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¿Cómo se monta una exposición fotográfica?

¿Es tu primera experiencia al exhibir tu fotografía? ¿Cuál es la ruta para hacer congeniar foto y museografía? Aquí están algunos pasos.

Por Óscar Colorado Nates*

(NOTA: Este artículo acompaña a la charla que impartí en el 5º Festival Universitario de Fotografía (fotofestín) en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. He decidido escribirlo en primera persona y en un formato de ensayo, en lugar de mi acostumbrado estilo de investigación académica. El texto incluye términos subjetivos como “opino”, “creo”, “pienso” que son mi parecer sobre estos temas y, desde luego, buscan dialogar y nunca pontificar. Una buena parte de este texto es fruto de mi experiencia personal, pero no me considero un experto en un tema en el que se requiere una híper-especialización: pido al lector que tome este texto como un divertimento y una introducción a vuelo de pájaro del tema y que consulte bibliografía especializada o a un experto si desea una opinión más autorizada que la mía. Aunque acompaño una bibliografía al final, es más una guía para quienes quieran profundizar que un conjunto de fuentes de investigación. Hechas todas estas aclaraciones, invito al lector que piense que me invitó a su club de fotografía o a la sala de su casa y le conté un poco de la experiencia que he tenido al armar alguna exposición fotográfica y perdón si este tema tan serio lo tomo un poco a chacota.  Este es un formato poco acostumbrado para quienes conocen mi blog, pues es un artículo más ligero y en un tono humorístico inusual en este blog -espero que nadie se sienta ofendido.)

Llega el momento en la vida de un artista dedicado a la fotografía en que necesitará mostrar su trabajo a los demás en un espacio físico y en una muestra creada para tal efecto. Hay poca bibliografía al respecto y generalmente el tema se inserta en algún capítulo de un libro de museografía. Esta guía mínima puede ayudar a los fotógrafos que quieren emprender esta nueva faceta en su carrera.

¿Por qué importa exponer?

Para avanzar en la carrera artística

Hay muchas razones para exponer las propias fotografías, o la de un colectivo. Primero, es un paso importante en la carrera de un artista. Obedece a esa necesidad de mostrar el trabajo y compartirlo. Por supuesto que hoy, con los medios sociales, esto se ha facilitado enormemente. Hace unos años habían numerosos fotógrafos amateur que jamás podían mostrar su trabajo a nadie, salvo a un pequeño grupo de parientes, amigos e incautos que debían sufrir un kilométrico slideshow en un proyector de carrusel. El fotógrafo podía pasarse 40 años haciendo fotos sin que nadie los supiera (a lo Vivian Maier, sin ir más lejos).

Hoy, gracias a Flickr, 500px, etcétera, esa barrera se ha roto.

Sin embargo, compartir la fotografía en un espacio físico, la posibilidad de convertir la propia obra en objeto es, en esta era digital, una experiencia fundamental para el creador fotográfico.

Para ser más cotizado

Ahora bien, para todo artista importa el número de exposiciones que ha realizado. En índices como ArtFacts.net este es un parámetro esencial: ¿Cuántas exposiciones ha realizado? ¿Cuáles han sido colectiva y cuales individuales? ¿Junto a qué otros artistas suele exponer? ¿En qué instituciones? ¿En qué países/regiones? Todo esto impacta, para empezar, en la valuación económica del artista. Es un criterio extrañamente engañoso y perniciosamente económico, pero así funciona el mercado del arte y eso es algo que ni yo ni mi querido lector podremos cambiar ni pronto ni fácilmente. Así que para el que quiera convertirse en un artista cotizado habrá de exponer, quiera o no, le guste o no.

Para obtener becas y subvenciones

Otra razón se encuentra en las subvenciones, becas, funds, grants y todo lo que signifiquen fondos privados o gubernamentales para dedicarse a la sublime tarea de hacer fotografías sin tener que distraerse en aquellas innobles tareas como preguntarse qué se va a comer mañana o si de dormirá bajo un techo. En otras palabras, el que quiera beca, tendrá que llenar cincuenta toneladas de formatos (sin olvidar las respectivas formas amarillas selladas, apostilladas y legalizadas) y habrá de reportar, indefectiblemente, cuántas exposiciones ha realizado.



