo, 1946. Revelado por transferencia de tintes. Disponible en http://cdf.montevideo.gub.uy/investigaciones/procedimientos-fotograficos/1946-revelado-por-transferencia-de-tintes Consultada el 16 de octubre de 2013

[74] Ibídem

[75]  Dye Transfer, Dye Transfer History, Disponible en http://www.dyetransfer.de/history.html Consultada el 13 de octubre de 2013

[76] Holborn Mark, William Eggleston: American Epic, Disponible en http://www.ft.com/intl/cms/s/2/6d577b68-fc72-11e1-ac0f-00144feabdc0.html#axzz2hAGlwOJM Consultada el 13 de octubre de 2013

[77] No hay que olvidar que fue el propio John Szarkowski quien dio a conocer a Winogrand, Arbus y Frieedlander cuando se presentó en el Museum of Modern Art de Nueva York la exposición New Documents en 1967. Gefter Philip, John Szarkowski, Curator of Photography, Diest at 81, Disponible en http://www.nytimes.com/2007/07/09/arts/09szarkowski.html?pagewanted=all&_r=0 Consultada el 19 de octubre de 2013

[78] Belcove Julie L., Op. Cit.

[79] O’Hagan Sean, Op. Cit.,

[80] Korine Harmony, Op. Cit.

[81] Badger Gerry, Op. Cit., Pág. 148

[82] Shore Stephen, American Surfaces, Edit. Phaidon, London, 2005. Pág. 6

[83] Eskildsen Ute, Op. Cit.

[84] Emerling Jae, Op. Cit., Pos. 5263

[85] Cotton Charlotte, Op. Cit.

[86] Davis Tim, Review: William Eggleston – “Sit-In at the Fotomat” (2010), Disponible en http://www.americansuburbx.com/2011/01/william-eggleston-sit-in-at-fotomat.html Consultada el 13 de octubre de 2013

[87]  Hasselblad Foundation, Op. Cit.

[88] Badger Gerry, Op. Cit., Pág. 143

[89] Glover Michael, Op. Cit.

[90] Ibídem

[91] (Las cursivas son nuestras) Jeffrey Ian, Cómo leer la fotografía: Entender y disfrutar los grandes fotógrafos de Stieglitz a Doisneau, Op. Cit., Pág. 330

[92] Korine Harmony, Op. Cit.

[93] O’Hagan Sean, Op. Cit.,

[94] Ibídem

[95] Village Voice contributor, Op. Cit.

[96] Belcove Julie L., Op. Cit.

[97] (Traducida) Tate, Op. Cit.

[98] O’Hagan Sean, Op. Cit.,

[99] Sandberg Patrik,Op. Cit.

[100] Ibídem

[101] Sampson Tim, Op. Cit.

[102] Behrmann Kai, Learning From William Eggleston? What is it that this great master of photography can teach us? Disponible en http://www.topphotographyfilms.com/famous-photographers/learning-from-william-eggleston/ Consultada el 13 de octubre de 2013

[103] (Traducida) Kushner Rachel, Op. Cit.

[104]  (Traducida) Behrmann Kai, Op. Cit.

[105] Ibídem

[106] Journal, Op. Cit.

[107] (Traducida) Davis Tim, Op. Cit.

[108] Glover Michael, Op. Cit.

[109] Sin embargo tampoco hay que olvidar que otros creadores enfracados en el período del modernismo ya habían tratado fotográficamente los objetos ordinarios, como fue el caso de don Manuel Álvarez Bravo en México.

[110] Campany David, Op. Cit., Pág. 80

[111] LaSpina David, Photo Finish. William Eggleston. Interview by Daid LaSpina. Disponible en http://www.reverseshot.com/legacy/autumn05/interviews/eggleston.html Consultada el 12 de octubre de 2013

[112] (Traducida) Belcove Julie L., Op. Cit.

[113] (Traducida) O’Hagan Sean, Op. Cit.

