Enseñanza fotográfica basada en «epinefrinas»

Iniciamos una nueva serie de artículos sobre la enseñanza fotográfica, sus peculiaridades y posibilidades y retos. 

Por Óscar Colorado Nates*

Tengo la fortuna y el honor de que muchos lectores de este blog sean profesores de fotografía. Hoy quiero escribir precisamente a quienes se dedican a la enseñanza fotográfica. Con estos artículos me gustaría compartir algunas de las experiencias, retos,  ideas o prácticas que vienen de mi propia práctica docente durante más de 20 años en frente a un aula universitaria.

Cuando la gente que estudia fotografía no quiere aprender fotografía

¿Suena absurdo? A mi me pasa con frecuencia cuando imparto la asignatura “Fotografía I” en la Universidad Panamericana (Ciudad de México) y  tengo alumnos de Comunicación (Ciencias de la Información, suelen llamarle en España). Muchos estudiantes que recibo no tienen interés alguno por la fotografía: Hay quien sueña en ser comentarista deportivo, alguna otra quiere ser directora de cine, por allá hay un chico que le enloquece la radio… Y aunque hay uno o dos despistados que se interesan por la foto o incluso han hecho algún curso por ahí, la verdad es que a la gran mayoría les tiene sin mayor cuidado la cuestión aquella de la cámara.

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¿Qué se hace cuando tu estudiante no sueña con la fotografía, sino con presentar las noticias de la noche?

En esos casos, mi función es doble: por un lado abrirles panoramas y mostrarles un lenguaje que no conocían o que dan por hecho (con eso de que ahora todo el mundo es fotógrafo…). La otra función es el asegurarme que mi clase sea una parte significativa de la vida universitaria, en su formación como profesionales y personas, con especial énfasis en aquellos que jamás en su vida se dedicarán a nada ni remotamente relacionado con la fotografía. Entonces el reto es distinto.

La educación en la era de Google

Una clase en la que solamente aprendan a hacer fotos no les llevará muy lejos. Y es que, lo que se le enseña a un alumno pero que no le interesa se acabará olvidando, irremisiblemente.

Ese es un gran problema de la educación tal como la hemos concebido desde hace tantos años: enseñar es transmitir conocimientos. Pero esta encomiable tarea es más propia de la epistemología que de los profesores de fotografía. Para empezar tenemos un gran problema con el conocimiento, y es que vivimos en la era de la información y existe una cosa que se llama “Google” y que es una puerta a un tsunami de información, cursos, tutoriales… ¿Para qué estamos los educadores entonces si todo el conocimiento está ahí en Internet?

tutoriales

Un primer papel: validar la información

Bueno, no me voy a liar con las diferencias entre conocimiento e información porque no es mi campo. Lo que sí quiero es reflexionar en que si lo que buscamos únicamente es transmitir formas de hacer, la tenemos difícil al competir con todos los tutoriales que andan ahí en YouTube y todos los cursos gratuitos online que están desde Udemy hasta Coursera y todo lo que está en medio. ¿Dónde quedamos nosotros? Buena pregunta.

La respuesta está en que no toda la educación es transmitir conocimiento, ni información. Lo que sí es cierto, mucho ojo, es que ni toda la información que está en Internet es cierta o correcta ni todos los tutoriales una maravilla. De hecho hay mucho material muy pero muy pobre. Lo sé porque un día dije “quiero aprender a hacer tortilla española como Dios manda”: tuve que pasar por unos ocho tutoriales antes de encontrar uno que me funcionó y aún así con la receta “perfecta” tuve que experimentar y adaptar hasta lograr el sabor que yo buscaba.

tortilla

No fue un proceso rápido ni fácil: tuve que arruinar muchas tortillas de patatas antes de lograr un resultado satisfactorio para mí.

