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Cómo leer una fotografía sin morir en el intento

El clásico proverbio “Una imagen dice más que mil palabras” no es necesariamente cierto, y en el caso de la fotografía, puede llevarnos a muchas malas interpretaciones.

Por Óscar Colorado Nates*

¿La fotografía es un lenguaje universal?

El primer engaño de la fotografía está en su aparente inmediatez. Es fácil creer que cualquier persona puede entender una fotografía. En cierto modo es verdad sin embargo,  desentrañar los significados, implicaciones y connotaciones de una imagen es una tarea mucho más compleja de lo que podría suponerse.

Por supuesto que existen algunos códigos culturales generalizados, de otro modo sería absurda la proliferación de anuncios con fotografías en muchas ciudades del mundo.

Los mensajes de una fotografía pueden ofrecer claves que prácticamente cualquier persona puede leer. Sin importar el texto de este anuncio ¿Se trata de una película de horror? ¿Transmite un mensaje de ansiedad? ¿Ofrece una perspectiva oscura de la vida? ¿O todo lo contrario? No hace falta un máster en Comunicación Visual para saber las respuestas.

Una foto, tres miradas

Ahora, veamos la siguiente fotografía:

Supongamos que se trata de una foto hecha para ilustrar un anuncio de zapatos deportivos. De inmediato vienen a la mente ideas de acción, velocidad, agilidad y podrá interpretarse de manera razonablemente uniforme por un espectro amplio de audiencias en muchas localizaciones geográficas.

Es un mensaje muy claro en términos de publicidad. Sin embargo con un acercamiento más agudo, mayor información y una actitud más crítica la lectura podría ser muy diferente.

Pensemos en tres hipotéticos observadores: un activista, un deportista y un fotógrafo.

En la mirada de un activista: Es una fotografía que ensalza la juventud y la glorificación del cuerpo. Habla de espacios urbanos. Pero aún más allá: trata de consumismo. En lugar de usar cualquier tipo de ropa o zapatos son de la última moda, hechos ex profeso para la actividad deportiva. Habla de capitalismo opresor que continuamente desea imponernos modelos de consumo en lugar de alentar que la sociedad civil decida qué implica correr, en qué medida es benéfico para la salud sin apelar a estereotipos ni a comprar productos de empresas imperialistas.

En la mirada del deportista: Se puede leer libertad, amplitud, acción, vitalidad, identificación con las deportistas pero además proyección, pues se desea ser joven, fuerte, ágil…

En la mirada de un fotógrafo:   La lectura podría implicar el aprecio por la calidad de la luz que es lateral de derecha a izquierda, predominio de la regla de los tercios en el sujeto principal (la mujer en el primer término). También se subrayaría el uso del «paneo» (panning) que conjuga barridos y congelados en una misma toma usando de forma efectiva un ingrediente ideal para resaltar el dinamismo y la acción. Este mismo lector que valora las cualidades fotográficas admiraría el tan preciado “momento decisivo” en el que una de las mujeres flota en el aire y otra pone un pie en el suelo, ambas corredoras. El fotógrafo apreciaría en el color un apoyo adicional a la idea de dinamismo, pues la misma fotografía en blanco y negro no diría lo mismo.

Las tres posturas constituyen puntos de vista diversos sobre una misma imagen.

Sin embargo, muchas de estas visiones podrían ser interpretaciones desviadas de la intención del autor. ¿Qué pasaría si no es un anuncio publicitario? ¿Qué tal si se tratase de un ensayo sobre la fortaleza de las deportistas que buscan apoyar a otras mujeres con cáncer? ¿Y si es de un fotógrafo reconocido por su capacidad técnica pero también por su reiterada explotación de sus sujetos? La fotografía no puede darnos respuesta a estas preguntas. La información que permitiría contestarlas estaría fuera de la propia fotografía, más allá de los confines de la imagen.

La lectura de una fotografía tiene que ver, por supuesto, con el tono, contenido, estructura, composición, es decir, con los elementos formales. Y al mismo tiempo habría que recordar siempre que una fotografía se enmarca dentro de un género que, a la vez, cuenta con sus propios puntos de referencia y convenciones. Al observar una fotografía también es necesario conocer estas características del género en cuestión y discernir si se apega a los cánones o si cuestiona y contraviene a las reglas de un cierto estilo. Esto también alterará el proceso de significación de la imagen.

