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Sebastião Salgado: entre la fama y la sospecha

La historia de Sebastião Salgado no podía ser más peculiar: Economista con doctorado dio un salto vocacional a los 40 años y se convirtió en una de las grandes súper estrellas en la fotografía documental contemporánea.

Por Óscar Colorado Nates*

Texto publicado originalmente el 23 de febrero de 2013, actualizado el 6 de septiembre, el 14 de diciembre de 2015 y el 26 de julio de 2021.

1. De economista a fotógrafo

Sebastião Ribeiro Salgado nació en 1944 en Minas Gerais (Brasil). Su padre era un terrateniente que llegó a tener diez haciendas y 15.000 cabezas de ganado. [1] Tião (como le llamaba su padre) fue el único hijo varón con siete hermanas y resultó, desde joven, un inquieto viajero.

Inició los estudios universitarios de Derecho para abandonarlos y decidirse por la Economía que cursó en Vitoria.

Después de conocer y enamorarse de una joven llamada Lélia Deluiz Wanick se casó con ella. La pareja se mudó a São Paulo para que el futuro fotógrafo pudiera cursar su maestría en Economía. Colaboró con el Ministerio de Finanzas de Brasil (1968) pero se opuso al régimen militar (1969) [2] y la pareja cambió su residencia a París, exiliados durante los años de dictadura en Brasil (que duró de 1964 a 1985); Francia fue una nación solidaria con las dictaduras latinoamericanas[3]. En aquel país Sebastião aprovechó para realizar su doctorado y Lélia estudió arquitectura.

“Descubrí la fotografía por casualidad. Mi esposa es arquitecta, cuando éramos jóvenes y vivíamos en París, se compró una cámara para tomar fotos de edificios. Por primera vez miré a través de una lente – y la fotografía de inmediato comenzó a invadir mi vida.”[4]

Sebastião Salgado y Lélia Deluiz Wanick

En 1971 se mudaron a Londres donde Sebastião trabajó como economista en la International Coffee Organization y comenzó a viajar al continente africano en comisiones para el Banco Mundial. Ahí realizó sus primeros trabajos fotográficos que fueron la razón para trocar, definitivamente, la práctica económica por la fotografía. «Cuando me instalé en Inglaterra y desde ahí empecé a viajar a África por mi trabajo, la fotografía me proporcionaba más placer que los informes que debía hacer. Así que un día me metí con Lélia en un barquito de un estanque en Hyde Park y lo discutimos durante horas. Tenía una invitación para ser profesor en la Universidad de São Paulo, otra para trabajar en Washington en el Banco Mundial; para un joven economista era un futuro fabuloso.»[5] Y, sin embargo, eligió a la fotografía.

Sebastião y Lélia emprendieron juntos la aventura de abandonar una vida cómoda para que Salgado pudiera dedicarse por entero a la fotografía. Vendieron todo y con el dinero compraron el equipo que el artista necesitaría.

Sebastião Salgado justo cuando decidió dejar la economía para decantarse por la fotografía.

A partir de entonces, Salgado “…comenzó a registrarlo todo: desde bodas y retratos de su esposa, hasta documentar dramas sociales y humanos, el de los refugiados y desplazados por el hambre y la guerra, y las agrestes condiciones de vida de agricultores y trabajadores de las minas de oro. Ahí, la hambruna en Etiopía, los yacimientos de petróleo ardiendo en la Guerra del Golfo, el genocidio en Ruanda en 1994… Ese encuadre en temáticas sociales también ha abarcado la explotación y la crueldad del modelo capitalista y el fenómeno, muchas veces doloroso, de los éxodos y migraciones humanos, acompañado de la violencia desalmada solventada por la misma especie…” [6]

Salgado: Sygma, Gamma, Magnum y Amazonas

Inicialmente colaboró con la Agencia Sygma (1974) haciendo historias en Portugal, Mozambique y Angola. Ingresó el siguiente año a la Agencia Gamma realizando proyectos fotográficos en Latinoamérica, África y Europa. Para 1979 ya era parte de la legendaria agencia Magnum Photos. Finalmente en 1994 fundó su propia agencia  Amazonas Images, tal vez la más pequeña del mundo, dedicada exclusivamente a distribuir sus fotografías.

Las tardanzas de Salgado

Uno de los ingredientes que dotan a las fotografías, siempre en blanco y negro, del brasileño con el esplendor que las caracteriza es la dilación con la que opera. Salgado no es un fotógrafo de “pisa y corre” que hace imágenes desde un helicóptero y pasa a la próxima locación. Labora con sosiego. Sus series suelen tomarle unos siete años de producción en decenas de países. Él mismo refiere sobre su ritmo de trabajo:

“Recuerdo que cuando hice las fotos del túnel para Workers, me acompañaba alguien de la empresa de construcción británica. Tras pasar dos días conmigo me dijo: «Sebastião, verte trabajar es como contemplar cómo crece la hierba.»”[7]

Una de las razones para esta parsimonia está en su involucramiento con la comunidad. “Nuestra historia es la historia de la comunidad, no de la individualidad. Ése es el punto de vista de mi fotografía y el punto de partida de todo mi trabajo.”[8] Y agrega:

“…respeto y tengo cierto sentido de la comunidad y del ser humano. La fotografía está llena de simbolismo, es un lenguaje simbólico. Tienes que ser capaz de materializar todas tus ideas en una sola imagen. De alguna manera mi punto de vista –muy centrado en la social y en la comunidad- no es muy diferente de los conceptos básicos de la mayoría de las religiones.”[9]

Además, Salgado requiere tiempo, y mucho, para componer una narrativa coherente: “No vas y tomas una foto. Vas a construir una historia. A final de cuentas creo que los fotógrafos documentalistas somos gente a la que nos gusta contar historias.”[10]

Los motivos de Sebastião

Los temas de este fotógrafo suelen poner en conflicto a ciertos observadores.