Para vender obra

Bueno, hay artistas que tienen una costumbre pésima y de muy mal gusto: comer y vestir. ¡Vaya descaro!

¿75 euros? No parece mal… (Autor desconocido. Exposición de Thomas Skou en The Generator Gallery, un hostal en Copenhague © 2013 Generator Hostels)

Vender nuestras fotografías durante la exposición es una de las respuestas a esa pregunta que todos los fotógrafos nos hemos hecho alguna vez: ¿Podría yo vivir de la fotografía? Como dijo el Guasón en The Dark Knight…

Para lograr fama

Tengo una amigo que clasifica cualquiera de sus proyectos en los que dan fama y los que dan “lana” (dinero, en México). De modo que si no se obtiene dinero, se puede lograr prestigio social. La difusión que se puede lograr con una exposición también importa en el marketing del artista. Tampoco hay que olvidar que se le puede organizar una exposición a otros fotógrafos y, eventualmente, irte generando una reputación como curador en el mundo del arte.

El artista Ulay en la exposición de Marina Abramovic. La fama atrae fama. (Foto por Andrew H. VValker)

Para obtener validación

La exposición otorga un halo de prestigio y validación para el artista que, seamos honestos, no se obtiene en las redes sociales. Y si es una retrospectiva en un Museo Nacional ni se diga: es el wet dream de más de un fotógrafo. Probablemente los únicos artistas que desdeñan estos homenajes fastuosos en los que el mundo cultural se rinde a sus pies son quienes aún no los han tenido.

Es como el Premio Nobel: si no lo he ganado cuestiono su validez, me burlo, le doy la espalda. Pero si me lo otorgan, correré a trompicones hasta Estocolmo y extenderé mi graciosa mano (enguantada, como parte de mi atuendo de rigurosa etiqueta) para recibir el generoso cheque.

Ahora se hacen transferencias bancarias (¡Qué aburrido!). El Dr. Francis Crick recibió este cheque cuando obtuvo el premio Nobel de Medicina en 1962.

Mutatis mutandis, el museo valida al artista, se diga lo que se diga.

Para aprender

Francamente, creo que lo más importante de exponer tus fotografías es aprenderevolucionar como artista. Toda actividad tendiente a organizar una exposición nos enfrenta a nuevos retos, hay que desarrollar nuevas habilidades y nos abre hacia un núcleo humano más amplio a partir del cual podremos crecer artística, humana y espiritualmente. Lo demás, ¡Es lo de menos!

¿Cómo se monta una exposición fotográfica?

Estos son algunos puntos a tomar en cuenta al producir una exposición de fotografía. Por supuesto hay más, pero con estos es suficiente para tener un panorama del reto:

Objetivo claro

En realidad se puede montar una exposición sin ninguna pretensión, sin embargo nunca sobra preguntarse ¿Qué quiero lograr? ¿Dinero, fama, prestigio, aprendizaje o todas las anteriores? Dicho esto, y sentado el objetivo elegido, nada garantiza que se logre, aún si se monta la exposición: pueden no venderse las fotos como se esperaba, o tampoco se logra fama porque asistieron poquísimas personas… Sin embargo el aprendizaje obtenido siempre será algo positivo. Y es que la fotografía (y exponerla) es como el negocio de las gelatinas: una cuajan, otras no, pero todas tiemblan.

Alcance / delimitación

Muy ligado al objetivo claro, conviene preguntarse si queremos armar una exposición pequeñita, íntima o una monstruosa retrospectiva. También es importante preguntarse si será individual o colectiva pues, aunque nuestro Narciso interior nos exige ser los grandes protagonistas, hacer una exhibición colectiva es una experiencia muy enriquecedora y, con frecuencia, facilita el montaje de la exposición porque las autoridades a cargo de un espacio museográfico aceptan el colectivo de artistas con más facilidad que al fotógrafo solitario (y peor aún, desconocido.)