El caso de la Plaza Tian’anmen

Revisemos el caso de la famosa fotografía de Jeff Widener de la Plaza Tian’anmen en la avenida Cháng Ān Dà Jiē de Beijing. Esta imagen nos muestra a una persona frente a cuatro tanques.

© 1989 by Jeff Widener / Associated Press

¿Qué significa esta imagen? ¿Es una persona que iba cruzando la calle, se detuvo unos segundos frente a los tanques que estaban estacionados y luego siguió su camino? ¿Eran solamente cuatro tanques o habían más pero no aparecieron en esta foto?

Esta fotografía puede leerse desde dos ópticas totalmente distintas. Para occidente puede ser la muestra valerosa de un ciudadano chino oponiéndose frente al régimen opresor comunista. Pero, visto desde oriente, en particular desde la mirada de un funcionario de primer nivel chino, esta imagen demuestra el excelente auto-dominio de los operadores del tanque quienes pudiendo haber repelido por la fuerza, y con gran eficacia, al ciudadano no lo hicieron (al menos no en ese momento).

Aún más. La escena fue capturada por numerosos fotógrafos y canales de televisión. Además de la fotografía de Jeff Widener de Associated Press también hubieron otros foto-reporteros, como Stuart Franklin o Charlie Cole, que fueron testigos de estos hechos y nos compartieron su testimonio fotográfico.

© 1989 by Charlie Cole

En el caso de la imagen de Charlie Cole, tenemos la misma escena, pero ofrece información adicional: Ahora podemos ver al menos 40 tanques y el despliegue de tropas que se acercan. Cole utilizó un plano de ubicación, un gran plano general, que nos ofrece mucho mayor contexto. Ahora el ser humano parece aún más pequeño y la fuerza de los tanques aún más aterradora. El encuadre de Jeff Widener es más cercano y por tanto más expresivo. Las dos fotos son interpretaciones de la misma escena donde las decisiones de cada autor alteran el significado de la imagen, aún cuando compartan elementos en común.

Adicionalmente veamos ambas fotografías como un díptico, primero la de Charlie Cole y luego la de Jeff Widener:

Ahora tenemos una idea todavía más clara: Los tanques en la foto de Cole están más lejos, y en la de Widener se encuentran más cercanos, lo cual indica que los vehículos militares frenaron. Efectivamente, estamos frente a un acto de insurrección del civil que se confronta con los militares. Pero ahora tenemos una percepción espacio-temporal más amplia.

Hu Yaobang (1915-1989)

Y sobre el contexto histórico: un grupo de manifestantes chinos fue reprimido el 4 de junio de 1989 en la Plaza de Tian’anmen. Todo coincidió con el fallecimiento de Hu Yaobang [1], líder que apoyaba las reformas económicas y políticas en la República Popular China. Un grupo de manifestantes protestaron porque pensaba que el gobierno del Partido Comunista se había convertido en un organismo tan corrupto como represivo. El 3 de junio por la noche se declaró la ley marcial y al otro día los tanques contuvieron por la fuerza a los manifestantes. Nunca se aclaró el número real de víctimas, se habla incluso de miles [2],  y el tema sigue siendo tabú en China.

Es necesario recordar que una fotografía, cualquier fotografía, no es una presentación ni un reflejo del mundo, sino una representación, una interpretación. Nunca olvidemos que el fotógrafo siempre nos ofrece su punto de vista.  El acto de escoger o desechar parte de la escena altera de manera importante el significado. La observación de estas dos imágenes nos ha permitido ser conscientes del poder, pero también de la limitación, de la fotografía.

Hans Durrer explica que:  “Las fotografías nunca son claras por sí mismas… …son solamente fragmentos esparcidos de un espejo roto de la realidad y, mientras que nos muestran su imagen, nos fuerzan a reconstruir su significado.”[3]

La importancia del contexto

Las claves importantes en la lectura de la fotografía se encuentran, paradójicamente, fuera de la fotografía. La imagen solamente nos ofrece información visual en un objeto concreto pero que puede estar desprovisto de los datos más elementales. Sin embargo, el significado de la imagen se alterará de manera decisiva conforme se agreguen capas de información.

Martín Chambi

El primer dato importante es conocer al autor, pues no hay que olvidar que toda fotografía es producto de un fotógrafo, aunque suene a verdad de Perogrullo. Ahora bien, pensemos en la fotografía comercial. ¿Cuántas veces se incluye el crédito del fotógrafo en una campaña publicitaria? Ni siquiera en el caso de Mario Testino, uno de los fotógrafos de modas más importante del mundo es citado como creador en sus imágenes de publicidad.