Un segundo papel: articulación

De modo que una primera función del profesor es validar esa información. Y luego viene la articulación. El aprendizaje se facilita cuando los conceptos y ejercicios se exponen en un cierto orden. ¿Qué ocurriría si quisiéramos hacer una apendicitis con un tutorial en YouTube? Pronto nos daríamos cuenta de la gran cantidad de conocimiento que debe preceder al bisturí: si se nos desangra el paciente tal vez no sabíamos la importancia de comprender el proceso de coagulación, y por tanto la bioquímica de la sangre… En suma, que eso que suena a disparate es el pan de cada día cuando alguien aprende fotografía por su cuenta en Internet.

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Si puedo aprender fotografía con tutoriales ¿Por qué no probarlo también en el campo médico?

Así que nuestra tarea primigenia, ya lo decía yo, es validar la información y eliminar las fuentes que no sirven. De hecho, la razón para hacer este blog ha sido siempre ofrecer información confiable, comprobable y con una investigación seria.

Lo segundo es articular ese conocimiento y asegurar que tenga una secuencia lógica y que cada tema y tópico estén articulados de modo que uno facilite el otro.

De las formas de hacer a las formas de ser

Pero regresemos a las formas de hacer: si a alguien no le interesa practicar una apendicitis, aunque aprenda de los mejores programas y con la articulación más perfecta, nuestro alumno olvidará muy pronto todo porque no le interesa. Y no podrá hacer una apendicitis en diez años.

Y esto es justo lo que encuentro con mis alumnos de Fotografía I: no tienen opción, han de cursar esta materia obligatoria. Pero no les interesa a algunos, y en poco tiempo aprenderán cómo hacer una fotografía porque hice un esfuerzo monumental por enseñarles composición, planos, ángulos, exposición… Pero todo eso se perderá porque, si no les interesa la fotografía, simple y galanamente lo olvidarán. ¿Y entonces para qué perdí un semestre en el aula? ¿No valdría más regresarles su dinero o su tiempo y que se ahorren mi clase?

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¿Y cuando no tienen opción mas que aprender lo que tú les tienes que enseñar?

Pero el que se incluya la fotografía en la nómina de asignaturas tiene un sentido. Entonces viene otro momento fundamental de la educación y es que no se trata de generar en el alumno solamente una forma de hacer, sino una forma de SER.

En mi caso, la clase debe ser un proceso que enseñe mucho más que fotografía: reciedumbre, laboriosidad, valentía…

Un ejercicio fotográfico que tiene poco que ver con la fotografía

Confieso que asigno a mis alumnos un un ejercicio un tanto perverso: han de hacer barridos y congelados de seis fuentes diferentes a lo largo de la ciudad. Tienen que llegar con fotografías diferentes, no vale repetir. La ciudad de México es inmensa, hay miles de fuentes, pero todas están lejos unas de otras. Si lo que quiero es que aprendan a hacer es barridos y congelados, lo pueden hacer en su habitación y cualquier objeto en movimiento.

fuente

Sin embargo, mi ejercicio no es para aprender a hacer barridos y congelados, sino que salgan de su entorno, aprendan a resolver, piensen dónde irán, cómo establecerán una ruta… En este ejercicio importa el resultado, pero es aún más importante, más perdurable y más profundo el proceso. Y si el proceso está bien diseñado, los alumnos aprenden mucho más que fotografía. 

Otro ejercicio que mis alumnos odian es hacer fotografías de paneos con un camión, un auto, una motocicleta, una bicicleta y un triciclo. Todo va muy bien hasta que llegan al último punto, porque en el caso del triciclo necesitarán un niño, y eso lo complica todo. Si van a un parque tendrán que hablar con los padres, pedir permiso, enfrentarse al rechazo… Es un ejercicio donde tienen que aprender a negociar, a enfrentar sus miedos, a contactar a la gente.

triciclo
La ecuación es simple: Triciclo = niño. Niño = problemas.

En suma, en estos ejercicios lo que he trabajado es más la forma de SER que la forma de HACER. Para ser sinceros, me tienen un poco sin cuidado sus barridos o congelados: los practicamos en clase y si alguien tiene dudas le explico y ya está. Pero para aquel chico que quiere ser comentarista deportivo y la alumna que sueña con ser directora de cine les he enfrentado a una situación que no les he enseñado cómo resolver: ellos tienen que probar y aprender lo que les funcione mejor. Y eso les ha convertido en personas diferentes.