Hasta el Llanero Solitario necesita su Johnny Depp…

Además, es importante preguntarse si la exposición la apoyará una galería (no importa si es pequeña o grande, afamada o desconocida), un museo (puede ser un museo comunitario, por ejemplo) o si conseguiste un espacio en un restaurante local donde accedieron a utilizar tus fotos como decorado e incluso, graciosamente, te permiten venderlas ahí. Institucional o personal, es importante saber quién y por qué apoya tu exposición.

Tal vez soñabas ver tus fotos en el Museo Nacional de Arte y no en la Cafetería «Don Pepe», pero por algo se empieza…

Eje discurso-narrativo

Hay quien lo llama simplonamente “el tema”, pero yo creo que hay mucho más. Por ejemplo puede haber un eje basado en un género o subgénero (como una muestra que privilegie los retratos, paisajes o bodegones). La exposición también podría tener como centro a los sujetos (un cierto grupo de personas, por ejemplo). También puede haber un eje cronológico donde se incluye tu obra de 2010 a 2013 (personalmente este tipo de eje me parece el más aburrido). También podría haber una dominante geográfica (tu viaje a la Patagonia, tu ensayo sobre los siete mares, los desiertos del mundo, tu calle o ciudad).

Desde luego el eje puede ser un gran tema como libertad, solidaridad, discriminación, juventud o cualquier asunto humano que te parezca interesante. A mí este tipo de eje es el que me gusta más y me parece más sugerente, simbólico y que puede incluir fotografías a primera vista inconexas, pero que tiene un articulación, un sentido.

Espacio físico

No existe ningún otro factor que afecte de manera más importante a la exposición. Si es un espacio diminuto, un área abierta, un salón con cinco entradas, un jardín, en todos los casos el espacio físico es una condicionante fundamental. Toda la producción y montaje están delimitados por el espacio físico y es, desde luego, lo primero a asegurar. Si no hay espacio físico no hay exposición: punto.

La musealización

Si tenemos un poco de suerte expondremos en un museo, pero las posibilidades de que esto suceda son impredecibles, y francamente raras para el novato.

Se puede tener un poco de suerte, eso ni quien lo dude. Sin embargo lo más ordinario es que podamos encontrar algún pasillo en una universidad, un muro en un restaurante o un jardín para presentar la exposición. Entonces habrá que musealizar el local, es decir, convertirlo en un espacio para la exposición. Este es un proceso de adaptación, pero a mí me gusta más pensar en la idea de adopción. Adaptar es cambiar, alterar la naturaleza, en cambio adoptar me parece que implica acoger.

Opino que siempre es importante aprovechar el espacio de forma creativa. Lo primero que viene a la mente es montar una serie de tablas donde se colocarán las fotografías y eso es, como mínimo, aburrido. Hoy existen tantas opciones de soportes, materiales, técnicas de impresión que realmente el espacio puede convertirse en una obra de arte por derecho propio. No habría que olvidar que existe una relación entre continente y contenido. En principio el continente debe ser transparente, es decir, que no interfiera con la colección expuesta. Por eso muchos museos clásicos como el Metropolitan de Nueva York o el Louvre ven con sospecha y le hacen el feo al Guggenheim de Bilbao, tan engreído y protagonista.

El Guggenheim de Bilbao: Cuando se luce así ¿Qué más da lo que contenga? Y no hablo de Megan Fox, desde luego…

Finalmente, sobre el espacio físico, es fundamental determinar el número de entradas o salidas pues esto implica si se hará un arreglo sincrónico (la gente entra por una parte y es forzada a seguir un recorrido hasta salir (por una tienda de regalos, nos guiñaría el buen Banksy). Pero cuando se hace una exposición con múltiples entradas y salidas (un jardín, por ejemplo), no se tiene ningún control sobre el recorrido del visitante. De modo que puede correrse el riesgo de que el observador no lea la cédula general que le ayude a entender la exposición. Como, de cualquier modo, mucha gente se salta el kilométrico y aburrido texto, tampoco pasa nada. Pero vale la pena tenerlo en cuenta.