El Ensueño © Manuel Álvarez Bravo

Además del autor, el contexto de emisión debería incluir cuándo y dónde se realizó. No es lo mismo apreciar una fotografía hecha por Martín Chambi en 1914 en Perú que por Manuel Álvarez Bravo en 1930 en México o por Mathew Brady en Estados Unidos en 1860.

En cada lugar y época existen contextos estéticos, sociales, culturales, políticos, históricos, económicos que alteran la forma de creación de un hecho fotográfico.

El papel de los retratos en el siglo XIX y su mera función descriptiva es muy distinta a nuestra actual demanda de representación psicológica de una persona. El conocer esta información “extra-fotográfica” nos permite ubicar con mayor precisión las disonancias y consonancias de la foto con su época. Así, podemos saber si se trata de una imagen propositiva, incluso revolucionaria para su tiempo,  o un ejemplo clásico de cómo se hacían fotografías en aquel entonces.

Mathew Brady. Abraham Lincoln. (ca. 1860)

El observador: personaje activo

A veces es fácil creer que el fotógrafo tiene un papel activo en la fotografía y el observador uno pasivo. Pero el lector altera la imagen, incluso podríamos llegar a hablar de una re-creación de la obra, una profunda alteración con cada mirada. El ejemplo de las fotografías de Tian’anmen es muy claro, el lector afecta la fotografía en su connotación.

Ya hablábamos de un contexto de emisión (tiempo y lugar de creación). Sin embargo, en contraparte existe lo que podríamos llamara un contexto de recepción que implicaría desde dónde y cuándo se observa una foto.

La época de lectura

Respecto del tiempo, a veces olvidamos que somos producto de una época, que vemos el mundo a partir de nuestro propio contexto social, cultural, histórico, político y, por supuesto, estético. Por ejemplo, hoy vemos de forma distinta las imágenes de Julia Margaret Cameron o las de Diane Arbus.

Julia Margaret Cameron. “Ellen Terry at Age Sixteen” (Retrato, 1864) Legado de Guy Little. CIS:S.133:183-2007 © Victoria and Albert Museum, London

Ambas fotógrafas fueron tremendamente polémicas en su tiempo. La primera por los supuestos errores formales que cometía al hacer fotografías con el proceso del colodión húmedo a finales del siglo XIX. En el caso de Arbus, la fotógrafa desafió las fronteras de lo que se podía o no se podía fotografiar. Con sus freaks cruzó una barrera para siempre y hoy la apreciación sobre los sujetos fotográficos es totalmente distinta a lo que ocurría a finales de 1960.

Diane Arbus, «Tattooed Man at a Carnival, Md.» 1970. Copyright © 1971 The Estate of Diane Arbus,

Consideraciones espaciales (y no es ciencia ficción)

El espacio donde se aprecia una fotografía la altera, definitivamente. No es lo mismo ver una portada de una revista del corazón en un quiosco, o en la comodidad del hogar, que leer la misma imagen en una sala de museo o una galería.

El contexto espacial altera la imagen. Cuando estamos en un museo pensamos que estamos viendo arte y que debemos descifrar las piezas atendiendo a sus posibilidades estéticas.

¿Cómo afecta el contexto de un museo a la lectura fotográfica? ¿Las vemos como arte porque se supone que están en un museo?

El continente

El contenido fotográfico (tono, estilo, género, etc.) también es afectado por el continente. Al leer una imagen en el periódico pensamos que debe tener una función informativa, y así procedemos a leerla. Si tenemos una fotografía impresa en un libro también tendemos a asumir que hay un valor específico de la imagen o de otro modo no estaría publicada. Así también podríamos reflexionar en cómo es afectada la imagen si es leída en una página web, en el muro de Facebook, en un álbum familiar, etc.

¿Cómo leemos estas fotografías al ser parte de una revista? ¿La interpretan de manera diferente colombianos, mexicanos y españoles? ¿Cómo se entenderían estas fotografías si estuvieran en un muro de Facebook y no en una revista?

El bagaje del observador: la intertextualidad

Los principales alteradores en la lectura de la imagen se encuentra en la personalísima y compleja mezcla de antecedentes culturales del observador.

Cada persona atiende a una educación estética, a moldes sociales, culturales, espacio-temporales, económicos y políticos desde los cuales reacciona ante el exterior. La fotografía es afectada por esa mezcla personal.

