Usted es perfeccionista. No lo arruine.

Por Óscar Colorado Nates*

El otro día después de una comida china me tocó una galletita de la suerte con un mensaje que me dejó pasmado: “Ud. es perfeccionista. No lo arruine.” La frase me asombró tanto que decidí hacerle una fotografía y en ese momento supe que algún día debía escribir un post sobre el perfeccionismo. Ese día ha llegado.

El tema del perfeccionismo lleva años acechándome y acosándome. He deambulado por todos los espectros que rozan este tema, y un día me llega una galletita con una respuesta.

Mi mayor pecado

Ante la pregunta ¿cuál es tu mayor defecto? la mayoría siempre contesta algo como “Ser demasiado responsable y preocupón”o, la favorita “ser demasiado perfeccionista”. Pero nunca nadie responde con un defecto importante o un vicio real “¿Mis defectos? Bueno, soy bastante haragán, suelo ser irresponsable, soy un auténtico borrachín, generalmente soy mentiroso y, siempre que la oportunidad se da soy desleal; pero quizá mi mayor defecto es que soy increíblemente envidioso: cuando alguien llega con un coche nuevo quisiera que en ese momento le cayera un rayo, se abriera la tierra y lo tragara la falla de San Andrés.” Pero por algún motivo extraño nunca nadie dice eso… 🙂

Perfeccionismo e inmovilidad

Pero ser perfeccionista puede ser un gran vicio. No olvide mi querido lector que se puede pecar por exceso o por defecto. Cuando alguien emprende una tarea y la realiza sin cuidado ni atención está dejando de vivir el perfeccionismo y sus obras son emborronaduras constantes y mal hechas. Eso es pecar por defecto.


Pero por otro lado está el perfeccionismo paralizante. He conocido muchas personas que no hacen algo hasta que no sea total y absolutamente perfecto y, por supuesto, casi nunca hacen algo.

Tengo amigos fotógrafos que son críticos tan duros consigo mismos que no se dan la oportunidad de fallar nunca. Peor aún, hay quienes nunca terminan una serie de fotografías porque no son perfectas en su concepto.

Esta me parece una trampa muy peligrosa para el fotógrafo, porque como decía en mi otro post, no hay peor foto que la que no se hace.
Nuestras fotografías pueden tener errores y graves, pero primero tienen que ser. Luego podrán ser más o menos valiosas, pero si no son primero, no podrán tener ninguna cualidad.

Al pecar por exceso le damos a la perfección un papel paralizante, y no una mira de excelencia.

Del perfeccionismo al perfeccionamiento

Personalmente creo más en el perfeccionamiento (o el afán de perfeccionamiento) que en el perfeccionismo. La idea central se puede resumir en una escena de la película El último Samurai:

El protagonista es un prisionero de guerra en un campamento Samurai. Reflexiona sobre las costumbres de los supuestos bárbaros que lo tienen cautivo en un sentido material pero también mental y espiritual. El capitán Nathan Algren preso de innumerables demonios interiores encuentra la paz interior de los habitantes de la aldea. Y observa cómo en todas sus tareas hay una búsqueda constante por la perfección: Puede ser desenfundar una espada, sembrar arroz, limpiar un piso o meditar, todo tiene el mismo espíritu de búsqueda permanente de la perfección, es decir, un espíritu de perfeccionamiento.

Esto, aplicado a la fotografía, es de la mayor importancia. También escribía antes que cuando uno observa sus fotografías puede ser una tortura al repasar todos sus errores. Ahora bien, lo que uno no suele hacer es tratar de encontrar sus propios errores en el momento de la toma.

Una de mis primeras clases para principiantes es mostrarles algunos errores simples al hacer una fotografía: fondos complejos con motivo complejo, geometrías mal alineadas, formas distractoras. A mis alumnos les propongo un ejercicio que es muy simple, pero tremendamente efectivo: antes de presionar el obturador observar las orillas del cuadro.

Nuestro cerebro suele hacer muchas trampas y una de ellas es concentrarse exclusivamente en lo que nos ha parecido más importante de una escena. Es muy fácil que nuestro cerebro pase por alto formas, geometrías, fondos y otros elementos en el encuadre si no le interesan. De modo que hace falta un ejercicio consciente de revisar el último término en la fotografía, observar con cuidado los bordes ¿aparece alguna forma que se esté “metiendo” y sea un distractor? ¿Hay formas geométricas mal alineadas? ¿El fondo está compitiendo con el motivo? ¿Hay un centro de interés claro?


Hasta ahí llega este ejercicio básico, pero se puede extender a muchos otros elementos: ¿cómo está funcionando la geometría? ¿Qué pasaría si me muevo a la izquierda o la derecha? ¿Estoy incluyendo los elementos realmente importantes o estoy agregando información intrascendente en mi encuadre? Y está, por supuesto, la luz: ¿De dónde viene la luz? ¿Es una fuente única o viene de varios lados al mismo tiempo? ¿Qué color tiene? ¿Es suave o dura?

Estas preguntas no deben responderse a posteriori sino durante el acto fotográfico. Está muy bien aprender de nuestros errores, pero es aún mejor hacer la fotografía con un afán de perfección.