Presupuesto

Es fácil sintetizar la idea: nunca se tiene suficiente dinero. Pero es fundamental calcular cuánto se gastará, primero para no hipotecar un brazo y acabar “cajeado” (como decimos México) y, segundo, porque si queremos obtener patrocinios o publicidad generalmente habrá que presentar un mapa de costes. Jamás tendremos suficiente dinero y la Ley de Murphy nos llevará a gastar, ineludiblemente, la mayor cantidad en lo menos importante. Pero eso sí, es fundamental planear muy bien el presupuesto porque siempre hay que dejar una reserva generosa para el vino de honor y los canapés, claro está.

No es agradable hacer cuentas, pero así es la vida. En todo caso, hay que sacar el lápiz y la calculadora o la lap top y el Excel y eso es algo tan ineludible como la suegra.

Para tu exposición, elige tu mejor trabajo 

Este tema da para un libro entero, si no es que para una toda una enciclopedia. Se puede sintetizar que, al hacer una exposición, hay una colección fotográfica grande donde hay un proceso de eliminación. Es un arte en sí mismo.

A veces tú eres el mismo curador de tu trabajo (juez y parte, le dicen), pero también podrás curar el trabajo de otros fotógrafos (un trabajo francamente interesante y aleccionador) pero cuando curas la obra de otro, tienes que aprender que siempre habrá alguien descontento con tus elecciones sin embargo, no hay remedio: Es importante aprender a tener argumentos como “no es que tus fotos sean malas, es que aún no es tu momento”, “tu foto es fantástica, pero ya tenemos otros seis atardeceres y Juanita apenas si logró exponer una foto y es ¡un atardecer!”, “tus fotos me encantaron, pero tuve que limitarme a cinco por artista”, “no incluí esa, pero ¡no podía faltar tu anciano en el muelle!”, “es que los del patronato (puede ser tu institución-villana favorita) no quisieron”, etc.

En fin, que tendrás que aprender el fino arte de la diplomacia si no quieres que tu primera faena como editor acabe de paso con tus ya escasas amistades.

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)

Y si tú vas a seleccionar tu propio trabajo, es momento de desearte la mejor de las suertes. No hay nada más difícil, déjame repetirlo y enfatizarlo, no hay nada más difícil que seleccionar tu propio trabajo. Es tan fuerte la carga emocional y anecdótica que se esconde en cada una de tus fotos que es una proeza sobrehumana escoger cuál es tu mejor trabajo.

Elegir tu propio trabajo es una labor tan ardua que muchos fotógrafos simplemente la confían a alguien más, a un editor experimentado si pueden. Eso a mí me parece fatal porque el hecho fotográfico es un ciclo que inicia con el concepto mental, luego la producción, la post-producción y finalmente la distribución. Pensemos que te consigues a un ojo externo inmejorable para que escoja tus fotos porque tú eres incapaz de discriminar tu propio trabajo y entonces él hace un trabajo magistral, realiza unas yuxtaposiciones increíbles, fotos mediocres las vuelve sublimes, y fotos grandiosas las convierte en polvo, arma dípticos y polípticos, re-contextualiza tus fotos de manera prodigiosa… En fin, logra lo que tú apenas hubieras soñado con tu propia fotografía. O la destroza.

Yo estoy totalmente en contra de esa forma de actuar. Confías tu obra a alguien más pero nunca fuiste con esa persona en primer lugar y le dijiste “oye, ¿qué opinas de que yo haga fotos de telarañas? ¡Es que tienen un no-sé-qué-que-qué-sé-yo!»

Tú tienes que encontrar tus sujetos y tus temas, y no le pedirás asesoría al editor. Tampoco te lo llevarás al momento de cada fotografía y le preguntarás:» Oye Oh Gran Editor ¿Qué opinas? ¿Uso un angular o un medio telefoto? ¿Hago una toma picada o contrapicada? ¿Qué opinas de esa luz difusa, le viene bien al sujeto?» ¡Tú eres el responsable de esas decisiones! Y, claro está, tampoco lo sientas contigo al Lightroom y le preguntas ¿Qué opinas, le pongo más viñeta? ¿Y se le aclaramos las sombras? ¿Te gusta este recorte? Esa es tu responsabilidad como artista y nadie mejor que tú sabe qué quieres fotografiar, cómo decides fotografiarlo y qué aspecto quieres que tenga la foto terminada. Luego entonces, si no cargaste con el «ojo experto» a ninguna de estas etapas ¿Por qué le vas a confiar una parte tan importante de tu proceso artístico como es la distribución y exposición de tus fotografías? Como dicen los angloparlantes: I rest my case.