“A veces la gente no acaba de entender por qué he trabajado tanto sobre la hambruna en África y sobre la pobreza en América Latina, pero era lo que tenía en mente. Era mi vida. No me imponía en sus vidas, sino que era lo que yo estaba viviendo.”[11]

Se entiende mejor su postura cuando explica:

“En Brasil, había estado muy metido en temas sociales y estábamos en una época de militancia política. Además llegamos a estudiar a Francia después de 1968. Todo era activismo, política, militancia y temas sociales. Convertirme en fotógrafo social y documental fue una evolución natural para mí.”[12]

El sobresalto inicial de los estadounidenses ante sus imágenes se contrastó con la respuesta europea mucho más favorable y en 1986 publicó su primer libro Otras Américas. Entre 1986 y 1992 realizó una de sus obras más importantes, Trabajadores, que lo colocó entre los fotógrafos documentalistas de primer orden.[13]

Salgado inició el nuevo milenio publicando The Children y Migrations. En este último escribió:

Más que nunca considero que la raza humana es una. Hay diferencias de color, idioma, cultura y oportunidades, pero los sentimientos de las personas y las reacciones se parecen. Las personas huyen de guerras para librarse de la muerte, emigran para mejorar sus fortunas, construyen vidas nuevas en tierras extranjeras, se adaptan a las dificultades excepcionalmente gravosas.”[14]

Siempre economista

El discurso de Salgado proviene, cómo él mismo lo admite, de la economía y la sociología pues “…utilizando su práctica como economista como punto de partida para documentar el trabajo humano, también ofrece un estilo de imágenes monumentales y, en ocasiones, heroicas de su sujeto.”[15]

Salgado exhorta al fotógrafo joven interesado en lo social:

“…tiene que meterse a fondo en sociología, antropología, economía, política y geopolítica para entender el marco en el que trabaja. Tiene que formarse una idea de la sociedad en general y del planeta en el que vivimos.”[16]

De ahí se desprende su cuerpo de obra Trabajadores donde Salgado «…ofrece una épica global que trasciende la mera imagen para convertirse en una afirmación del espíritu de las mujeres y de los hombres trabajadores. En este volumen, trescidentas fotografías en blanco y negro forman una perspectiva arqueológica de las actividades de lo que llamamos trabajo duro desde la Edad de Piedra hasta el moneto presnete, pasando por la Revolución Industrial.»[17]

Fred Ritchin, editor de imagen de la New York Times Magazine recuerda la siguiente anécdota de principios de la década de 1970:

“Salgado me envió una caja con estas fotografías desde París y yo las mostré por toda la ciudad de Nueva York a profesionales de la edición y curaduría. Estaba pasmado por las imágenes de personas muriendo de hambre, por su extraordinaria gracia ante la adversidad… […] Los editores juzgaron las fotografías demasiado perturbadoras para los lectores estadounidenses y no las publicaron en revistas. El público europeo fue más receptivo…”[18]

Ritchin se refería al trabajo fotográfico que Salgado realizó sobre el Sahel, la zona desértica que cruza todo el norte de África.

Su primer trabajo recibió una compleja mezcla de reacciones. La referencia de Ritchin es una muestra de la conmoción que provocaron imágenes de una África hambrienta y empobrecida, pero digna y sorprendentemente bella.

Bien dice Oti Rodríguez Marchante sobre Salgado: “No es fácil acercarse a su vida y a su obra sin una absoluta admiración por su calidad y poesía, pero también con una cierta reflexión moral sobre el hecho de poner mirada artística, un altísimo nivel estético y un consecuente aire lírico a la crueldad, al sufrimiento, a la indigencia, al éxodo y al desamparo.” [19]

Esta disonancia es una auténtica paradoja: situaciones terribles plasmadas en el cuadro fotográfico con una finura y magnificencia sublimes. Salgado ha sido “…admirado y también criticado por la brillantez de su espejo a lo peor del mundo…”  [20]

Esta dualidad ha provocado que este fotógrafo se haya convertido en el blanco de ataques implacables.

2. Furia de Titanes

La obra de Salgado ha sido mundialmente reconocida y alabada. No ha faltado quien diga que “Él es una súper estrella en la tradición de Robert Capa, Chim y Henri Cartier-Bresson.”[21] También se ha escrito que:

“Su influencia en el fotoperiodismo actual y su función como modelo hacen de él, con total seguridad, la cámara más importante de la época. Es una especie de Cartier-Bresson de fines del siglo XX. Pero mientras que en Cartier prevalece el afilado cálculo del constructivismo, Salgado persigue las emociones.”[22]

Sin embargo, como contrapunto, también ha sufrido críticas feroces:

“En una nota de página completa en el prestigioso diario francés LE MONDE, el crítico Jean-François Chevrier no dudó en descalificar el trabajo de Salgado acusándolo de hacer «voyeurismo sentimental» y de aprovecharse del sufrimiento de los demás para hacer arte. Esta acusación de hacer fotos a costa de la miseria de los otros se le ha reiterado a numerosos fotógrafos que se presentan como humanistas.”[23]

Parafraseando a Javier Ferreira, el fotógrafo podría convertirse en un coleccionista de la miseria ajena y un retorcido recopilador de la crueldad y la injusticia para transfigurar al sujeto, morbosamente, en objeto de contemplación artística.[24] Incluso se le ha calificado de frívolo y de dramatizar excesivamente el sufrimiento ajeno hasta convertirlo en un “esteta de la miseria.”[25]

Una de las figuras torales en la discusión y reflexión fotográfica del siglo XX, Susan Sontag, también arremetió contra Salgado:

“Una foto puede ser terrible y bella. Otra cuestión: si puede ser verdadera y bella. Este es el principal reproche a las fotografías de Sebastião Salgado. Porque la gente, cuando ve una de esas fotos, tan sumamente bellas, sospecha. Con Salgado hay otro tipo de problemas. Él nunca da nombres. La ausencia de nombres limita la veracidad de su trabajo. Ahora bien: con independencia de Salgado y sus métodos, no creo yo que la belleza y la veracidad sean incompatibles. Pero es verdad que la gente identifica la belleza con el fotograma y el fotograma, inevitablemente, con la ficción.”[26]


Como podemos recordar, Lewis Hine dotó de nombre y apellido a sus niños trabajadores para convertirlos en personas y no en objetos. Como anota Michael Kimmelman “Los nombres convierten a las personas en individuos.”[27], Salgado es el protagonista de su obra donde se arguye que sus sujetos se convierten en mera escenografía del genial y épico drama salgadiano.