De modo que, lo primero al educar en fotografía es entender qué queremos lograr: ¿Formas de ser o formas de hacer? Y es que, además de información, al enseñar debemos generar hábitos operativos buenos, es decir virtudes.

Desde luego hay cursos muy orientados al saber hacer, como un taller e iluminación con luz de destello. En ese caso uno debe comprender conceptos, información, aplicarla. Entonces hay que tener muy claro qué parte se requiere de información pura y dura y cuánto importa la práctica. Este sería un taller muy orientado al saber hacer. Pero lo que hará memorable, de verdad la experiencia (eso que llaman los pedagogos el “proceso de enseñanza-aprendizaje”) será la armonía entre el qué y el cómo: qué aprendo y cómo lo aprendo. Y aplicado a nosotros: qué enseño cómo lo enseño.

Un nuevo modelo: La educación basada en epinefrinas

Entonces, al diseñar una clase, es fundamental idear y moldear una experiencia. Desde luego tendrá partes de entretenimiento, otras de reflexión. Habrá que provocar a los alumnos, buscar la discusión, darles actividades y ejemplos que generen epinefrinas. ¿Epinefrinas? ¿Cómo fue eso? Ejem… Me explicaré:

epinefrina

Una vez un amigo me dijo: “Tuve una epinefrina” y me explicó que de pronto había tenido una luz especial para comprender algo, que había tenido una suerte de iluminación sobre un cierto asunto. Entonces le dije “¡Epifanías, no epinefrinas!” “Bueno, eso…” , me contestó.

La palabra epifanía viene del griego: επιφάνεια, significa manifestación. Aunque es un concepto fundamentalmente religioso, tiene que ver con “una profunda sensación de realización en el sentido de comprender la esencia de las cosas.”[1]

Claro, estas epifanías parecen el clásico «¡Eureka!» de Arquímedes, pero la epifanía me parece un concepto mucho más evocador y su noción ligada a lo espiritual la convierte en una suerte de «aliento divino».

eureka

En fotografía yo creo que hay una gran cadena de epifanías. Mis maestros y mentores me explicaron hace muchos años conceptos clave. Aunque los sabía, pasaron muchos años hasta llegar a un momento epifánico de una gran claridad y decir ¡Pero si me lo habían dicho hace 20 años!  Para lograr hacer mío aquel conocimiento fue necesario pasar un proceso que, afortunadamente, me condujo a un conjunto de epifanías. Aprehendí (así, con hache en medio la idea se relaciona con coger, agarrar, prender, asir) la idea. La había “aprendido” hacía mucho, pero hasta que no la “aprehendí” no la hice totalmente mía.

Eso mismo es buena parte de la enseñanza fotográfica: generar condiciones para que el alumno llegue, algún día, a tener su propia cadena de epifanías. Por eso, a veces, mucho del curso no está en el salón de clase, ni siquiera durante el tiempo del curso, sino mucho tiempo después, en otro lugar. Con frecuencia dejo suficiente espacio entre ejercicios no porque sean difíciles, sino para abrir suficiente distancia para facilitar este proceso de reflexión y epifanía.

¿Aprender o descubrir?

Muchas veces no se trata de enseñarle algo a alguien, sino de darle herramientas para que descubra lo que necesita. En este sentido es interesantísima la conferencia de Sugata Mitra sobre el aprendizaje. Todo educador debería dedicar un tiempo a ver esta conferencia.

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Mi clase de fotografía avanzada tiene, desde luego, componentes de información donde muestro a mis alumnos el trabajo de grandes maestros y cómo resolvieron algún reto fotográfico, teorías, métodos, etcétera. Sin embargo, buena parte de mi clase es mostrarles géneros, autores y tipos de fotografía para que los alumnos vayan descubriendo y afinando sus intereses, muchas veces por mera eliminación.