En suma: ¡Aprende a escoger tus fotos, así como aprendiste a fotografiar!

Producción

Otro tema inagotable. Espero no complicarte demasiado pero para que exista la exposición, una vez conseguido el espacio y los fondos, delimitados los alcances, establecido un objetivo y realizado el proceso de selección, hay que hacer que las cosas ocurran. Y aquí no cabe lo abstracto, sino lo concreto. ¿En qué soporte se imprimirán las fotos?¿Con qué medidas? ¿Llevarán marco, soporte de PVC o se colgarán con hilo para pescar? Esto requiere decisiones concretas y un proceso de creación (producción, como lo indica su nombre). Y este paso implica más decisiones y acciones que organizar una boda.

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)

Presentación de la colección

Lo primero es decidir en qué técnica se imprimirán y presentarán las fotografías. Hoy existen una cantidad enorme de posibilidades para materializar las fotos. Vale la pena explorarlas porque una hay procesos que alteran poderosamente la recepción de una obra artística. No es lo mismo imprimir una foto en aluminio que con una técnica piezográfica. Vale la pena investigar a fondo y conseguirse un buen (muy buen) impresor que te abra un catálogo de posibilidades y, desde luego, tendrás que encontrar lo que buscas a un precio que puedas pagar.

También tienes que pensar en el soporte. ¿Impresas y luego enmarcadas? ¿Montadas en madera y recubiertas con acrílico? ¿Con Marialuisa (paspartú) y de qué color y dimensiones? ¿A sangre? ¿Con cristal antirreflejante? De nuevo las posibilidades son enormes y hay que decidir. Personalmente me decanto por dos opciones: o lo absolutamente novedoso, con riesgo incluso de caer en el mal gusto (si sale mal la cosa, uno siempre puede decir que fue osado y experimental además de atacar la ignorancia de los críticos) o totalmente clásico (foto impresa en papel de calidad museográfica, Marialuisa blanca grande en foto pequeña y marialuisa pequeña si es una  foto grande; el marco negro y sencillo es como el vestidito negro y las perlas: no hay manera de fallar… Pero si quieres enmarcar las fotos en resina color “azul chiclamino” es parte de tu decisión artística.)

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)

No olvides que una vez que las piezas estén impresas y en su soporte final habrá que colocarlas. Habrá que determinar el ritmo en términos de tamaño, temas, dimensiones… Se podría escribir una tesis doctoral sobre esto que se resume fácilmente: hay que colocar las piezas y nunca sobra la ayuda de técnicos, obreros, albañiles, pintores o distinguidos amigos que te ayuden en estas labores fabriles.

Vídeos y otras linduras

¿Decidiste hacer slideshows? Entonces, a conseguir proyectores y computadora, superficies dónde proyectar, producir vídeos y presentaciones. No creas que quienes apuestan por una museografía “clásica” desprovista de estas nimiedades lo hacen solamente por el rigor académico, sino por ahorrarse dolores de cabeza para no cargar además con esta responsabilidad que, a estas alturas, ya les provocaron una úlcera en el duodeno. Pero si lo tuyo es la híper-media… ¡Bendita sea la creatividad!

Vestimenta del espacio físico

Pensándolo bien, las fotografías lucen un poco tristes ahí… ¿No? Esa declaración (generalmente de tu pareja) te llevan a la necesidad de extender la producción para vestir el espacio físico desde iluminación con LEDs, impresiones de viniles, pendones, textiles y, ¿por qué no? Hielo seco para generar esa atmósfera post-industrial que tanto gusta a tu público. Solamente, hagas lo que hagas, por el amor de Dios, asegúrate de que las fotografías estén iluminadas con luz de color neutro (5.500ºK).