“En las fotografías espléndida –pero repetitivamente- compuestas, su dominio de la luz, estilo reconocible e incansable idealización abordan el escenario central dejando a los trabajadores en papeles segundones del drama en el que el fotógrafo es la verdadera estrella.”[28]

En septiembre de 1991 Ingrid Sischy escribió sobre Salgado que “Proveer de un tratamiento estético a la tragedia es el modo más rápido para anestesiar los sentimientos de aquellos que lo están presenciando.”[29] La crítica abunda en su artículo en The New Yorker[30]: “Salgado está demasiado ocupado con los aspectos de composición de sus imágenes -y con la búsqueda de la «gracia» y «belleza» en la forma retorcida de sus angustiados sujetos. Y este embellecimiento de la tragedia resulta en imágenes que finalmente refuerzan nuestra pasividad hacia la experiencia de lo que revelan. […] La belleza es una llamada a la contemplación, y no a la acción.” [31]

Adicionalmente, otros se quejaron de que “sus fotos son demasiado políticas y su política demasiado obvia.”[32a]

Ricardo García López califica estas actitudes de inocografía antropofágica “…que bajo un falso profesionalismo y sentido humanitario se exhibe inescrupulosamente en galerías y museos…” [32b] En este mismo tenor, García ataca a las agencias internacionales de noticias y algunos organismos humanitarios porque “…no son más que parte de una funesta estética que frivoliza el dolor, la miseria y la muerte, y que depone todo sentido de dignidad y ética.”[32c]

Pero recordemos que, como explica Verónica Sánchez Marín, “Esta acusación de hacer fotos a costa de la miseria de los otros se le ha reiterado a numerosos fotógrafos que han tendido al humanismo antes que el mismo Salgado: Lewis Hine, Walker Evans, Dorothea Lange, Eugene Smith. Sebastião comparte con ellos esa mirada precisa y digna sobre los sectores más desfavorecidos de las ciudades o el campo.”[33] 

Tampoco se puede olvidar el recelo de algunos fotógrafos  frente a la impresionante capacidad de Salgado para financiar proyectos, promoverlos  y crear un círculo virtuoso que le ofrece el dinero necesario para trabajar durante siete u ocho años.

Si Richard Avedon se enriquecía cobrando sumas exhorbitantes por un retrato sencillo y firmó el primer contrato por un millón de dólares con Vogue, parecía perdonársele porque estaba en el mundo de la moda. Pero ¿Se le perdona a un embajador de la Unicef como Salgado?  Algunos critican que Sebastião más que economista parece el gran hechicero del marketing fotográfico. Y también se le ha reprochado el viajar por el mundo haciendo fotografías de sujetos miserables con sus carísimas cámaras que podrían darle de comer durante un año a una comunidad rural entera en África.

Respuestas… ¿O más preguntas?

La primera defensa que suelen esgrimir los defensores de Sebastião es que  Salgado dota de dignidad a las personas en sus fotografías.[34]

Ahora bien, como indica Levi-Strauss, algunas de las críticas que recibe el brasileño se enraízan en las ideas de Walter Benjamin plasmadas en su ensayo The Author As Producer[35] en donde habla de “el modo en que ciertos fotógrafos proceden para hacer de la miseria humana un objeto de consumo.”[36] Empero la diatriba de Benjamin estaba originalmente referida a las obras derivadas de la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) específicamente al libro Die Welt ist schon (El mundo es bello) de Albert Renger-Patzsch. Levi-Strauss expone “Hay algunos fotógrafos contemporáneos herederos de la Nueva Objetividad, pero Salgado no es uno de ellos, y aplicar esta crítica a su trabajo es un despropósito.”[37]

Por otra parte, del mismo trabajo criticado tan acremente por Sischy, el escritor uruguayo Eduardo Galeano expone: “La caridad, vertical, humilla. La solidaridad, horizontal, ayuda. Salgado fotografía desde dentro, en solidaridad.”[38]

El propio Salgado aduce que: “Los fotógrafos son comúnmente acusados de querer protagonizar, colocarse en evidencia, pero son testigos; muchas veces, los únicos testigos en el local. Esos dramas, queramos o no, son el espejo de la sociedad, y los fotógrafos llevan ese espejo a todos lados.”[39]

Y agrega: «He trabajado con varias organizaciones benéficas durante años. Cuando hice mi primer reportaje en Nigeria, por ejemplo, trabajaba con la organización francés Comité Catolique contre la Faim et pour le Développement. También he trabajado mucho con Christian Aid en el Reino Unido y con Médicos Sin Fronteras en Francia. Pasé dieciocho meses en África con Médicos Sin Fronteras y se convirtió en mi vida.  Llegamos al acuerdo con Magnum de que un porcentaje de las ventas de cada foto iría a la organización. Soy también embajador de buena voluntad de UNICEF y he trabajado mucho con ellos. Hace poco he hecho un libro con UNICEF y con la Organización Mundial de la Salud sobre el esfuerzo para erradicar la polio.”[40]

Y profundiza en su exculpación:

“Nunca me he puesto en el dilema moral de hacer o no una fotografía como «¿Tengo el derecho de fotografiar cuando tengo la muerte frente a mí, y el sufrimiento está delante de mí?» Nunca me hago estas preguntas porque ya me formulé las interrogantes fundamentales antes de llegar ahí. ¿Tenemos el derecho a la división de recursos que hay en el mundo? ¿Tengo el derecho a tener la casa que tengo, a vivir donde vivo? ¿Tengo el derecho a comer cuando otros no comen? Estas son las preguntas sustanciales.”