Lo que ninguna escuela ni profesor de fotografía puede enseñar

Y es que en ninguna clase de fotografía, seamos muy claros, podremos enseñarle a otro qué le interesa. Claro, le podemos abrir panoramas. Pero es como una clase de gastronomía: la gente puede no saber apreciar tal o cual plato, y saber a qué tradición pertenece, su historia, relevancia… Pero si no le gusta, no le gusta. Es decir, una clase de cocina puede enseñarte a hacer arroz con leche, incluso a respetarlo, degustarlo y distinguir uno bien hecho de otro mal hecho. Pero esa clase no necesariamente te enseñará si te debe gustar o no el arroz con leche. Eso cada quien lo decide.

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Y más aún, una cosa es que te guste y otra que te interese. Porque el arroz con leche puede gustarme pero no intrigarme, no obsesionarme ni fascinarme. En cambio si encuentro que el arroz con leche me enloquece, me encanta, pero también me intriga, me obsesiona y me fascina, entonces ese ya es otro cantar.

Lo mismo ocurre con la fotografía: uno puede enseñar las bondades y maravillas de la fotografía de paisaje. Le pueden mostrar un Ansel Adams a un alumno quien dirá “uy, qué cosa más bonita”. Pero de ahí a interesarse, ir a hacer una sesión de fotos al Yosemite o escribir una enciclopedia del paisaje al tratar de dilucidar qué es eso, entonces es otra historia.

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Foto por Ansel Adams

Cada alumno: un bloque de mármol

De modo que yo pienso en cada alumno como un bloque de mármol. Mi labor es ayudarle a que vaya eliminando lo que sobra (lo que no le interesa) para que encuentre por sí mismo qué le interesa, qué necesita, qué le obsesiona.

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Bueno, de todo hay detrás de cada estudiante.  😉

Si tengo un poco de suerte, el proceso que he diseñado le ayudará a que se conozca y se comprenda a sí mismo un poco mejor y un poco más rápido. Y en el ínter también le habré compartido algunas técnicas y sabrá cómo resolver mejor una situación fotográfica. También habremos compartido un tiempo para mostrarle un abanico de referencias y convertirlo en un fotógrafo un poco más culto, un poco más informado. Y también, con más suerte aún, veinte años después tendrá una epifanía o un conjunto de epifanías.

Cada quien su «epinefrina»

El profesor de fotografía es un facilitador, un guía, un generador de buenos hábitos, un provocador, un motivador, un cómplice, un protector, un instigador…

Aún queda mucho más por reflexionar sobre estos temas. Ya lo iré haciendo en otros artículos. Por lo pronto es momento de hacer una pausa, dejar cierto tiempo para que cada uno de mis queridos colegas tenga sus propias “epinefrinas” acerca de lo que es, y no es, enseñar fotografía. Pero eso cada quien debe descubrirlo y aprehenderlo, con hache en medio.


oscarcoloradonates-0153_smallÓscar Colorado Nates es crítico, analista y promotor de la fotografía. Doctorante por la Universidad Complutense de Madrid y master en Narrativa y Producción Digital.

Titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (Ciudad de México).

Autor de libros como Fotografía 3.0; El Mejor Fotógrafo del Mundo o Instagram, el ojo del mundo, entre otros.

Director y conductor del programa de radio Imagen Líquida.

Editor del blog de fotografía Mirada Universal en el diario El Universal (Cd. de México)

Co-fundador de la Sociedad Mexicana de Daguerrotipia y miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY).

 

Las opiniones vertidas en los artículos y producciones audio-visuales son personales.
© 2017 by Óscar Colorado Nates. Todos los Derechos Reservados. Esta publicación se realiza sin fines de lucro y con fines de investigación, enseñanza y/o crítica académica, artística y científica. 