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)

Producción de textos

Eso de que “una imagen dice más que mil palabras” es, tristemente, una falsedad. Los seres humanos hemos desarrollado un poderoso y complejo sistema de significación en el lenguaje verbal y escrito. La imagen no siempre puede resolverse a sí misma, ni puede ser decodificada per se. En otras palabras, tendrás que producir textos. ¿Cuáles? ¡Muchos! Para empezar el título de la exposición que de por sí marcará y re-contextualizará las fotos. Aquella colección de simpáticos gatitos cambiará radicalmente su significado si se titula “Maravillas del lugar común en las redes sociales” o “Pesadilla noruega.”

© María Fernández Pellón Valdés. (Cd. de México, 2012)

Luego tendrás que conseguir (algún autor afamado podría escribírtela y validar aún más la exposición) una cédula general donde establezca el gran ethos (talante) de tu exposición y una guía al visitante (¡Pobre mortal!) sobre cómo leer aquellas «reflexiones visuales post-racionalistas acerca de la relación entre el complot dimensional y la yuxtaposición metafísica en el destino neocyberpunk de la apostasía pre-anárquica…» sintetizadas magistralmente en el cuerpo de obra que integra la exposición que organizas. Seguro ya me entiendes en qué tono y estilo se han de escribir las piezas literarias que acompañen a las fotografías. Si optas por un estilo directo y claro corres el riesgo de que el observador entienda lo que tiene enfrente y eso le quitaría todo el misterio y encanto a tu exposición… 😉

Si tienes una exposición colectiva habría que escribir también una cédula por cada autor que explique sobre sus reflexiones visuales post-racionalistas dentro del complot etcétera etcétera etcétera.

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)

Desde luego habrá que colocar una cédula por cada pieza (es mucho más elegante llamarles “piezas” que fotos, de otro modo no pareces un experto en museografía). Debe incluir el nombre del autor (a menos que sea una exposición individual), el título que le puso el autor (¡Por el amor de Dios nunca, nunca, nunca re-bautices la obra ajenaY es que a mí ya me lo han hecho más de una vez y han alterado todo el sentido de la imagen), lugar y fecha. Por supuesto incluye el pie de foto si el autor así lo indica.

Un consejo: durante mucho tiempo yo decidí no ponerle título a mis fotografías para que el observador no estuviera influido por la transmigración de texto fotográfico con/vs texto literario. El resultado es que, cuando se tienen que hacer exposiciones, tus fotos terminan con apodos: “pásame la del perrito”, “¿Y si mejor quitamos la del coche verde?” Una buena solución es utilizar la convención “Sin título. Caracas, 23 de abril 2013” y si hiciste muchas fotos ese día, agrega la hora (quizá es demasiado, lo importante es que identifiques con precisión cada foto para fines de catalogación: los curadores y catalogadores del futuro te lo agradecerán, créeme).

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)

Promoción

De nada sirve una exposición sin observadores. ¡Habrá que hacerle saber al mundo que existe tu muestra! Una primera opción es la promoción tradicional. Es fundamental mandar imprimir folletos y carteles que, además, servirán de evidencia a la hora de llenar los formatos para las becas y subvenciones. Por supuesto habrá que distribuir los carteles en centros culturales, universidades, etc.

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)

También en la promoción convencional habrá que acercarse a la prensa: contacta a los productores de programas en medios masivos (televisión, radio, periódicos, revistas) y ofréceles información sobre la exposición. Con un poco de suerte y algún informador te entrevistará (a ti o a los artistas que expongan). En esto lo que importa es lanzar la red. No todos los peces pican, pero vale la pena el esfuerzo.

Promoción en medios sociales

Uno de los grandes poderes de nosotros, los ciudadanos de a pie, está en las redes sociales. Tal vez no exista mejor vehículo de comunicación y a un costo tan bajo (muchas veces gratuito) que promoverse con las redes sociales. La única clave es crear una buena estrategia, articular los mensajes, crear un sitio web ex profeso y que las redes sociales graviten en torno suyo. Son obligadas las cuentas de Facebook, Twitter, Instagram y las redes que vayan surgiendo. Por supuesto tus cuentas individuales forman parte de la ecuación. Pero ¿Y si viviste en una isla desierta desde 2002 y al llegar a la civilización apenas te enteras de todo esto? ¡Muy sencillo!