[41]

Salgado siempre esgrime la necesidad de ocasionar la conversación, la reflexión.

“La más interesante función de este tipo de fotografía es exactamente esta: mostrar y provocar el debate y ver cómo podemos seguir adelante con nuestras vidas. El fotógrafo debe participar en este debate. No creo que hagas esto porque eres bueno o malo, o porque tengas una misión. No lo haces por ninguna de estas cosas. Lo haces porque es tu manera de vivir. Y al hacerlo te importas tú mismo, te importan tus hijos, tu esposa, las cosas que más amas en tu vida. ¿Cómo puede el fotógrafo documental ayudar a consolidar la supervivencia de toda esta gente y asegurar la supervivencia para las próximas generaciones? Los fotógrafos documentales tienen una porción de responsabilidad –deben provocar una dialéctica. No vas a un sitio para crear buenas imágenes o cosas hermosas. No se trata de eso. Tú tienes tu propia manera de mostrarlas y el fotógrafo debe aplicar su propio modo de mirar.”[42]

Lo que resulta innegable es que Salgado se involucra con las comunidades y personas que retrata. Además, es un hombre que ha puesto pie en sitios que la mayoría de las personas evitarían a toda costa.

Explica Carlos Boyero que “…resulta milagroso que este señor brasileño que estudió Economía en Europa, destinado a una existencia cómoda y tranquila, pero que decidió el riesgo de intentar plasmar la forma de vivir o de sobrevivir de los eternamente olvidados o despreciados, no haya muerto o quedado tullido en medio del genocidio de Ruanda, las hambrunas en tantos países de África, la guerra de los Balcanes, los incendios de los pozos petrolíferos de Kuwait que perpetró Sadam Husein en la Guerra del Golfo, las minas de oro en las que se hacinan los nuevos esclavos, los apocalípticos campos de refugiados donde gente, que ha perdido lo poco que tenía, trata con instinto animal de sobrevivir a la guerra, el hambre, la sed, el horror.” [43]

Salgado no fue inmune a todos los hechos y escenas terribles que enfrentó con su cámara. Cuando terminó su estancia en Ruanda se encontraba en un estado personal y anímico terrible: “No creía en nada. No creía en la salvación de la especie humana. No podíamos sobrevivir a tal cosa. No merecíamos vivir más. Nadie merecía vivir. ¿Cuántas veces tiré al suelo la cámara para llorar por lo que veía?” [44] 

Y es que, como lo explica Carlos Bonfil, a pesar de todo la fotografía de Salgado constituye  “…un trabajo artístico que siempre ha militado por desarticular los mecanismos de la amnesia colectiva frente a los desastres provocados por el hombre (guerra en la antigua Yugoslavia, genocidio en Ruanda, depredación del ecosistema, explotación laboral y otros saldos desastrosos del neoliberalismo en diversas regiones del mundo).” [45a]

El dilema ético: ¿Hacer o no hacer? ¿Mostrar o no mostrar?

En Salgado encontramos una obra que refuerza el prejuicio del fotógrafo contradictorio: aparentemente comprometido pero cuya exposición de la miseria humana está en la fina línea entre explotarla, alimentarla o cuestionarla a partir de la difusión.

Es, indudablemente, un dilema ético. Por el lado de Salgado solamente él puede entender las intenciones que, en conciencia, pueda tener al realizar su trabajo fotográfico.

A nosotros, como espectadores, nos toca el preguntarnos qué hacemos con las imágenes que nos llegan. Vivimos en una época de absurdos donde es sencillo ser “activistas de a tweet”, es decir, que nuestro actuar comprometido se limita a poner airados comentarios en las redes sociales, pero que en el mundo concreto no exista una consecuencia de nuestro decir.

Este retrato de Abdul con su hija Reem, refugiados sirios, generó una campaña que recaudó casi $200.000 dólares por medio de las redes sociales.

Por otro lado se dan desproporciones como los casi $200.000 dólares que recibió un padre de familia sirio gracias a que en las redes sociales un grupo de personas donaron dinero a partir de la historia que el noruego Gissur Simarson lanzó por Twitter. [45b]

De nuevo el dilema ético parece insalvable: ¿Criticamos a quienes ayudaron a Abdul y Reem para iniciar una nueva vida, pero se dejó a incontables refugiados en el mundo a la deriva? ¿No es, acaso, injusto que Abdul y Reem ahora tenga miles de dólares cuando hay otros refugiados que no tienen nada? ¿Sabemos si Abdul y Reem compartieron el dinero con otras familias refugiadas y en desgracia? ¿No hubiera sido mejor crear un fondo internacional para refugiados en una iniciativa global que apoye a personas excluidas en todo el mundo? ¿Y si al conformar este organismo resulta que los recursos de ayuda no llegan hasta Abdul y Reem? Tampoco sobra mencionar que podría ocurrir, como es nuestra muy humana costumbre, que una vez creado un organismo global internacional de apoyo a refugiados pudiera convertirse, tarde o temprano en un semillero de corrupción y malos manejos financieros.

3. De Terra a Génesis

Terra

Como decíamos antes, después de los terribles episodios que atestiguó Salgado con sus fotografías sobre éxodos y migracionesla desesperanza abatió a Sebastião Salgado. Enfrentado a una humanidad de violencia feroz, decidió regresar a la tierra. Por un lado comenzó a trabajar, impulsado por Lélia, a reconstruir la propiedad de su padre en el Vale do Rio Doce que había sido erosionada y brutalmente deforestada. El objetivo de plantar un millón de árboles de unas 300 especies diferentes fue titánico y con múltiples reveses, pero aquellos páramos desolados eran un reflejo del corazón de Salgado. Contra toda esperanza, el bosque renació y, también, el alma del fotógrafo.