Notas

[1] Significados. “Significado de Epifanía.” https://www.significados.com/epifania/ Consultada el 9 de septiembre de 2017


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31 comentarios sobre “Enseñanza fotográfica basada en «epinefrinas»”

  1. ¡Me encantó la metáfora de que cada alumno es una roca de mármol! En mi experiencia personal como profesor de inglés en el Canadá francófono con frecuencia se encuentra mármol lingüístico que se refusa a permeabilizar el inglés. En esos casos, mi desafío se convierte en llevar el mármol a roca caliza y que los alumnos comprendan la importancia del inglés, incluso, en el seno de una sociedad que prioriza el uso preponderante del francés.
    Tu trabajo me parece fantástico. No necesariamente tienen que gustarme todos los fotógrafos que nos compartes, pero siempre de alguna manera permeabilizas nuestro horizonte fotográfico.
    Un abrazo grande; querido Óscar,
    Luis

    1. Muy querido Luis:
      Te contaré algo que me pasó hace 30 años. Mi maestro de Blues me enseñaba grabaciones rarísimas de Chick Corea, Wes Montgomery, Larry Carlton, Chet Atkins… Algunos de estos artistas hasta el día de hoy no me gustan, otros me enloquecen, y en otros casos si no hubiera conocido a esos autores hoy no me gustaría Miles Davis. Así que algo como eso opera con los fotógrafos: Lo que nutre no siempre sabe bien, pero ayuda a crecer.
      Muchas gracias por tus palabras, y espero que ese horizonte vaya teniendo cada vez más elementos para crecer y que cada quien pueda ir tomando su camino.
      ¡Un abrazo grande!

  2. Gran reflexión estimado Oscar, aplicable a cualquier ámbito de enseñanza. Destaco la diferencia (más bien la importancia de ambas) en saber distinguir y enseñar para el Hacer y/o el Ser. Felicitaciones!

  3. Me parece estupendo que abrieras la caja de Pandora sobre la enseñanza, en fotografía, y esto es valido para cualquier otra actividad, ¿por que qué es un profesor, que es maestro? ¿alguien que sabe mucho sobre cierta materia que imparte?. ¿El que mas sabe del aula? Posiblemente sea así.
    Desde mi punto de vista un profesor o maestro aparte de tener efectivamente un gran conocimiento sobre la materia a impartir debiera ser ciertamente un tanto psicólogo, conocer a sus alumnos, conocer sus inquietudes, sus aspiraciones, esto es algo que supone un esfuerzo extra, ¿se esta dispuesto a realizar este esfuerzo? Sabemos que el porcentaje de alumnos de nuestra clase que realmente lo tiene claro no va mas allá del 10 al 20% , ¿y que pasa con ese otro 80-90% de los alumnos? ¿cómo rescatarlos? Si rescatamos otro porcentaje similar al primero creo que podemos darnos con un canto en los dientes. Esto no se si es valido para otras carreras, pero en Bellas Artes dentro de la cual existe el apartado de fotografía te puedo asegurar que el porcentaje oscila entre los datos aportados. Pero esto también es valido para pintura, diseño grafico, etc.
    ¿cómo detectar en un primer momento por donde van los tiros con el alumno?
    Recuerdo a mí buen amigo y maestro Luis Badosa que QEPD (Catedrático de pintura en la UPV-EHU).Tras el primer día de clase que normalmente era un tanto informal al terminar esta les decía “señores el próximo día tienen ustedes un minuto, ni un segundo mas para decirme quienes son ustedes y que quieren de la UPV-EHU” esto él lo denominaba el minuto de oro. Aquí arrancaba la fase psicológica, ya había cierta información sobre cada uno de los alumnos, esto no significaba que no hubiera variaciones, todo ello se iría viendo a lo largo del curso. Y así efectivamente había alumnos que estaban allí por que querían ser pintores, otros que no lo tenían claro hacia donde dirigir sus pasos dentro de Bellas artes, pero si tenían claro que harían B.Artes, unos tal vez diseño gráfico, tal vez escultura y otros que realmente se habían equivocado y sus inquietudes iban por otros derroteros como una ingeniería, tal vez física, en fin son edades confusas.
    Una vez que el registro estaba mas o menos encauzado ¿hacia donde dirigirnos? La respuesta era la ilusión, la motivación encauzar el camino. El siempre decía, esta es mi clase de pintura, los que realmente queráis ser pintores deberéis pintar, pintar sin descanso deberéis ir a por todas y los que vayáis por otra cosa deberéis hacer los mismo, si no, os aconsejo que cambiéis a lo que realmente os satisfaga pero tener en cuenta que deberéis trabajar sin descanso, con pasión, sin pasión no hay resultados.
    Un profesor no es ningún juez, un profesor es mas bien un jardinero que ha de cuidar y cultivar su huerto, habrá de regarlo, habrá de extirpar las malas hierbas etc. Aún así habrá plantas que de por si serán hermosas, otras que las mantendrá vivas y necesitaran un poco mas de tiempo para que realmente florezcan, algunas se polinizaran en otro jardín, y algunas que se quedaran por el camino. Pero la satisfacción mas grande que un profesor o maestro pueda tener es que un día alguien que tal vez ya no conozcas se acerque a ti y te acuse (tu eres el culpable de que yo sea fotógrafo, pintor o ingeniero”) a modo de agradecimiento.