© Sergio/Giventti Padilla. (Cd. de México, 2012)
Los líderes de opinión

Busca a bloggers, vloggers, «tuiteros», «instagrameros» y toda al fauna del ecosistema de los medios sociales, consigue algunos que sean líderes de opinión y con muchos seguidores. Platícales de tu iniciativa, pídeles su ayuda: te aseguro que te apoyarán con más eficacia y solidaridad que si vas con el comentarista estrella del noticiero de las 10:30 p.m. (que por cierto ya nadie sintoniza porque, en su lugar, es mucho más entretenido consumir series o películas en Netflix mientras en otra ventana se mira el Facebook mientras se envía un mensaje  que recién llegó por WhatsApp, etc.).

© María Fernández Pellón Valdés. (Cd. de México, 2012)
La gran inauguración

Si has sido previsor y no gastaste todo tu presupuesto, llega el momento de llenar las copas de vino, ponerse las mejores galas y asistir al divino ritual de la inauguración. Además de culminar todos los esfuerzos con un estado de embriaguez directamente proporcional al estrés provocado por la organización, es el momento de disfrutar el resultado. Y si organizaste la exposición para alguien más, no habrá mejor pago que la sonrisa de los artistas.

Autor desconocido. Los felices expositores: (de izq. a der.) María, Majo, Jordi, Isabel, Ángel, Óscar (Curador), Diego, Carmen y Fernando (Exposición «Los Mexicanos», Universidad Panamericana, Cd. de México, 2012)

El recuento de los daños

Si has sobrevivido a todo lo anterior (¡Claro que lo harás como toda una estrella!) llegará el momento de hacer la evaluación final. Vete de vacaciones, desconéctate una semana, mete la cabeza en un agujero, emborráchate para olvidar tus penas (como el saldo sobre-girado en tu tarjeta de crédito tras la expo).

Y cuando decidas regresar a la vida, pregúntate ¿Qué hiciste bien? Trata de contestar con la verdad, lo necesitas. ¿Qué hiciste mal? Seguramente cometiste algún error y, tampoco es raro, alguno francamente garrafal: bienvenido a la vida, nadie “batea de mil”. ¿Qué pudiste hacer mejor? Toma nota, literalmente: escríbelo.

Es el momento de volver a iniciar. Y como la serpiente que se muerde la cola, regresas al punto de partida pero el camino te ha cambiado. ¡Eres Frodo y destruiste el anillo de poder, a pesar tuyo, en el volcán de  Orodruin!

Tampoco te regocijes demasiado. Es tiempo de volver a empezar. Redacta una lista, escribe diez conceptos de tu más reciente exposición. Altera las variables: si fue individual hazla colectiva, si fue en una galería hazla ahora en un recinto comunitario, si fue en espacio abierto ahora en cerrado… Y comienza de nuevo: habrás crecido y aprendido enormidades, habrás pasado por una montaña rusa, quizá tendrás deudas y colitis nerviosa; seguramente acabarás siendo una persona un poco más cínica, pero también más experimentada.

Pero, por encima de todo, habrás crecido como artista. Y de eso trata la vida.


* Por Óscar Colorado Nates, académico, crítico, analista y promotor de la fotografía. Doctorando en Ciencias de la Documentación por la Universidad Complutense de Madrid y master en Narrativa y Producción Digital por la Universidad Panamericana (Cd. de México) donde es Investigador de Tiempo Completo y Profesor Titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada así como Docente de Posgrado en Narrativa y Nuevas Tecnologías

Autor de libros como Fotografía 3.0; El Mejor Fotógrafo del Mundo o Instagram, el ojo del mundo, entre otros. Ha publicado en OscarEnFotos más de 200 artículos sobre cultura fotográfica. Es editor del blog de fotografía Mirada Universal en el diario El Universal (Cd. de México). Productor, director y conductor del programa de radio Imagen Líquida.   Conferenciante internacional en foros académicos y de divulgación sobre la fotografía. 

Miembro del Seminario de Imagen y Cultura, la Asociación Mexicana de Estudios de Estética, el Seminario Permanente de Análisis y Crítica Cinematográfica (SEPANCINE) o de The Photographic Historical Society (Rochester, NY), entre otras.


Las opiniones vertidas en los artículos y producciones audio-visuales son personales.
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