Aquí podemos ver los espectaculares resultados de la iniciativa de Lélia en Vale do Rio Doce, que hoy ya no es propiedad de los Salgado porque la familia lo donó para que se convirtiera en un parque nacional.

Los Salgado crearon el Instituto Terra y Sebastião se ha convertido en un activista y embajador ecológico. [45c]

Génesis

Surgió entonces su proyecto Génesis. La idea le llevó, nuevamente, a viajar por todo el mundo en busca de espacios vírgenes, intocados por el ser humano. El proyecto duró ocho años y comprendió 32 viajes: “Nuestra misión era tratar de localizar los paisajes terrestres y marinos, los animales y las antiguas comunidades que han escapado del largo, y a menudo destructivo, brazo del hombre moderno.” [46]

A Salgado le sorprendió descubrir que la mitad del planeta sigue intacta, a pesar de la salvaje contaminación, consecuencia de la humanidad industrializada. Salgado explica que “Esta obra es la documentación de mi viaje, una oda visual a la majestuosidad y fragilidad de la Tierra. Aunque es también un advertencia, eso espero, de todo lo que corremos el riesgo de perder.” [47]

Con Génesis, Sebastião vuelve a lo primordial y se descubre a sí mismo como un miembro más del ecosistema. Para su carrera fotográfica significó un giro radical: cambiar el documentalismo por el ambientalismo. Del retrato al paisaje, el fotógrafo tuvo que reinventarse. Y, nuevamente, no faltaron las críticas. Pero como dice Alonso Díaz de la Vega: “Lo que para unos es una huida, para otros representa un viraje hacia la única posibilidad de salvar. Salgado resulta al final una figura controversial por aceptar su impotencia, pero quizá su decisión debería ser icónica porque es una que asume las incapacidades del hombre.” [48a]

4. Los sentidos de Salgado

En el conjunto de la obra de Sebastião Salgado salta a la vista la búsqueda de la belleza. En lo formal, lo puramente fotográfico, es un trabajo irreprochable. Las cualidades estéticas, tonales, compositivas son redondas y se nota el cuidado con el que trabaja. Conoce a sus sujetos, comprende el entorno y sabe resolver los acertijos visuales que se le presentan.

La necesidad de conexión

Por otra parte, en Salgado existe una necesidad de conexión que se canaliza a través de la fotografía: no importa si son exiliados o trabajadores, icebergs o leones marinos. Sebastião se conecta profundamente con sus sujetos fotográficos y se puede apreciar la intimidad a la que llega con ellos. En tal sentido las críticas utilitaristas tienen menos sentido. ¿Cómo puede un hombre comprometerse a proyectos que duran casi una década en promedio? Quizá al principio de su carrera podría habérsele achacado un tema de ego, o querer enriquecerse con la miseria ajena.

Sin embargo al paso del tiempo las cosas se van poniendo en perspectiva. Si el dinero hubiera sido su principal motivante, hubiera podido hacerlo mucho más rápidamente y con igual o mayor eficacia en el ámbito de la Economía. Mucho más peligroso es el ego. Sin embargo, cuando deja de lado el documentalismo social para hacer un giro temático hacia la tierra puso en riesgo, en cierta medida, una carrera fotográfica que había encontrado una fórmula.

Salgado mientras realizaba su serie «Otras Américas». Fotógrafo desconocido.

De modo que si resulta, visto desde este momento, poco consecuente pensar en una carrera motivada por el dinero o la fama, entonces puede encontrarse con más claridad esa necesidad de conexión. 

Salgado y la fricción cognitiva

Salgado expresa realidades terribles, y ciertamente que puede generarse una disonancia interior al encontrar fotografías que son tan bellas en la formal de sujetos que viven situaciones terribles. Hoy, gracias a que todo mundo tiene una cámara, cualquiera puede terminar con una foto linda. ¿Qué es lo que hace que un amanecer de Salgado no sea igual a los que pululan en Flickr o Instagram? ¿Es acaso que se fue al otro lado del mundo? Quizá. Sin embargo aún asumiendo que encuentra sujetos excepcionales, Salgado tiene una manera de resolverlos donde se aleja, años luz, de la mirada simplona y el recurso fácil.

Hay una constante en las fotografías de Sebastião y es la fricción cognitiva. Sus fotos rechinan y nos hacen rechistar porque son imágenes que provocan. Por supuesto esto es muy evidente en el Sahel o en Kosovo, pero ¿Cómo es que sus fotografías de naturaleza logran la misma reacción?

Las imágenes de Génesis son muy bellas. Pero debajo siempre existe una inquietud respecto de los daños que hemos provocado al planeta, y que así como el ser humano puede ser de una ferocidad y violencia insospechada (como lo atestiguó Salgado con las mutuas y terribles agresiones entre Hutus y Tutsis en Ruanda) ¿Tendremos más piedad con la flora y fauna de nuestro propio hogar?

De modo que las fotografías de Génesis no son, de modo alguno, imágenes de calendario meramente decorativas. Existe una coherencia y unidad en un trabajo que resulta claramente disciplinado.

Quizá lo más difícil al leer las fotografías de Sebastião Salgado es tratar de quitar el humo circunstancial que nos impide, a través de prejuicios, valorarlas. Al mismo tiempo, son fotografías fruto de una cultura o, mejor dicho, de múltiples culturas: la del fotógrafo, la del entorno mundial, la del entorno local, la del tiempo en que se hicieron y desde donde se les lee, la del espectador… Si la fotografía ya es un producto polisémico donde anidan multitud de significaciones, en Salgado confluye una pluri-culturalidad que las vuelve, a un tiempo, fascinantes y complejas. No hay que olvidar que son imágenes que son alteradas desde el lugar y tiempo donde son vistas. Hoy, en pleno siglo XXI, podría no entenderse el por qué en 1973 las fotos de Salgado provocaron una reacción tan enardecida.