    1. Muchas gracias por compartir esta reflexión. Recuerdo con cariño el entusiasmo de Luis Baldosa. Me parece que, como los grandes maestros, trabajó en mucho más que en transmitir conocimientos sino en preocuparse genuinamente por sus estudiantes y ayudarlos a crecer. ¡Mil gracias por compartir!

  4. «ni toda la información que está en Internet es cierta o correcta ni todos los tutoriales una maravilla.» Apreciado Oscar, tu juicio sobre los tutoriales de Internet aplican igualmente a una enorme cantidad de profesores. La gran diferencia es que un profesor equivocado y que no es una maravilla hay que soportarlo semestres enteros, en cambio en Youtube basta un click y buscas una mejor opción. Gracias por el artículo.

  5. Estimado maestro Oscar,

    Esta vez deseo agradecerle por partida doble:
    1. Por el contenido del artículo, que como siempre, me es muy enriquecedor… ahora diría «epinefrinizador».
    2. Porque justo me cae para realizar un trabajo de la asignatura «Nuevas Tecnologías en Educación», carrera de Psicología.

    Mil gracias por su tiempo!!

  6. Excelente!! Yo fui docente por 30 años hasta que descubrí la fotografía. La razón por la que abandoné la docencia (además de que encontré la fotografía, y esa es la razón principal) fue que me desilusioné del sistema educativo, obsoleto, incapaz de cumplir con la misión que, se supone, tenía. Enseñar debe dejar de verse como el acto de transmitir información, enseñar debe limitarse única y exclusivamente a facilitar las herramientas para que cada niño o joven aprenda a aprender y después que cada uno elija el camino que quiera. La información hoy en día está a unos segundos del alcance de cualquiera, por lo que ya no es necesario dedicarse a transmitirla, ahora el reto es hacer que las «mentes correctas» accedan a esa información, la utilicen y la multipliquen para el bien de todos.
    Muy buen trabajo como siempre, Óscar. Saludos!!

    1. Estimado Ernesto: Concuerdo contigo. Todas las industrias se han revolucionado y un sector que tiene un modelo de hace 200 años es la educación (bueno, habrá que matizar un poco, pero de que hay un atraso tremendo eso es innegable).
      Así que la formación hoy requiere nuevas aproximaciones, nuevas herramientas y una didáctica renovada que nos permita llegar al alumno y calar más hondo.
      ¡Un abrazo fuerte como siempre!

  7. Querido Óscar,
    no nos conozcamos pero para mi ya es una persona querida porque tu (permitame tutear) trabajo me es muy inspirador.
    Los artículos que tienes publicados en tu blog me ayudan mucho a refletir sobre los contenidos y la manera como enseño a mis alumnos de fotografía en el curso de periodismo de la Universidade Federal de Ouro Preto, en Brasil.

    Muchísimas gracías

  8. Valiosísimo artículo para quienes nos estamos adentrando en la enseñanza fotográfica. ¡Qué gusto es leerte Óscar!

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