[114] Sandler Martin W., Photography:An Illustrated History (Oxford Illustrated Histories). Edición Kindle, Oxford University Press, Oxford, 2002, Pos. 2433

[115] Johnson Ken, The Sacred of the Material World. William Eggleston at Metropolitan Museum of Art. Disponible en http://www.nytimes.com/2013/05/03/arts/design/william-eggleston-at-metropolitan-museum-of-art.html?_r=0 Consultada el 13 de octubre de 2013

[116](Traducida) Xavier Hufkens Gallery, William Eggleston, Disponible en http://www.xavierhufkens.com/artists/william-eggleston Consultada el 13 de octubre de 2013

[117] Glover Michael, Op. Cit.

[118] Ibídem

[119] Hasselblad Foundation, Press Release. William Eggleston is awarded the hasselblad foundation interatnional award in photography for 1998. Disponible en http://www.hasselbladfoundation.org/assets/pdf/98-Eggleston-en.pdf Consultada el 11 de octubre de 2013

[120] Ibídem

[121] O’Hagan Sean, Op. Cit.,

[122] Victoria Miro Gallery, Op. Cit.

[123] O’Hagan Sean, Op. Cit.

[124] Holborn Mark, Op. Cti.

[125] Behrmann Kai, Op. Cit.

[126] Glover Michael, Op. Cit.

[127] Holborn Mark, Op. Cit.

[128] (Traducida) The Metropolitan Museum of Art, At War with the Obvious. Photographs by William Eggleston,  Disponible en http://www.metmuseum.org/exhibitions/listings/2013/william-eggleston Consultada el 13 de octubre de 2013

[129] Korine Harmony, Op. Cit.

[130] (Traducida) Journal, Op. Cit.

[131] Shore Stephen, Op. Cit., Pág. 5

[132] Victoria Miro Gallery, Op. Cit.

[133] Jeffrey Ian, Los grandes fotógrafos, Op. Cit., Pág. 133

[134] Koetzle Hans-Michael, Fotógrafos de la A a la Z, Edit. Taschen, Colonia, 2011, Pág. 106

[135] Victoria Miro Gallery, Op. Cit.

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46 comentarios sobre “William Eggleston y su mundo de color”

  1. En verdad las fotos muestran un arte en lo cotidiano, y creo que por eso es más dificil obtener esta genialidad. Oscar felicidades por este artículo que hay que re leerlo. Un abrazo y gracias por darnos una lectura tan original.

    1. Aldo, muchas gracias por seguir visitando mi blog. Efectivamente, vale la pena volver a leer el artículo porque permite hacerse nuevas reflexiones y preguntas sobre la obra de este fotógrafo estadounidense. Te mando un gran abrazo, querido amigo. Óscar

    1. Mil gracias Daniel, agradezco mucho tu comentario y me impulsa a seguir trabajando y escribiendo. Ojalá que puedas recomendar este espacio si lo has encontrado de utilidad. ¡Un abrazo! Óscar Colorado

  2. Que gran post! Me he quedado impresionada!
    Desde hoy que conozco tu blog y desde hoy que me hago asidua incondicional a él. Gracias por tu excelente trabajo, que con mucha ilusión compartiré!
    Y gracias sobre todo por hablar con tanto cariño de Eggleston, un gran maestro para mi, pues conocerlo supuso sin duda un antes y un despues en mi fotografía.

    Gracias de nuevo, y un abrazo.

    1. Emerty, muchas gracias por tu comentario. Es muy agradable saber que se aprecia el empeño en crear un post que profundice en estos grandes maestros, a quienes a veces damos un poco por hecho. Muchas gracias por visitar mi blog, te mando muchos saludos.
      Óscar Colorado

  3. Muy interesante Óscar.
    Sé que está por demás decirlo porque es el padre del color, pero es impresionante su búsqueda de los colores primarios en la vida cotidiana. Me llamó mucho la atención, pero a la vez me parece totalmente lógico, que Eggleston retomara la teoría de Kandinsky. Me he encontrado en las biografías de los gigantes de la fotografía la vital influencia de la pintura.
    Interesante trabajo documental el que realisaste. Muchas felicidades. Gracias por tu labor.