La Sal de la Tierra: hagiografía salgadiana

Cuando se conversa con alguna persona joven que asistió a las salas cinematográficas a ver el documental sobre Salgado La Sal de la Tierra, sorprende cuántos ignoran las oposiciones que giran en torno a este creador. Cuando se les explica que Sebastião es uno de los fotógrafos más controvertidos de finales del siglo XX, algunos no comprende totalmente las implicaciones de esta polémica por falta de información y porque es una disputa añeja.

Y es que, con todo lo interesante que pueda ser La Sal de la Tierra, es un documental que ha sido criticado por su tono hagiográfico, es decir, que canoniza a Salgado.

Win Wenderse con Sebastião Salgado

Francisco Cubas expone:

«La sal de la Tierra es una hagiografía, un gran promocional para cantar la gloria de Salgado, que evade cualquier asomo de crítica o discusión, mostrándonos exclusivamente el punto de vista del protagonista, su hijo, su esposa y un amigo (Wim Wenders). En toda la película no se menciona siquiera el nombre de otro fotógrafo. El mundo, sus cinco continentes y las luchas de la humanidad, parecieran haber sido puestos ahí para que Salgado los fotografiara en exclusiva, sin predecesores ni contemporáneos, sin colegas ni rivales, como una mirada emanada desde lo alto (los espectadores despistados podrían incluso pensar que Salgado fue el único que fotografió el infierno de Ruanda).»[48b]

Juliano Ribeiro Salgado, Sebastião Salgado y Wim Wenders

Es importante anotar que sería muy difícil que La Sal de la Tierra fuera de otra manera. El audiovisual es co-dirigido por el hijo del fotógrafo y co-producido por su esposa. Además este largometraje no pretende ser un reportaje periodístico donde tuviera que haber un equilibrio ni contraste de posturas o fuentes: Se trata, eso está muy claro, de un solo lado de la historia.

Comprendido lo anterior, para cualquier interesado en la fotografía, La Sal de la Tierra es una pieza audiovisual que merece la pena para poder profundizar en la vida y obra de Salgado. Aunque se trate de un visión parcial, esto no significa que no sea una perspectiva válida e interesante con información de primera mano que es necesario tomar en cuenta al comprender a Sebastião.

La riqueza de la solidaridad

A pesar de todo, Salgado nos presenta hechos visuales que tocan la sensibilidad porque, así como ferozmente violentos, también somos capaces de la empatía y ser movidos. La compasión no es conmiseración ni condescendencia. Las fotos de Salgado nos hacen reflexionar sobre nuestra propia empatía y solidaridad hacia los demás.

Quizá lo más importante al acercarse a Sebastião Salgado no es retomar envejecidos prejuicios ni abordarlo con ingenuidad adolescente. El reto fundamental se encuentra en que cada quien pueda indigar el sentido que tiene este trabajo fotográfico en lo estético, lo social, lo económico y lo ético.

Cada quien podrá cuestionar “¿Qué significan las fotografías de Salgado para mí? ¿Afectan mi vida? ¿Cómo? ¿Cambian mi visión fotográfica?”

Si las fotografías de Salgado no ofrecen respuestas, si que son grandes generadoras de preguntas. En este trabajo es más importante comprender cómo encajan las piezas para poder comprenderlas mejor, más allá de la anécdota en todos los sentidos.

Quien desestime la obra de Salgado puede estar en peligro de abandonarse al prejuicio y perder una posibilidad de crecimiento a partir de las reflexiones que se le pueden hacer a estas fotografías: Es caer en una mirada chata. Si, por el contrario, solamente se pretende elevar a Sebastião al grado de deidad del Olimpo fotográfico, también se corre el riesgo de mermar un trabajo que va mucho más allá de lo exclusivamente visual. Quien solamente glorifica a Salgado también disminuye la sana capacidad de análisis, de inspección, que tampoco es bueno dejar de lado. En suma, Sebastião Salgado es un fotógrafo que, para ser comprendido a fondo, requiere un criterio informado para no caer en extremos ni reduccionismos.

 

Amazonia

El proyecto más reciente de Salgado es Amazonia: un recorrido desde la mirada del fotógrafo brasileño que parece un entrecruce de Génesis y Trabajadores. La focalización de este nuevo trabajo va de la propia selva a grupos de personas originarias. Es un trabajo en el que resuenan los ecos de la fotografía etnográfica del Siglo XIX, por un parte, y que también da cuenta de lo que implica originario en el nuevo milenio. Como es de esperar, la potencia visual de la fotografía de Salgado continúa con gran fuerza.

 

5. El universo intransferible

Sebastião “Ha sido un cirujano capaz de extraer sensibilidad de la crudeza, la barbarie y el dolor, y convertirla en conciencia por medio del bisturí de la lente, la lámpara del flash y el aguijón de un encuadre tan característico como la precisión periodística del testimonio.” [49]

Sobre Salgado, las palabras de Michelle Bogre son muy claras:

“Lo ame u odie, ya sea que piense que es uno de los fotógrafos más explotadores o más grandiosos en el siglo XX, no existe un fotógrafo activista que no haya recibido la influencia de Salgado y su mezcla única de pasión y política, su insistencia de que las personas no pueden ser reducidas a tópicos y su manera de combinar el ojo del artista con la mente del economista y el alma del reportero.”[50]

Alabado o criticado, algo es claro en la fotografía de Sebastião: el ser humano es el corazón de sus fotografías, incluso si se trata de la garra de un reptil, un iceberg o un león marino. El brasileño lleva a la humanidad a cuestas que se cuela, irremisiblemente, en el visor de su cámara.