Una buena noticia es que cada esfuerzo por leer una fotografía lleva a su lector a mejorar sus habilidades y conocimientos para descifrar las imágenes que se le presenten en el futuro. Esto significa que al observar un texto fotográfico se hace referencia a otras imágenes vistas previamente. Leer una fotografía es, entonces, una continua confrontación y cotejo de textos del previo con el actual. Es decir, se trata de una referencia ínter-textual. Como explica Hans Durrer: “…entre más conocemos, mejor podemos ver.”[4] Lo anterior también se aplica a la cultura general del observador; un lector culto contará con más herramientas para descifrar una imagen.

Haga click en el infográfico para agrandar:

Del gusto al disgusto

Como hemos podido ver, la lectura fotográfica implica numerosos componentes y posibilidades. Como toda tarea compleja, es mejor descomponerla en piezas más simples y asequibles. Esto no implica el buscar fotografías “sencillas”, pues no hay tal cosa. Empero, para emprender este camino intrincado, valdría la pena iniciar por las imágenes que al lector le resulten interesantes, intrigantes. Es mejor comenzar a leer fotografías que resulten atrayentes a buscar imágenes insípidas o, peor aún, desagradables.

El viaje a la librería

El camino hacia la lectura fotográfica puede iniciar en la librería. Habría que revisar la sección de obras fotográficas y hojear varios títulos hasta que cada quien encuentre uno que le llame la atención, le parezca claramente interesante, sin importar el por qué resulte atrayente.

Una vez comprado el libro y en la tranquilidad del hogar u oficina, el siguiente paso es dar una revisión general a las imágenes sin ninguna otra clave de información. Se trata de analizar la obra en conjunto ¿La mayoría de las fotografías son en color o blanco y negro? ¿Verticales u horizontales? ¿Hay algún tema que se repita? ¿El autor suele favorecer ciertas decisiones? ¿Son fotografías con bajo o alto contraste?

Este primer vistazo puede demorar el tiempo que sea necesario, no hace falta obrar con prisa.

Robert Doisneau. Catherine Verneuil (1963) Al comenzar la lectura fotográfica, valdría la pena iniciar con imágenes que nos resulten atrayentes. Al menos es mejor que iniciar con fotografías repulsivas…

Una vez terminada la primera revisión se pueden leer los pies de fotografía. ¿Cada pieza tiene título? ¿Hay alguna indicación de fecha y lugar? ¿Qué conoce el lector de esa época, de ese espacio? ¿Sabe qué ocurría en términos históricos?

Luego viene la lectura del texto literario, si es que lo hay, en forma de introducciones, prólogos, explicaciones, biografías, líneas de tiempo. Estos textos son claves fundamentales que ofrecen información contextual valiosa. La investigación de la biografía del autor en alguna fuente respetable también será de gran utilidad.

Al revisar cada fotografía siempre es buena idea buscar diálogos ínter-textuales. ¿Es una imagen totalmente nueva para el lector? ¿Se parece la fotografía a otra conocida? ¿El estilo es similar el estilo al de otro fotógrafo?

Una vez que se tenga más contexto pueden volver a revisarse las imágenes, poniendo especial atención y dándole más tiempo a las fotografías más atrayentes. Una clave importante: los grandes fotógrafos pueden ser leídos una y otra vez a lo largo de los años y siempre ofrecen nuevas posibilidades y lecturas. Ya decía Heráclito aquello de que «nadie se baña dos veces en el mismo río.» Como el lector irá madurando, sus lecturas de los grandes fotógrafos irán siendo cada vez más ricas. Y conforme más lea a otros autores, más apreciará a los ya conocidos. En cierto sentido se puede decir que rascar, comer y leer fotografías es igual: todo está en comenzar.

Del discurso fotográfico al diálogo

A veces podría subestimarse el papel del observador de la fotografía por dotar de máxima importancia el discurso fotográfico, es decir, la intención del fotógrafo.

Existen numerosos ejemplos a lo largo de la historia de la fotografía donde los autores querían decir algo concreto y la recepción de su obra se interpretó de manera muy distinta. Baste citar como ejemplos la creación de los paisajes industriales de Bernd y Hilla Becher o los “documentos para artistas” de Eugène Atget convertidos en piezas de arte debido a la mirada de Berenice Abbott y John Szarkowski.