    Saludos
    Paulina Chávez

    1. Estimada Pau, muchas gracias por tus comentarios. La relación pintura-fotografía siempre ha sido compleja porque en sus inicios se tomó prestado mucho del lenguaje pictórico para un medio que tenía una gramática propia. Sin embargo entendidos ahora de que cada medio tiene su propia sintaxis, es muy cierto que hay un diálogo inter-medial en fotografía y pintura como el caso que apuntas, pero que también se da en las fotos de Robert Frank y las pinturas del expresionismo abstracto estadounidense y ni qué decir de la influencia que tuvo la pintura en la obra de Henri Cartier-Bresson quien dio la espalda a la fotografía en sus últimos años para abrazar exclusivamente el dibujo y la pintura. Creo que en esta etapa de la fotografía valdría mucho la pena revalorar la relación pintura-foto con una visión menos prejuiciada, respetando la esencia de cada medio -ni que la fotografía sea pictorialista ni la pintura fotografista-. Creo que ambos medios son expresiones de hechos visuales que mutuamente pueden influirse y beneficiarse. Mil gracias por visitar este espacio y te mando muchos saludos, ya podremos comentar personalmente más sobre estos temas. Óscar

  4. excelente lectura,ver como de lo cotidiano naca algo extraordinario apenas encontre tu blog y creeme no me lo voy a perder un afectuoso saludo y un gran agradecimiento por compartir saludos

    1. Estimado Juan Carlo, muchas gracias, qué bueno que encontraste interesante el blog, ojalá que lo puedas compartir con otros interesados en la fotografía. ¡Muchos saludos!
      Óscar Colorado

  5. Cómo le hace para documentar cada artículo ¡tan ricamente!, admiro profundamente su labor… me motiva mucho. Gracias.

  6. Impresionante tus artículos, se nota el oficio, el saber y tu gusto por la fotografía. Cuanto se aprende!!!!

    Muchísimas gracias por tu labor, impagable.

    Un saludo desde Las Palmas de Gran Canaria.

    Pablo V.

    1. Pablo, muchas gracias por el comentario. Me anima mucho a seguir trabajando y creando estos contenidos. Espero que sigas visitando este espacio y, sobre todo, que lo recomiendes a otros amigos o interesados en la fotografía. ¡Te mando un abrazo!

  7. Oscar, apenas estoy empezando a «pelar la cebolla» de tu blog. De nuevo, excelente ensayo sobre uno de los fotógrafos más controversiales de todos los tiempos. En otro artículo mencioné el cielo rojo de Eggelston en contrapunto al triciclo; pero leyendo tu ensayo, una foto de la que yo había pensado «si no fuera de Eggelston y avalada por Szarkowski, la mirarías dos veces?» –la dama del vestido azul con el zapato recortado – empieza a tener sentido cuando estudia uno el análisis de las formas y espacios. Creo que voy a pasar mucho tiempo por aquí, albricias! 😀

    1. Qué bueno que te ha sido interesante. Y es que con Eggleston, al igual que con Shore, hay mucho más allá de la superficie de lo que aparenta, y ahí está precisamente su riqueza. Qué bueno que encuentras material interesante en el blog, es un placer tenerte por acá. 🙂

  8. Óscar, esto que ha escrito es impresionante. Gracias por compartirlo, es muy generoso por su parte. A ver si se anima a hacer un monográfico sobre Ernst Haas o Saul Leiter, otros dos grandes fotógrafos americanos quizás menos conocidos pero igualmente fantásticos.

    1. Estimado Xabier, efectivamente, tanto Haas como Leiter son fotógrafos fundamentales. En este momento estoy trabajando, entre otras cosas, una investigación sobre el New American Color y Haas es un antecedente fundamental. ¡Mil gracias por la sugerencia! Saludos

  9. Buenos días!
    Tengo que felicitarle por la completísima entrada, es un estudio pormenorizado y de una gran riqueza tanto de su vida como de su obra, hablando de influencias, … Creo que es lo más parecido a una de sus fotografías, ricas en información y detalle. Muchísimas gracias y enhorabuena!

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