A pesar de las críticas, y sin buscar un afán de glorificación gratuita, las fotografías de Salgado constituyen, efectivamente, eso que Carlos Boyero ha calificado de “un universo intransferible.” [51]


* Dr. Óscar Colorado Nates
(Ciudad de México, 1969)

Académico, crítico, analista y promotor de la fotografía.

Doctor «cum laude» en Ciencias de la Documentación por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Narrativa y Producción Digital por la Universidad Panamericana (Cd. de México) donde es Investigador de Tiempo Completo y Profesor Titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada así como Docente de Posgrado en Nuevas Narrativas.  
Autor de libros como Fotografía 3.0; El Mejor Fotógrafo del Mundo; Fotografía de Documentalismo Social; Instagram, el ojo del mundo; Fotografía Artística Contemporánea y Pensamientos Decisivos: 650 reflexiones fotográficas.
Comunicador transmedia, es director y conductor del programa de radio Imagen Líquida y creador de productos audiovisuales de divulgación como FotoPop y reflexión como El Mundo de la Fotografía.
Fundador del Observatorio de Cultura Fotográfica. Miembro del Seminario de Imagen y Cultura, la Asociación Mexicana de Estudios en Estética (AMEST), el Seminario Permanente de Análisis y Crítica Cinematográfica (SEPANCINE) y de The Photographic Historical Society (Rochester, NY), entre otras agrupaciones académicas. Participa en el Programa de Apoyo a Proyectos para Innovar y Mejorar la Educación (PAPIME) de la Universidad Nacional Autónoma de México.


Las opiniones vertidas en los artículos y producciones audio-visuales son personales.
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Fuentes de investigación

Bibliografía

  • Freeman Michael,La visión del fotógrafo, Edit. Blume, Barcelona, 2012
  • Goldberg, Vicky, Light Matters. Writings on Photography, Edit. Aperture, New York, 2010
  • Jaeger Anne-Celine, Creadores de imágenes. Fotógrafos contemporáneos, Edit. Océano, Barcelona, 2007
  • Koetzle, Hans-Michael, 50 fotografías míticas. Su historia al descubierto,  Edit. Taschen, Colonia, 2012
  • Koetzle Hans-Michael, Diccionario de fotógrafos del siglo XX, Edit. Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2007
  • Light, Ken, Witness in our time: Working lives of documentary photographers, 2a Edición (Kindle Ed.), Edit. Smithsonian books, Washington, 2010
  • Nair Parvati, A Different Light: The Photography of Sebastião Salgado, Edit. Duke University Press, Durham, 2012
  • Ritchin Fred, Schell Orville, et al., Sahel: The End of the Road, University of California Press, 2004
  • Salgado Sebastião, África, Edit. Taschen, Colonia, 2015
  • Salgado Sebastião, De mi tierra a la tierra (Blow UP), Edit. La Fábrica, Madrid, 2015
  • Salgado Sebastião, Génesis, Edit. Taschen, Colonia, 2013
  • Salgado Sebastião, Otras Américas, Edit. La Fábrica, Madrid, 2015
  • Salgado Sebastião, Sebastião Salgado: Trabajadores: Una arqueología de la era industrial, Edit. Lunwerg Editores, Madrid, 1993
  • Sougez Marie-Loup (Coord.), Historia general de la fotografía, Edit. Cátedra, Madrid, 2007

Fuentes de Internet

Fuentes audiovisuales

  • Wenders Wim, La sal de la tierra, 2014

Notas

[1] Ruiz Mantilla Jesús, «Para la fotografía, hay que saber experimentar el placer de esperar». Disponible en http://elpais.com/elpais/2014/02/20/eps/1392921389_460669.html Consultada el 3 de septiembre de 2015

[2] Koetzle Hans-Michael, Diccionario de fotógrafos del siglo XX, Edit. Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2007, Pág. 388

[3] Ibídem

[4] Barnett, Laura, Portrait of the arts: Sebastiao Salgado, photographer. Disponible en http://www.guardian.co.uk/culture/2012/feb/28/sebastiao-salgado-photographer Consultada el 16 de enero de 2013

[5] Ruiz Mantilla Jesús, Op. Cit.

[6] Sánchez Marín Verónica, La Sal de la Tierra. Disponible en http://enfilme.com/resenas/en-pantalla/la-sal-de-la-tierra Consultada el 3 de septiembre de 2015

[7] Jaeger, Anne-Celine, Creadores de imágenes. Fotógrafos contemporáneos. Edit. Océano, Barcelona, 2007, p. 80

[8] Ídem

[9] Ídem

[10] (Traducida) Light, Ken, Witness in our time: Working lives of documentary photographers, Segunda Edición (Kindle), Edit. Smithsonian books, Washington, 2010, Loc. 1728

[11] Jaeger, Anne-Celine, op. cit. 78

[12] Ibídem, p. 76

[13] UNICEF Special Representative Sebastiao Salgado. Disponible en http://www.unicef.org/salgado/bio.htm Consultada el 17 de enero de 2013

[14] Sougez Marie-Loup (Coord.), Historia general de la fotografía, Edit. Cátedra, Madrid, 2007,pág.  467

[15] Freeman, Michael, La visión del fotógrafo. Edit. Blume, Barcelona, 2012 pág. 105

[16] Jaeger, Anne-Celine, op. cit., pág 81

[17] Salgado Sebastião, Sebastião Salgado: Trabajadores: Una arqueología de la era industrial, Edit. Lunwerg Editores, Madrid, 1993, solapa anterior

[18] (Traducida) Bogre Michelle, Photography as Activism: Images for Social Change, (Kindle Ed.), Edit. Focal Press, London, 2012, Loc. 1598

[19] Sánchez Marín Verónica, Op. Cit. 