La ignoracia es la peor enemiga de la perfección

Conozco a un chico talentoso, pero está en un proceso de obtener la información básica sobre cómo hacer fotografía. Ha hecho grandes cosas gracias a su talento e intuición, pero no sabe cómo repetirlas. A mis alumnos suelo decirles “menos intuición y más intención” porque si se tiene suerte la cámara puede estar en automático, tener una luz increíble, apuntar la cámara y lograr una buena fotografía. El problema está en repetir la hazaña. Si hay ignorancia, difícilmente se podrá buscar la perfección.

Además, la ignorancia también puede ser una gran arrogancia. Pienso en un ex alumno que siempre fue muy soberbio. Cuando le daba alguna indicación decía “sí, si” pero en el fondo no le importaba lo que tenía que decirle. Se sentía deslumbrado con tener una cámara en la mano o la posibilidad de ir a hacerle la fotografía a alguna celebridad de talla mundial. Justamente ayer lo observaba mientras hacía las fotografías de un evento importante. Se pavoneaba orgulloso, portaba una cámara demencialmente cara y una óptica envidiable…

Pero este exalumno no le había puesto el parasol a su objetivo y estaba en un lugar que tenía muchísimas fuentes de luz. La luz parásita se colaría en su encuadre. Pero el chico estaba más preocupado en tirar estilo, como dicen, que en ser profesional. Era un error elemental, y probablemente cuando observe sus fotos se pregunte de dónde salió todo ese flare o peor aún: tal vez no sabrá ver ese defecto ni corregirlo.

La técnica no lo es todo en fotografía, pero es un prerrequisito para lograr grandes resultados. Es como hacer un edificio, no podemos discutir de temas más profundo y avanzados si el arquitecto no tiene nociones sólidas de resistencias de materiales, estilos arquitectónicos o cualquier forma de conocimiento esencial.

El fotógrafo siempre tiene la oportunidad de aprender algo, siempre, sin importar cuántos años lleve en la fotografía. Estudiar, leer artículos, buscar algún término nuevo, explorar nuevas técnicas son parte del afán de perfeccionamiento.

Tal vez no sea el mejor término

Tal vez no sea el mejor término el de ser un perfeccionista, yo preferiría algo así como un «aspirante a la perfección» pero la galletita ya me calificó y tampoco estoy para discutirle. El quid del asunto está en la segunda frase es es, a un tiempo, advertencia e imperativo “No lo arruine.”

Creo que el buscar la perfección es una gran cualidad. La galletita nos recuerda la importancia de no transigir, de evitar la autocomplacencia, de buscar cada vez un mejor resultado. Cada fotografía es la oportunidad de avanzar. La fotografía se aprende durante el acto fotográfico, son ensayos hacia la perfección.

El fotógrafo tiene la oportunidad de buscar que su quehacer fotográfico sea impecable. ¿Puede cometer errores? ¡Por supuesto! ¿Puede crear basura? ¡La que quiera! Pero ¿También debería tratar de mejorar constantemente? Ya lo creo.

Aspirar a la perfección es una búsqueda permanente por la excelencia. No es parte de un discurso de motivación, superación personal o autoayuda. Los fotógrafos enfrentamos una de las competencias más feroces en las artes. Todos los dueños de cámaras en el mundo se consideran fotógrafos.

Solamente en Flickr hay miles de millones de fotografías. Y estamos compitiendo contra eso. Ante ese panorama no podemos ser buenos, ni siquier muy buenos. Es más, algunos fotógrafos veraderamente excelentes pasan totalmente desapercibidos.


En la fotografía, afrontada con seriedad, no hay espacio para descuidados, soberbios ni ignorantes. Hay pocas disciplinas donde la exigencia sea tan alta.

Quisiera recordar, finalmente a Vince Lombardi, el legendario coach de los Empacadores de Green Bay de 1959 a 1967: “Es fácil tener fe en tí mismo y ser disciplinado cuando eres un ganador, cuendo eres el número uno. Lo que necesitas es tener fe y disciplina cuando no eres el número uno, cuando aún no ganas.” Creo que esa es una de las posibilidades al ser perfeccionista. Y como bien dice la galletita, no hay que arruinarlo.


ocn_smallÓscar Colorado Nates es Profesor/Investigador titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (Ciudad de México).

Autor de los libros:

  • Fotografía 3.0 Y después de la Postfotografía ¿Qué?
  • Instagram, el ojo del mundo
  • Fotografía de documentalismo social
  • Fotografía Artística Contemporánea
  • Entre otros

Co-fundador de la Sociedad Mexicana de Daguerrotipia y miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY).

Las opiniones vertidas en los artículos son personales y no reflejan necesariamente las posturas de la Universidad Panamericana.

Información legal: Todas las fotografías se presentan sin fines de lucro y con propósitos de enseñanza e investigación científica bajo lo previsto en la legislación vigente por conducto de los tratados internacionales en materia de derechos de autor. Consulte en este enlace la información legal respecto del uso de imágenes fijas, video y audio en este sitio.


3 comentarios sobre “Usted es perfeccionista. No lo arruine.”

  1. Un artículo muy interesante. Sucede que a medida que aprendemos más, que somos capaces de prever los fallos, hacemos menos fotografías. Llega un momento donde empezamos a perder oportunidades y paralizarnos. Como dice un dicho: «lo perfecto es enemigo de lo bueno».
    Saludos

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