Valdría la pena reflexionar acerca de darle una importancia mayor al papel activo del observador en la apreciación de una imagen.

Al observar una fotografía podría ser interesante contestar tres preguntas:

  1. ¿Qué dice esta fotografía? Es decir, tratar de describir y comprender lo que está frente al observador en los términos más objetivos y específicos posibles. Esta lectura denotativa hablaría de ángulos, luz, encuadre, es decir, las características morfológicas de la fotografía.
  2. ¿Qué me dice a mí esta fotografía? No se trata de la intención del autor, ni lo que quiso decir, sino lo que dice al observador desde un momento y lugar remotos (el tiempo/espacio de la toma) a otro cercano (tiempo/espacio de la lectura)
  3. ¿Qué le digo yo a esta fotografía? Una clave importante es comprender que la fotografía no es un únicamente un discurso, una conferencia, donde un emisor habla y genera mensajes, sino que hay una réplica que puede realizar el observador y discernir si lo que está viendo le gusta, le intriga, le ofende o qué reacción le provoca.

Entender a la fotografía como diálogo brinda al observador, a quien lee una foto, una importancia nueva: El significado de la imagen es personal, y las posibilidades de alteración del mensaje alejan a la labor de lectura fotográfica de la pasividad. En la medida que el observador se entienda a sí mismo como co-creador, estaremos ante un hecho de lectura que se abre a la potencialidad, a la multiplicación. No se trata únicamente de lo que un autor quiso decir, sino qué recibió el lector y qué tiene que decirle al fotógrafo.

La aventura de leer fotografías

La lectura fotográfica es una tarea compleja, pero a la vez apasionante y enriquecedora.

El presente texto busca convertirse en una iniciación y no ha tocado, ni con mucho, todos los temas que rodean a la lectura fotográfica. Sin embargo, el propósito no es disuadir al lector, sino lo contrario: brindarle elementos y despertar su curiosidad para que emprenda esta senda interminable.

En la sección  «Lectura Fotográfica» de este blog pueden encontrarse más artículos e información sobre este tema.

El lector, tanto de este artículo como de una fotografía, puede adoptar un papel activo y buscar convertir lo invisible en visible, tratar de construir los puentes que le conecten con el autor de la fotografía pero, sobre todo, convertirse en un fastidioso preguntón que repita incesante, como niño, a la fotografía ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?


Dr. Óscar Colorado Nates. Retrato por Joan Fontcuberta, 2019

* Dr. Óscar Colorado Nates,
(Ciudad de México, 1969)

Académico, crítico, analista y promotor de la fotografía.

Doctor «cum laude» en Ciencias de la Documentación por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Narrativa y Producción Digital por la Universidad Panamericana (Cd. de México) donde es Investigador de Tiempo Completo y Profesor Titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada así como Docente de Posgrado en Narrativa y Nuevas Tecnologías

Autor de libros como Fotografía 3.0; El Mejor Fotógrafo del Mundo; Instagram, el ojo del mundo; Fotografía de Documentalismo Social; Fotografía Artística Contemporánea; El Mejor Fotógrafo del Mundo Pensamientos Decisivos: 650 reflexiones fotográficas.

Miembro del Seminario de Imagen y Cultura, la Asociación Mexicana de Estudios de Estética, el Seminario Permanente de Análisis y Crítica Cinematográfica (SEPANCINE) y de The Photographic Historical Society (Rochester, NY), entre otras agrupaciones académicas.


Las opiniones vertidas en los artículos y producciones audio-visuales son personales.
© 2011-2019 by Óscar Colorado Nates. Todos los Derechos Reservados. Esta publicación se realiza sin fines de lucro y con fines de investigación, enseñanza y/o crítica académica, artística y/o científica. 


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Notas

[1] Princeton University, Hu Yaobang, Disponible en http://www.princeton.edu/~achaney/tmve/wiki100k/docs/Hu_Yaobang.html Consultada el 7 de octubre de 2013

[2] Watt Louise, Tiananmen Square Massacre Anniversary: Chinese Activists Call On People To Wear Black, Disponible en  http://www.huffingtonpost.com/2013/06/03/tiananmen-square-massacre-anniversary-activists-wear-black_n_3377635.html Consultada el 7 de octubre de 2013

[3] Durrer Hans, Reading photographs, Disponible en http://www.icce.rug.nl/~soundscapes/VOLUME07/Reading_photographs.shtml Consultada el 6 de octubre de 2013

[4] Ibídem


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