[20] Rodríguez Marchante Oti, Crítica de «La sal de la Tierra» (***): Wenders retrata a Sebastiao Salgado. Disponible en http://hoycinema.abc.es/critica/20141031/abci-tierra-opiniones-201410302111.html Consultada el 3 de septiembre de 2015

[21] Ibídem

[22] Kimmelman, Michael. PHOTOGRAPHY REVIEW; Can Suffering Be Too Beautiful? Disponible en http://www.nytimes.com/2001/07/13/arts/photography-review-can-suffering-be-too-beautiful.html?ref=sebastiaosalgado Consultada el 16 de enero de 2013

[23] Koetzle, Hans-Michael, 50 fotografías míticas. Su historia al descubierto. Edit. Taschen, Colonia, 2012, pág. 277

[24] Ferreira, Javier,Estética de la miseria. Disponible en http://www.elhalo.com.ar/articulo_salgado.html Consultada el 16 de enero de 2013

[25] Ídem

[26] Espada, Arcadi, La necesidad de la imagen: entrevista con Susan Sontag. Disponible en http://www.letraslibres.com/revista/convivio/la-necesidad-de-la-imagen-entrevista-con-susan-sontag Consultada el 16 de enero de 2013

[27] Kimmelman, Michael, op. cit

[28]  (Traducida) Goldberg, Vicky, Light Matters.Writings on Photogrpahy. Edit. Aperture, New York,2010, pág. 181

[29] (Traducida) Bogre, Michelle, op. cit., loc. 1592

[30] Sischy, Ingrid, On Photography. Disponible bajo suscripción en http://www.newyorker.com/archive/1991/09/09/1991_09_09_089_TNY_CARDS_000145907

[31] (Traducida) Sischy Ingrid citada por Levi-Strauss David. David Levi-Strauss: The Documentary Debate: Aesthetic or Anaesthetic? Disponible en https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&cad=rja&ved=0CDAQFjAA&url=http%3A%2F%2Ftracesofthereal.com%2F2009%2F12%2F06%2Fthe-documentary-debate-aesthetic-or-anaesthetic-david-levi-strauss-1992%2F&ei=-QT4UIuzNajkiwLO5YDYAw&usg=AFQjCNFfSliasspLnFzQYN6cUTebzwfy_Q&bvm=bv.41248874,d.cGE Consultada el 17 de enero de 2013

[32a] (Traducida) Bogre, Michelle, op. cit. loc. 1592

[32b] García López Ricardo, Miseria de la fotografía. El turismo «humanitario». Disponible en http://revistareplicante.com/miseria-de-la-fotografia/  Consultada el 6 de septiembre de 2015

[32c] Ibídem

[33] Sánchez Marín Verónica, Op. Cit. 

[34] (Traducida) Kimmelman, Michael,op. cit.

[35] Benjamin Walter. “The Author As Producer” Disponible en http://www2.warwick.ac.uk/fac/arts/theatre_s/postgraduate/maipr/currentstudents/teaching_1112/warwick/st2/kobialka_reading_-_benjamin_w_-_the_author_as_producer.pdf Consultada el 19 de enero de 2013

[36] (Traducida) Benjamin Walter citado por Levi-Strauss op. cit.

[37] (Traducida) Galeano, Eduardo citado en Levi-Strauss David.David Levi-Strauss: The Documentary Debate: Aesthetic or Anaesthetic? Disponible en https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&cad=rja&ved=0CDAQFjAA&url=http%3A%2F%2Ftracesofthereal.com%2F2009%2F12%2F06%2Fthe-documentary-debate-aesthetic-or-anaesthetic-david-levi-strauss-1992%2F&ei=-QT4UIuzNajkiwLO5YDYAw&usg=AFQjCNFfSliasspLnFzQYN6cUTebzwfy_Q&bvm=bv.41248874,d.cGE Consultada el 17 de enero de 2013

[38] (Traducida) Sischy, Ingrid Cit. Levi-Strauss David. David Levi-Strauss: The Documentary Debate: Aesthetic or Anaesthetic? Disponible en https://tracesofthereal.com/2009/12/06/the-documentary-debate-aesthetic-or-anaesthetic-david-levi-strauss-1992/ Consultada el 17 de enero de 2013

[39] Sougez, Marie-Loup (coord.), op. cit. pág. 488

[40] Jaeger ,Anne-Celine, op. cit., p. 78

[41] (Traducida) Light Ken, op. cit., loc. 1695

[42]Ibídem, loc. 1706

[43] Boyero Carlos, Los rostros, la mirada, el hombre. Disponible en http://elpais.com/elpais/2014/10/30/videos/1414692129_774506.html Consultada el 3 de septiembre de 2015

[44] Wenders Wim, La sal de la tierra, 2014

[45a] Bonfil Carlos, La sal de la tierra. Disponible en http://www.jornada.unam.mx/2015/05/03/opinion/a09a1esp Consultada el 3 de septiembre de 2015

[45b] Petapixel. Touching Photo Goes Viral, Raises Over $150,000 for Syrian Refugee. Disponible en http://petapixel.com/2015/08/31/touching-photo-goes-viral-raises-over-150000-for-syrian-refugee/  Consultada el 5 de septiembre de 2015

[45c] TED. Sebastião Salgado: The silent drama of photography. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=qH4GAXXH29s Consultada el 6 de septiembre de 2015

[46] Salgado Sebastião, Génesis, Taschen, Colonia, 2013, Pág. 7

[47] Salgado Sebastião, Génesis, Op. Cit.,  Pág. 8

[48a] Díaz de la Vega Alonso,La sal de la Tierra. Disponible en http://www.excelsior.com.mx/opinion/la-critica/2015/05/02/1021936 Consultada el 3 de septiembre de 2015

[48b] Cubas Francisco. Wenders filam un gran promocional para Salgado. Disponible en http://fotografolector.com/2015/06/01/wenders-filma-un-gran-promocional-para-salgado/ Consultada el 5 de septiembre de 2015

[49] Sánchez Marín Verónica, Op. Cit. 

[50] (Traducida) Bogre, Michelle, op. cit., loc. 1620

[51] Boyero Carlos, Op. Cit. 


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